Elsa Sánchez: “las campesinas y campesinos son lo fundamental en un país”

23/05/2022 |

Por Capire

Lee la entrevista de la militante de La Vía Campesina de República Dominicana, sobre la construcción del feminismo campesino y popular

“Queremos que la mujer sienta que es, también, parte del proceso productivo del país y que pueda ser y visibilizarse como es: una protectora de la tierra, de la producción, de las semillas, de los recursos naturales dentro del medio productivo. Nosotras somos las que más participamos en todo ese proceso”. Eso dice la militante campesina dominicana Elsa Sánchez, en entrevista a Capire durante la 3ª Asamblea Continental de ALBA Movimientos. Elsa Sánchez vive en República Dominicana, forma parte de la comisión de mujeres de la Articulación Nacional Campesina y de la Federación de Caficultores de la Región Sur (Fedecares), que integra La Vía Campesina. Hace muchos años que Elsa milita en las organizaciones campesinas, especialmente con las mujeres y la juventud, y por eso también integra la articulación continental de mujeres de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC-Vía Campesina).

En 2022, La Vía Campesina cumple 30 años de una intensa trayectoria de luchas colectivas por la tierra y la soberanía alimentaria, sembrando la esperanza y la solidaridad. Durante la entrevista, Elsa habló sobre la construcción del feminismo campesino y popular en su país y sobre la necesidad de visibilizar el protagonismo de las mujeres en la construcción diaria de la soberanía alimentaria en la región. También relató la situación de las luchas por la legalización de las tres causales para la realización del aborto, que hoy es totalmente prohibido en República Dominicana. 

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Elsa, podemos empezar hablando sobre la organización y las luchas del movimiento feminista en República Dominicana?

República Dominicana es un país que ha tenido una gran trayectoria en la articulación del movimiento feminista. Nosotras tenemos un tema muy serio con la violencia hacia las mujeres. Estamos en las estadísticas más altas del continente, fruto del machismo y de la concepción cultural acerca de las mujeres, sus roles y su participación familiar, política y social.

Una de las luchas más fuertes que hemos tenido en los últimos tiempos es el tema de un código penal que lleva 17 años por aprobarse a nivel de Congreso. Planteamos que ese código tiene que definir y aprobar el aborto en las tres causales. Tenemos toda una lucha en las calles, las organizaciones e instituciones en todo el país con el tema de las tres causales y no nos cansaremos hasta que puedan ser aprobadas.

A nivel interno de nuestras organizaciones, este es un tema que va de la mano con lo que realmente somos, es decir, con el tema del campesinato: para que la mujer sea visibilizada en el tema de la propiedad, de la tierra, de la producción, la financiación, la participación familiar en la producción campesina. Queremos que la mujer sienta que es, también, parte del proceso productivo del país y que pueda ser y visibilizarse como es: una protectora de la tierra, de la producción, de las semillas, de los recursos naturales dentro del medio productivo. Nosotras somos las que más participamos en todo ese proceso.

Es muy difícil que veas un compañero que tenga una pequeña fábrica para producir queso, por ejemplo. Somos las mujeres quienes tenemos eso, o una fábrica para producir dulces, un pequeño puesto o lugar de venta de productos del campo.

Pero vivimos en un país donde el trabajo doméstico es uno de los medios más altos de producción de nuestras compañeras, porque vivimos en los campos pero la mayoría de esas compañeras se van a las ciudades a trabajar. ¿Qué planteamos? Que ese sea un trabajo reconocido legalmente por el Estado dominicano; que las mujeres trabajadoras domésticas puedan tener una protección de salud, una serie de reivindicaciones que las trabajadoras en diferentes partes del mundo tienen según sus leyes, y que nuestras compañeras no lo tienen.

Lo que yo te estoy diciendo es la lucha de miles y miles de compañeras que estamos en esas organizaciones, tanto las federaciones, las cooperativas, las asociaciones locales que se articulan a nivel del país. La Articulación Nacional Campesina tiene 21 federaciones, con presencia en 26 provincias, entre las 32 que hay en el país. El número de mujeres es muy alto dentro de las organizaciones y las asociaciones. Las jóvenes están ahí, innovando, apoyando, aportando, integrándose en todos los procesos y renovándonos a nosotras en esas estructuras, a nivel local regional y nacional.

