La Escuela Internacional de Organización Feminista Berta Cáceres cumple hoy, 04 de marzo, un año desde su lanzamiento. La primera edición de la Escuela reunió a cerca de 200 mujeres de diferentes países en nueve encuentros virtuales de reflexión e intercambio de experiencias y resistencias. De marzo a julio de 2021, las participantes debatieron temas como los sistemas de opresión, las sexualidades disidentes, el Estado y la democracia, la defensa de la Madre Tierra y la economía feminista. Rindiendo homenaje a Berta Cáceres, este proceso de construcción se basa en su fuerza y legado para fortalecer el feminismo popular y la propuesta de la economía feminista.
La Escuela se celebra en alianza entre las organizaciones Grassroots Global Justice, Grassroots International, Indigenous Environmental Network y Marcha Mundial de las Mujeres. Por ser un espacio de intercambio entre mujeres y personas disidentes de género de diferentes partes del mundo, la justicia lingüística fue y es un principio a lo largo de su proceso de construcción.
Ampliar la formación, reforzar las luchas
Los ejes temáticos, los debates y las experiencias de la Escuela se sistematizaron en un libro virtual, disponible para la lectura en los idiomas oficiales de la escuela: portugués, francés, inglés y español. El libro recoge los textos utilizados durante los encuentros, las reflexiones sobre los principales ejes de la Escuela y las metodologías desarrolladas en ella. Así, el equipo organizador anima a las participantes a replicar la formación en sus territorios.
Formar a formadoras, profundizar en los debates de las líderes feministas, impulsar sus luchas locales. Este es uno de los principales objetivos de la Escuela. Por ello, el siguiente paso es la Escuela de Facilitadoras, que tendrá lugar a partir de marzo de este año, con las mismas participantes de la primera edición, para que se conviertan en facilitadoras en sus territorios. También son impulsionadas las iniciativas regionales. La Marcha Mundial de las Mujeres de las Américas, por ejemplo, celebrará su propia formación, inspirada en la Escuela Internacional de Organización Feminista.
Para leer
Recomendamos la lectura del libro íntegramente, pero también hemos seleccionado un fragmento para que pueda empezar a leerlo. Redactado por Georgina Alfonso González, una de las facilitadoras de la Escuela, el texto “El sistema de opresión en la vida de las mujeres” expone los mecanismos del sistema de opresión capitalista y patriarcal en la vida de las mujeres. Lee a continuación la segunda sección del texto, titulada “Las diferentes manifestaciones del capitalismo como sistema de opresión”:
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Las diferentes manifestaciones del capitalismo como sistema de opresión
La comprensión del capitalismo como un sistema de opresión explica el proceso de reproducción social de la vida y facilita el análisis integral de las prácticas de dominación, lo cual permite debatir los desafíos de la emancipación. Los ejes de la dominación capitalista se expresan en la opresión económica, político-ideológica, sociocultural, ecológica, simbólico-mediática y de los saberes.
1. Opresión económica
La nueva morfología del trabajo provoca un cambio importante en las formas de subjetivación que se dan dentro del proceso productivo, lo cual incide directamente sobre las formas de explotación que afectan más a las mujeres. Es un hecho que la cínica racionalidad económica invisibiliza el trabajo de cuidados donde las mujeres se hacen cargo de los cuidados sin reconocimiento y/o remuneración económica. A las sofisticadas formas de explotación del trabajo se le suman la “informalización” y la “flexibilización” del trabajo, lo cual coloca a las mujeres en una situación aún más precaria.
El capital organiza sus nuevas fuerzas destruyendo el sentido unitario del proceso productivo. En estas condiciones el trabajo se vuelve “lo cotidiano”, es parte inseparable e imprescindible de la vida de todos y todas. Los vínculos sociales hoy se dan bajo el influjo de esta explotación extrema del trabajo (física, psíquica y hasta inconsciente) que polariza la totalidad social. Las tensiones constantes entre Estado, familia, comunidad y mercado en el mundo del trabajo se tienden a solucionar en detrimento del trabajo de las mujeres y a favor del mercado que cubre las necesidades de cuidados con ofertas de empleo, provocando así la inmediata mercantilización de estas labores de cuidado y la precarización de la vida.
