#EscuelaFeminista: Economía feminista es una propuesta y estrategia para la construcción de movimientos

25/06/2021 |

Por Capire

La economía feminista y la construcción de movimientos estuvieron en el centro de la Escuela Internacional de Organización Feminista Berta Cáceres los días 21 y 22 de junio.

feminismo popular. Los principios y conceptos clave de la economía feminista se debatieron en las dos últimas reuniones de la Escuela Internacional de Organización Feminista Berta Cáceres. La síntesis de esta acumulación ha sido presentada en el video a continuación, el 21 de junio, como una forma de inspirar a los participantes a seguir el debate.

Los grupos de trabajo fueron invitados a elaborar un diseño colectivo de la organización de los territorios para la sostenibilidad de la vida. Dibujar junto es una actividad muy utilizada en las metodologías de educación feminista popular para expresar síntesis y ejercitar otras formas de expresión. La propuesta en la modalidad online fue un desafío al que los grupos respondieron con creatividad e imaginación. “¿Queremos dibujar una red o una espiral para representar los procesos que sostienen la vida?” Pronto se llega a la conclusión de que la red puede ser una red en espiral.

Los dibujos y presentaciones de los grupos indican que cuando organizamos los territorios poniendo la vida en el centro, nuestra imaginación política se expande, al igual que nuestros horizontes emancipatorios.

“La vida en el centro” no es algo abstracto. Son vidas arraigadas en territorios y comunidades. Son los seres humanos y la naturaleza. Se destacaron la diversidad de modos económicos y estilos de vida que queremos apoyar. Los saberes, las cosmovisiones y la ancestralidad son reconocidos y transmitidos entre generaciones, como parte de la organización comunitaria, de la educación y del pensamiento colectivo en constante movimiento.

Un territorio para la sustentabilidad de la vida redistribuye el cuidado, reconoce la interdependencia con respeto y libertad, haciéndolo colectivo, apoyado por recursos públicos y realizado en espacios comunes. El principio de ecodependencia, la naturaleza y sus elementos – fuego, aire, tierra y agua – componen los dibujos. Son territorios y espacios sin fronteras, donde lo rural y lo urbano están más cerca y conectados. En ellos, la autogestión produce alimentos, ropa e insumos, se construyen mercados basados en la reciprocidad, la solidaridad y la complementariedad, y el trabajo no es alienado.

Son territorios con otra forma de hacer política, con poder popular, conciencia feminista, democracia directa y asambleas para definir qué es importante para sostener la vida. Otras formas de justicia restaurativa y de responsabilización son creadas y puestas en práctica. Nuestros cuerpos y sexualidades disidentes son visibles. Los grupos señalaron la centralidad del respeto, de la igualdad, del amor y del deseo como principios y prácticas para una vida digna y libre de violencia. El tiempo para el ocio, para el convivio, para la música, el círculo, la hoguera y la fiesta conforman los territorios organizados para la sostenibilidad de la vida.

Ese ejercicio de síntesis llamó la atención sobre nuestros puntos de partida: nuestra vida diaria y nuestro conocimiento. Como mujeres y personas no binarias en movimiento, sabemos que componer este horizonte emancipatorio nos organiza para luchar en las condiciones concretas en las que nos encontramos, con todos los desafíos que conlleva. La retoma de los territorios cuerpo-tierra, de la propiedad colectiva, la regeneración de espacios vitales contaminados, acaparados y desertificados, el desmantelamiento del poder corporativo y la paz son condiciones de posibilidad para esta transformación.

Hablamos de transición y revolución. En la necesidad de construir sujetos colectivos, plurales y fortalecidos, para hacer que esta disputa rompa las amarras y nudos del poder capitalista. Situamos esa elaboración en la construcción de la contrahegemonía y reconocemos que los caminos y los contextos son diferentes. No encontramos formulas prefabricadas en la economía feminista, sino principios a ser activados por sujetos colectivos.

Entendemos los grandes desafíos para construir los cambios que anhelamos y conocemos la fuerza de este sistema de dominación. Pero cuando miramos lo que hemos construido en términos de propuestas, experiencias y organización, valores e ideas, encontramos la certeza de nuestra fuerza que solo la lucha colectiva nos da.

Nuestras luchas locales, la resistencia en los territorios y las experiencias concretas se interrelacionan con nuestras grandes movilizaciones, las luchas contra las transnacionales, contra el libre comercio, contra la guerra. Lo que conecta las diferentes luchas es el sentido de lo que queremos: desmantelar este sistema y su lógica de acumulación y dominación, y colocar la sostenibilidad de la vida en el centro de la organización de la sociedad, con solidaridad y reciprocidad. No debe haber contradicción entre nuestra visión de ruptura con otro modelo (sociedad) y las propuestas de transición. Nuestras experiencias concretas construidas sobre la base de la sostenibilidad de la vida nos brindan los elementos y principios para orientar propuestas de transición. Refuerza nuestra apuesta por la desmercantilización de la vida y la construcción de bienes comunes. Esto requiere otras formas de organizarnos en nuestras comunidades, pero también en los Estados, en las regiones, relacionadas con el poder popular y la búsqueda de la emancipación. Por tanto, cuando miramos nuestros diseños colectivos, vemos la red que sostiene la vida tejida como una red en espiral, porque pensamos en la horizontalidad y no en las jerarquías. Esta construcción nos permite colocar otros horizontes de lo que es la libertad y el placer.

