#EscuelaFeminista: mujeres, cuerpos y sexualidades disidentes en resistencia

21/05/2021 |

Por Capire

 

La crítica a la norma heterosexual y la mercantilización del cuerpo marcan la formación feminista

Los días 10 y 11 de mayo, las voces, poesías y canciones que arrancaron la formación sobre cuerpo y sexualidad en la Escuela Feminista expresaron un «¡basta!» por parte de las mujeres y todas las personas que transgreden las imposiciones heteropatriarcales y racistas sobre sus cuerpos y sexualidades.

El capitalismo colonialista y heteropatriarcal impone lo que sentimos y deseamos. Controla los territorios y los cuerpos, con violencia y militarización, y castiga a quienes transgreden las normas. La heteronormatividad, el binarismo y los ideales de feminidad y masculinidad de la blanquitud son normas históricamente construidas.

Hemos aprendido con la elaboración de las compañeras indígenas de Iximuleu/Guatemala sobre la concepción del territorio cuerpo-tierra. El cuerpo y la tierra se nutren mutuamente de la resistencia, de las prácticas históricas de las mujeres para mantener la vida.

Nuestros cuerpos son territorios en permanente disputa. En los grupos, las participantes compartieron la idea de que esa disputa está directamente vinculada a la lógica de acumulación del capital, que necesita controlar y disciplinar los cuerpos para el trabajo. En este sentido, la apropiación de nuestros cuerpos es estructurante del sistema de opresiones: está relacionada con la colonización, supremacía blanca, explotación laboral y el acaparamiento de territorios.

Lo que afecta a la tierra también afecta a nuestro cuerpo

La mercantilización del cuerpo y la sexualidad de las mujeres forma parte de un proceso que coloca nuestras vidas y nuestra naturaleza en los circuitos del mercado. La mercantilización, la pornografía y la prostitución se articulan en el neoliberalismo, y nos enfrentamos a nuevas formas de trata de mujeres y cuerpos disidentes al servicio de los hombres y cuerpos hegemónicos. Nos enfrentamos a nuevas formas de expropiación de la subjetividad por parte de los medios y las redes sociales, que nos imponen estándares de belleza y comportamiento blancos y occidentales. 

Las mujeres, los cuerpos y las sexualidades disidentes son sistemáticamente castigados, culpabilizados, criminalizados. La desaparición y el asesinato de mujeres indígenas, la mutilación genital, la transfobia y la lesbofobia fueron algunas de las violencias destacadas. El desafío es enfrentarlos de manera integral, desvelando la violencia como un instrumento del heteropatriarcado colonialista. Las participantes de la Escuela también cuestionaron los mecanismos de los Estados que, en alianza con sectores religiosos, son actores de esas dinámicas de control, al responsabilizar a las mujeres por la violencia que sufren.

El incremento de la violencia forma parte de una reacción misógina y colonialista contra las mujeres. Los grupos expresaron que el control de los cuerpos y sexualidades forma parte de una lucha de poder. Las mujeres y las disidencias sexuales tienen poder cuando se organizan.

Profundizar el análisis

María Dolores y Tita Godinez, de la Alianza Política Sector de Mujeres de Guatemala, facilitaron el debate y plantearon una perspectiva articulada sobre el cuerpo y la sexualidad. María Dolores destacó cuatro puntos que profundizan las reflexiones de los grupos. La primera es la comprensión del cuerpo como un territorio en torno al cual se organiza la vida, por lo que está en permanente disputa.

En la resistencia, necesitamos descolonizar nuestras mentes, imaginación y placeres, recuperando este territorio cuerpo-tierra para el buen vivir.

El control sobre el cuerpo y la sexualidad es intrínseco al proceso de acumulación de capital. Desde esta perspectiva, cuestionamos la creación de necesidades, la sumisión de los deseos y la organización de la familia. En ella, el amor se convierte en una institución que naturaliza el trabajo de cuidados como responsabilidad de la mujer.

Entre las instituciones materiales y simbólicas que controlan los cuerpos y las sexualidades están la educación, que contribuye a manipular el deseo y a interiorizar las jerarquías, religiones y pactos políticos que patologizan y criminalizan las disidencias. Se destacan la imposición de la heterosexualidad obligatoria, la maternidad como destino, la monogamia femenina y la propiedad sobre los cuerpos.

El último elemento de reflexión fue la heteronormatividad como régimen político, con la imposición de sexualidades orientadas a la reproducción social del capital, la manipulación de los deseos y el control de las subjetividades. En ese proceso violento, de raíces colonialistas, se clasifican los cuerpos mediante un género binario impuesto y se crean razas, junto con una jerarquía que castiga a quienes transgreden la norma.