Hay lugares donde se discute el desafío de las juventudes que no quieren quedarse en el campo, debido a múltiples dificultades por la ausencia de apoyo y de formación. ¿Crees que hay un movimiento distinto de ese en República Dominicana? ¿Y piensas que el feminismo puede aportar para que las jóvenes se queden? 

En los últimos tiempos, hemos trabajado el tema de la articulación campo-ciudad. Los grupos de jóvenes, como tú dices, se mueven a la ciudad por el tema de los estudios o del trabajo. Lo que hemos hecho es articular una estructura a nivel de campo-ciudad, en un proceso de seguimiento y de acompañamiento. Nosotras ponemos en práctica esta campaña que CLOC-Vía Campesina ha estado manejando, que es “Volver al campo”, o sea, acciones que planteamos a esas muchachas y muchachos para que puedan integrarse a su comunidad y seguir los patrones productivos, de integración y participación familiar.

Estamos vinculados y vinculadas a las escuelas de formación agroecológica. Tenemos personas egresadas de la Escuela Latinoamericana de Agroecología (ELAA), en Brasil, y egresadas de Nicaragua y de Iximulew. Esos jóvenes han ido motivando nuestros muchachos en las comunidades, intercambiando esos aprendizajes, y planteando cómo hacer un proceso de integración y participación dentro de las comunidades.

La agroecología es un tema de integración y transformación del movimiento campesino. Tanto los movimientos feministas y la participación de las familias como la propuesta de integración al campo se articulan, se coordinan.

En el marco de la pandemia, nosotros tuvimos un excelente vínculo con organizaciones de jóvenes de la ciudad, que organizaban puntos de mercado donde se vendían kit de productos. Nosotros organizamos cada año un campamento juvenil, donde las muchachas y los muchachos de las ciudades van al campo y, en cuatro o cinco días, comparten con las familias, con los campesinos. Hacemos intercambios pedagógicos, también se hacen ferias culturales, donde los muchachos de las ciudades traen sus grupos, artistas, canciones, pinturas alusivas al medio ambiente y al cambio climático, organizan videos, una serie de herramientas y materiales, y también los muchachos del campo pueden intercambiar con ellos toda su producción, su medio de alimentación, las costumbres que tenemos en el campo.

En los últimos tiempos, han cambiado la estructura alimenticia y la misma integración de las familias. Los medios virtuales y todo este uso de redes también han cambiado un poquito la cultura, y hacer eso nos permite la reintegración. Todo ese proceso ocurre con transversalidad de género. Entendemos que las mujeres y los jóvenes son el pilar a integrar, a hacer parte de esta transformación por la que luchamos.

La construcción del feminismo campesino y popular es larga, y ustedes la vienen proponiendo hace varios años, en varios procesos políticos. ¿Cuales son los retos y desafíos de esa construcción hoy?

El feminismo campesino y popular todavía sigue siendo un gran reto. Hablamos sobre poder integrarse más desde el campo, porque, a nivel de las ciudades, las compañeras a veces tienen más facilidades y más posibilidades, quizás por el vínculo con algunas instituciones. Para nosotras en el campo, es más complejo.

Las capacitaciones, las escuelas de formación, los instrumentos que hemos construido juntas, o sea, las cartillas, los documentos, los posicionamientos, las acciones de incidencia, todo eso nos ha costado mucho para poderlo lograr. No podemos decir que tenemos un proceso acabado, porque cada día se nos presentan elementos distintos para trabajar, como ha pasado por ejemplo con el covid-19. Las más afectadas hemos sido las mujeres, por el rol que nos ha tocado vivir dentro de las familias. Dentro de un encierro y un cuidado familiar, la mujer tiene que estar ahí, como la cabeza del proceso. Seguimos fortaleciendo la concepción de que es un tema de igualdad, un tema de compartir.