En la economía global, estos cambios se manifiestan en una “nueva división internacional del trabajo” en la que el Tercer Mundo participa con la producción y exportación de productos primarios, mientras se incorpora a diferentes segmentos de la cadena de valor de la producción global. La combinación de la competencia en el mercado y el despliegue de las nuevas tecnologías son parte ineludible del proceso de acumulación de ganancias. La contención de los salarios, la flexibilización y la exclusión laboral se plantean como elementos propulsores y dinamizadores de la economía global en tanto el trabajo se complejiza en virtud de los cambios acelerados por el impacto de las tecnologías de la información y la comunicación.
En una coyuntura en que la economía apenas crece, la tendencia de un desarrollo económico más agresivo, significa la exclusión progresiva de mano de obra. En momentos de fuerte expansión, el reemplazo de empleo por tecnología disminuye la obtención de plusvalía, lo cual se compensa por el desarrollo de nuevas actividades económicas que terminan haciendo más agresiva la competitividad y la exclusión.
La tecnología se destina fundamentalmente a desarrollar áreas y productos ya establecidos en el mercado, en lugar de abrir nuevos espacios productivos. Los beneficios que generan las nuevas tecnologías son absorbidos por los mismos competidores acentuando su poderío, dominio y control, no sólo sobre lo que se vende sino también sobre las nuevas áreas y productos que se crean. Se convierte la tecnología en el “santo remedio” para los males sociales de los países subdesarrollados. La tecnología bajo la sicosis de la competencia desproporcionada es un elemento mayor de exclusión para las mujeres.
2. Opresión político-ideológica
Esta funciona bajo la premisa de conciliar las exigencias de la acumulación capitalista con la necesaria legitimación del nuevo orden neoliberal. Con un discurso tradicional de derechos humanos, justicia, libertades públicas y ejercicio de la ciudadanía, se fundamenta una ética radical del individuo aislado y protagonista de la democracia de normas y procedimientos. Sin embargo, la dominación político-ideológica se reafirma en sucesivas opresiones de: clase, género, etnia, raza, orientación sexual y generacional, entre otras.
Para el control de la soberanía, la autonomía y la libertad se despliega la opresión política con poder material propio manifestado en las armas, los ejércitos, las estrategias y las alianzas de tipo militar que se desarrollan para fortalecer la capacidad de desempeño del sistema de dominación, dividiendo a los sectores progresistas y populares, mientras consolida los intereses del bloque de poder en las políticas públicas.
El capitalismo replica en todos los ejes de dominación sus propias contradicciones. En la crisis actual, bajo la pandemia de la COVID-19, se ponen de manifiesto las incongruencias de intereses entre los imperativos de la acumulación del capital y el mantenimiento de los poderes públicos, de los que también depende la acumulación. El poder público legítimo y eficaz es una condición de posibilidad para la acumulación sostenida de capital, pero el impulso interno del sistema hacia una acumulación sin límites tiende a desestabilizar los propios poderes políticos de los que depende. Esta contradicción política explica las sucesivas crisis de la democracia y el carácter antidemocrático del sistema.
3. Opresión sociocultural
La usurpación de la subjetividad afianza la necesidad del capital de reproducir valores y modos de vidas a escala internacional para erigirse con poderío absoluto. La expansión y desterritorialización de las industrias culturales, la concentración y privatización de los medios de comunicación, la expansión y homogeneización de las redes de información, el debilitamiento del sentido de lo público y lo privado son las condiciones necesarias para garantizar la eficiencia de la globalización capitalista y son, además, causa del escepticismo político, la apatía social y el descrédito de los valores que dignifican a la mujer como sujeto político emancipador.
La homogeneización cultural que se impone como vía para enraizar la cultura del poder se esconde detrás de un discurso de verdad y tolerancia, unidad y pluralidad, democracia y competitividad, libertad e igualdad. La exuberancia cultural, la multifacética capacidad de expresión, la diversidad, son contrarios a la uniformidad que induce la dinámica capitalista. Sin embargo, esta uniformidad se oculta detrás del mundo de las mercancías que supera largamente la capacidad de consumo de las personas. Sólo en el mercado se explota la variedad y casi siempre sin consideración estética o ética alguna, con el fin de obtener la máxima ganancia. La homogeneización de los productos culturales y de los mercados de bienes simbólicos va cerrando, cada vez más, las posibilidades de creación libre promoviendo una creatividad condicionada por el gran capital. La pluralidad cultural recalca las desigualdades estructurales, culturales e históricas y divulga la racionalidad cultural transnacional.