Las participantes de la escuelas compartieron cómo se plantean esos temas en sus contextos. Plantearon la necesidad de afrontar el silencio, la vergüenza y culpa que marcan las experiencias de las mujeres, de los cuerpos y sexualidades disidentes en todo el mundo.

Escuchamos los análisis sobre la violencia de la mutilación genital, que niega el placer a las mujeres a la fuerza; las terapias de «reconversión» de género y sexualidad, una forma de violencia institucionalizada contra lesbianas, gays, cuerpos y sexualidades disidentes; la criminalización de la homosexualidad que se inscribe en el código penal como herencia colonial; entre otros. 

Frente a las diferentes formas de control, encontramos lucha y resistencia en las experiencias del feminismo popular: para condenar el matrimonio forzado,reivindicar el derecho al aborto y el Estado laico, para visibilizar a las mujeres lesbianas, a la diversidad y disidencias sexuales y de género; para enfrentar la prostitución y construir alternativas para las víctimas y sobrevivientes; para cuestionar la mercantilización y medicalización de los cuerpos y poner fin a todas las formas de violencia.

Son luchas que transcurren en la sociedad en general y también en las organizaciones mixtas, donde todavía hay que enfrentar las formas de control que imponen la sumisión de las mujeres en la política. 

A través de la lucha se construye un mundo de autonomía y libertad

Más allá de un profundo análisis crítico, el feminismo popular ha construido las posibilidades de transformación por todos lados. Como bien recuerda una compañera, no se puede esperar una revolución para liberar nuestros cuerpos y sexualidades. Tenemos que hacerlo ahora, como parte de nuestras luchas.

Por ello, inspiradas por el video con propuestas para la libertad de nuestros cuerpos y sexualidades, nos reunimos nuevamente en grupos para compartir nuestros sueños y visiones del mundo que luchamos por construir, así como las acciones y estrategias que necesitamos para fortalecer este camino.

Forma parte de nuestro sueño eliminar todas las formas de violencia. Eso sólo será posible en una sociedad descolonizada, en la que las personas tengan autonomía sobre sus cuerpos; las relaciones sexuales sean libres, sin la intermediación del dinero y poder. La libertad no se puede comprar en el mercado, y sólo es posible con igualdad y justicia.

La lucha por este otro mundo nos llama a desafiar normas e imposiciones, a desaprender y reaprender. Con nuestros sabiduría, liderazgo compartido y libertad de estereotipos, colocamos la autodeterminación de nuestros cuerpos y saberes en el centro de la disputa por la reorganización del poder. Para ello, una de las estrategias es la educación feminista y popular: hecha por mujeres, para mujeres, y reconociendo los cuerpos y sexualidades disidentes como una categoría política. Los conceptos que utilizamos para explicar nuestra vida y reclamar otro mundo tienen sentido y se forjan en cada contexto de lucha.

No debemos separar nuestros cuerpos de donde estamos: defender el agua es defender nuestros cuerpos sanos, porque somos seres integrales y somos naturaleza. Aprender de la diversidad de la naturaleza también supone reconocer y reivindicar la diversidad de los cuerpos y sexualidades.

Para alcanzar nuestro sueño de vivir un mundo en el que la diversidad sea la referencia, sin la polarización entre lo masculino y lo femenino, hay que construir movimientos en que los cuerpos y las sexualidades disidentes tengan visibilidad y protagonismo, en los que el deseo no sea castigado y el placer sea experimentado y vivido. Por eso es tan importante que el feminismo popular se enfrente a los tabúes y silencios en torno a la sexualidad, planteando ese debate en el ámbito público. Cultivemos los afectos para construir un mundo sin violencia.

Todos esos sueños colectivos requieren estrategia, debate y organización con capacidad de enfrentar contradicciones y polémicas para construir síntesis que nos fortalezcan como movimientos.

Ello supone la capacidad de recuperar, desde el feminismo popular, una visión crítica de las trampas patriarcales y racistas que reducen nuestras luchas por la autonomía a los límites y amarras del neoliberalismo colonialista. Es el caso de las narrativas hegemónicas de las «elecciones individuales» que, cuando se desvinculan de la crítica de los sistemas de opresión, crean trampas y reducen los debates, sea a través del interdicto o de la manipulación.

Las reflexiones sobre el cuerpo y la sexualidad están profundamente conectadas con las de los encuentros anteriores, sobre el sistema de opresiones y la defensa de la Madre Tierra, para que las reivindicaciones de autonomía y libertad formen parte de las luchas emancipatorias, articulando lo individual y lo colectivo, la subjetividad y las condiciones materiales de vida. Esa es la visión que se expresa cada vez que afirmamos: «¡seguiremos en marcha hasta que nosotras, nuestros cuerpos, pueblos y territorios sean libres!»

Traducción del portugués por Luiza Mançano

Redacción por Tica Moreno
Revisión por Helena Zelic

 

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