A nosotras, el feminismo campesino y popular nos ha ayudado a entender que, dentro de las estructuras de participación y coordinación, dentro de los contextos que se nos den –además del covid-19, hay las guerras y la criminalización–, nosotras podemos estar ahí con los posicionamientos, las discusiones, las vocerías que han sido parte de los procesos que hemos trabajado. Yo te voy a poner un ejemplo de mi país: allá se hace una primera ley de distribución de tierra en el 1951, y es una distribución para hombres, las mujeres nos estábamos incluidas. Nos empoderamos las mujeres y, dentro de esa misma ley, creamos una resolución para que seamos tomadas en cuenta y para que la tierra sea bien familiar. Está la misma situación de las mujeres indígenas, que han tenido una situación de marginalidad en sus territorios, y las mismas compañeras afro, como nosotras, que hemos tenido un tema de racismo, el mismo con el tema de las personas trans.

El feminismo campesino y popular ha sido una construcción conjunta de las compañeras. Y eso pasa con la participación de los compañeros, porque tenemos estructuras políticas en donde esta ha sido una discusión, una definición con los argumentos y propuestas de las compañeras, y que en el día de hoy siguen siendo pilares y banderas de lucha de nosotras en cada uno de los territorios.

Seguimos construyendo temas como el del cuidado, de la visibilización del trabajo doméstico, de la defensa de la tierra y de los recursos, donde compañeras han perdido la vida, como Berta Cáceres y otras compañeras.

Nosotras decimos que no es posible andar solos y solas. ¿Cómo es posible que hayamos logrado tener unos derechos de los campesinos y de las campesinas hoy? Eso solo pudo haberse hecho desde esa articulación. Saber defender, en nuestros países y territorios, la soberanía alimentaria como el derecho a producir, la recuperación de nuestras tierras, defender nuestra agua, incorporar nuestras semillas nativas, esos son elementos que hemos aprendido. Eso se da al intercambiar esas experiencias, para poder tener una visión clara de la participación de nosotras, las mujeres, en nuestros espacios, con nuestros valores, la recuperación de la historia, la reorganización y los conocimientos puestos en práctica de nuestra cultura.

La CLOC-Vía Campesina no es una herramienta, es un componente fundamental para todo este proceso de participación política que nos ha ayudado a empoderarnos, a intercambiar, a hacerle entender a los Estados y gobiernos que existe un campesinado en el mundo que tiene derechos.

Decimos que las campesinas y los campesinos son lo fundamental en un país. ¿Cómo es posible producir alimentos si los campesinos no estamos en el campo? ¿Cómo es posible proteger nuestras montañas y nuestros ríos? ¿Cómo es posible que podamos tener animales? ¿Que podamos multiplicar e intercambiar nuestros saberes si los campesinos no estamos en el campo? Siento que CLOC-Vía Campesina nos ha devuelto la posibilidad de que ese valor se conozca a nivel de la ciudad, a nivel del mundo. Pienso que el campesinado ha dado vida a esas siglas, a esas banderas, a esas imágenes, a esos colores que tiene nuestra bandera, que son como una respuesta de lo que realmente somos. Pienso que esto es un intercambio de saberes, de acciones, demandas, logros y luchas.

Cuando nos tiramos a la calle con todas esas banderas, consignas y gritos, tiembla el espacio donde estamos.

CLOC-Vía Campesina es una respuesta política que se canaliza desde esa parte humana que somos los campesinos y las campesinas. Eso se visibiliza en la agenda común que tenemos. Yo voy a un país muy lejos del mío y encuentro un campesino como yo. ¿Qué es lo primero que ese campesino valora? La tierra, la producción, el alimento, la protección del medio ambiente, la posibilidad de que podamos tener ese líquido tan preciado como es el agua.

Por eso es que decimos que hay que globalizar la lucha y hay que globalizar la esperanza: porque es lo que nos hace sentir parte de esos derechos, que también nosotros y nosotras fuimos redactores y defensores de ellos, y que logramos que pudieran ser aprobados como son.

Entrevista conducida por Helena Zelic

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