La dominación sociocultural se asocia, además, a los fundamentalismos religiosos que se lanzan contra los derechos de las mujeres a una vida digna, desatando una guerra frontal con los movimientos emancipadores de mujeres, por la diversidad sexual, y antirracistas.
4. Opresión ecológica
Se disfraza en la racionalidad del progreso y la prosperidad. Se trata de un sistema que lleva a situación límite la relación vida o muerte y avala la eficiencia competitiva y los modelos utilitarios de intervención en la naturaleza. El cuidado y la reproducción de la vida, constituyen un “gasto” innecesario, en tanto no se recupera como inversión en bienes y servicios. A la eficiencia competitiva no le importa cuidar con tal de ganar, por eso destruye.
El capitalismo asume estructuralmente una profunda división entre el ámbito natural, concebido como oferta de materia prima y el ámbito económico, concebido como una esfera de producción de valor. La privatización de bienes comunes y naturales, el robo de la biodiversidad, las prácticas extractivistas y de despojos en nombre del desarrollo, son una constante histórica de la humanidad como resultado de la irracionalidad humana.
El desarrollo del sistema capitalista ha destruido la naturaleza y la vida humana. Las armas y la energía nuclear, los desechos tóxicos de tipo químico, las biotecnologías, el crecimiento exponencial de la combustión del carbón fósil entre otras tecnologías, amenazan la vida a escala planetaria. La robótica, las computadoras, las máquinas de control numérico, que disminuyen el trabajo socialmente necesario, son una amenaza permanente para las condiciones de trabajo al crear desempleo, subempleo, desigualdad creciente, pobreza y miseria en una gran parte del planeta.
Sin lugar a dudas la naturaleza es el punto de partida del capital, pero no es necesariamente su punto de llegada. De la naturaleza toma el capital su fuente de riqueza y a ella le devuelve sus desechos.
5. Opresión simbólico-mediática
El nuevo gran motor generador de riqueza se da mediante la opresión simbólico-mediática. La producción y apropiación de la subjetividad y sus redes de distribución transnacional han producido modos de sujeción nunca antes vistos. Todas las formas directas de interacción social son sustituidas por formas mediadas por un amplio sistema de comunicaciones, completamente extraño o distante de aquella realidad. Los mercados simbólicos y las culturas populares se reorganizan en relación con la masificación del consumo y la producción de bienes culturales.
La opresión simbólica-mediática se apoya en las tecnologías de la información y de la comunicación. Los mecanismos de opresión incorporan la inteligencia artificial a los instrumentos de la dominación. La disputa es sobre el control de los algoritmos, la socialización y la transparencia del uso de estas herramientas. La inteligencia artificial como un mecanismo productor de verdades “fake news” sustituye la espectacularidad de la política.
Esta opresión se coloca de múltiples y diversas formas incomprensibles, provocando placer donde siembra una duda o el chantaje, instalando la inactividad como reacción desmovilizadora ante ella. La opresión de las mujeres se vuelve seductora, cautivadora y crea la sensación del poder disciplinario. La violencia se internaliza en la subjetividad como estabilizador invisible e inatacable.
6. Opresión de los saberes
La opresión de los saberes se apoya en la colonialidad del saber. Se hace una lectura e interpretación abstracta de la realidad desde métodos, categorías y conceptos colonizadores. Se construyen teorías disciplinares que dividen ciencia y saber, devaluando los saberes populares y tradicionales. Supone una posición elitista, racista y androcéntrica que reduce las culturas no occidentales a objetos de estudios marginales y exóticos.
La despolitización del conocimiento y la ciencia incontaminada de la realidad son argumentos que legitiman la racionalidad instrumental y la neutralidad valorativa. Desde el conocimiento, el entramado de poder patriarcal y capitalista imbrica los sistemas de dominación para proyectarlos en el mundo académico de “la verdad”. El saber colonizado opera en todos los espacios de la vida, se asume acríticamente como axioma incuestionable. Desde el lenguaje y los discursos se impone este saber como único, lo que cierra la posibilidad de diálogos entre saberes diversos.