Tenemos una propuesta, necesitamos movimento”

El 22 de junio, la Escuela inició la última sesión de capacitación, enfocada en la construcción del movimiento. Esta discusión comenzó con una revisión de los elementos y desafíos planteados durante los últimos tres meses en los que nos encontramos en esta formación feminista internacional. Las compañeras de Cuba Marilys Zaya y Yohanka León del Río presentaron una síntesis de estas acumulaciones.

Ellas destacaron que la tarea de construir el movimiento feminista popular enfrenta desafíos internos relacionados con la dinámica y funcionamiento de nuestros movimientos. Nuestra diversidad y pluralidad es una fortaleza, y se potencializa cuando enfrentamos las relaciones de desigualdad, jerarquías, invisibilidad y violencia en los procesos políticos. Desde nuestras organizaciones, presentamos a la sociedad visiones y disputas por una transformación sistémica que ponga la vida en el centro.

Nuestros movimientos apuestan en la construcción de luchas en alianza, en las que la solidaridad es un principio y una práctica. La formación, desde la perspectiva de la educación feminista popular, articula desafíos intergeneracionales y se fortalece a través de alianzas entre personas y movimientos trans, cis y disidentes de género. Nos fortalecemos cuando nuestra formación tiene un sentido emancipatorio, revitaliza las lenguas y cosmovisiones indígenas. La comunicación feminista y popular es estratégica en los vínculos entre nuestra organización y la disputa por proyectos sociales. Las formas de comunicarse enfrentan el desafío de practicar la crítica y construir la soberanía tecnológica.

Carmen Díaz, de la Marcha Mundial de las Mujeres en México y una de las instructoras de la sesión, destacó todo el trabajo militante necesario para construir el feminismo popular, destacando los aprendizajes de la Escuela. Aprendemos a construir síntesis a través del registro y de la escucha en los grupos de trabajo, nos dedicamos a facilitar la construcción del conocimiento común, nos familiarizamos con herramientas tecnológicas previamente desconocidas para la mayoría de nosotras y entendemos cómo la justicia lingüística es estratégica para la construcción de movimiento global. Todo este trabajo y energía colectiva sostiene nuestros movimientos.

Carmen destacó que nuestra historia y nuestra memoria nos permiten resistir y cuidarnos colectivamente. El sentido de nuestra construcción se eslabona: fortalecer nuestros movimientos para fortalecer nuestras alternativas. Cuando construimos nuestras alternativas, también fortalecemos nuestros movimientos. Partimos de nuestros conocimientos y de nuestras vidas cotidianas para alzar la organización popular, que es fundamental para romper con el sistema de opresión.

Retornamos a los grupos con la tarea de identificar desafíos y propuestas para la construcción de un movimiento, desde los territorios y de una visión global. El debate se basó en el contexto pandémico y post pandémico; el ascenso de la extrema derecha y de los grupos religiosos; la fragmentación de los movimientos sociales; el desarrollo de una perspectiva estratégica frente la cooptación de los Estados, por las agendas de Naciones Unidas y de la cooperación internacional; la criminalización y la violencia que debilita la defensa y la recuperación de territorios cuerpo-tierra; la reproducción de opresiones dentro de los movimientos.

Sandra Moran, de MMM Guatemala, coordinadora de la Escuela de la GGJ y una de las instructoras de esa sesión, planteó elementos de síntesis del debate. Ella destacó la importancia de una cultura política que nos reconozca en nuestra diversidad, así como en los diferentes contextos en los que transitamos, que sitúan nuestras perspectivas y propuestas.

Esta diversidad situada nos enriquece y nos fortalece como movimientos internacionales, y plantea el desafío de construir puentes y síntesis capaces de superar diferencias y avanzar en luchas comunes y compartidas. También es necesario enfrentar las jerarquías dentro de los movimientos, en una cultura política de “desaprender lo que nos divide”, reconociendo los diferentes aportes y tareas, perspectivas y generaciones que construyen nuestros movimientos.

Otro desafío es desarrollar nuestras espiritualidades, reconociendo que las diferentes cosmogonías, cosmovisiones y espiritualidades son una fuerza para avanzar, incluso como parte de nuestro enfrentamiento con los fundamentalismos religiosos que nos afectan por todo el mundo.

Hablamos de generar procesos de formación y, sobre todo, de la centralidad de la formación política que se da en las movilizaciones en las calles y en la construcción de tácticas y estrategias para nuestros movimientos. Esto se relaciona con la construcción de un poder popular feminista que sea capaz de expandir la democracia en los países, en los territorios y también en nuestros movimientos.

La fuerza del feminismo popular proviene de la contribución diaria de tantas y todas las mujeres y personas no binarias que dedican su vida a la transformación.

Redacción por Tica Moreno con contribuciones de Nalu Faria y Sandra Morán.
Traducido del portugués por Aline Lopes Murillo

 

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