Los impactos de la pandemia de covid-19 sobre las mujeres populares en África

10/03/2021 |

Por Sophie Dowllar

Lee y escucha los aportes de Sophie Dowllar, de la Marcha Mundial de las Mujeres de Kenia en el webinario "Desafíos del feminismo popular".

Cabo Delgado

Muchos ignoran lo que es África. Muchos piensan que África es un país. El otro día hablaba con una persona que me decía: «Al menos para África, hay que hacerlo así”. La gente habla y piensa como si fuera un solo país. África es un continente y tenemos diferentes coyunturas políticas. Cada país africano tiene problemas que no son monolíticos, ni estáticos ni simples.

En el movimiento de mujeres, tenemos que encontrar algo en común entre nosotras, porque tenemos problemas unificados. Vemos la expansión de la movilización popular de las mujeres que va más allá de los conflictos, destacando las luchas cotidianas como la reproducción, la salud, la alimentación, la educación. Ahora mismo, los grupos minoritarios también tienen muchos problemas. En la actual crisis mundial, vemos cómo muchas mujeres se movilizan en sus comunidades para responder a la creciente amenaza de la covid-19 que está sacudiendo el mundo.

Vemos cómo las mujeres asumen el mando, se cuidan a sí mismas y se cuidan entre ellas. Vemos que las mujeres de base construyen sociedades en torno a sus comunidades. Las acciones se basan en la solidaridad. Nunca antes habíamos visto a las mujeres tan unidas como ahora. La pandemia ha planteado un reto a todos, y un reto aún más grande para las mujeres.

Hay tres lecciones importantes que podemos aprender de las mujeres del movimiento popular. El primero es hacer visible la primera línea que construyen para cuidar de sus comunidades. Hablamos del trabajo esencial: salud, alimentación, seguridad. Las comunidades están sufriendo una gran presión, especialmente con la llegada de la covid-19, pero lo que vemos con la movilización popular de las mujeres es la resiliencia. Las mujeres ya están pensando en alternativas. Nuestro Estado no está siendo capaz de cuidar a nadie, y como todo el mundo está ocupado cuidando de sí mismo, nadie presta atención en cómo está la comunidad ni a lo que hacen las mujeres. Pero si lo hacen, se darán cuenta de que las mujeres están muy movilizadas.

Lo que vemos en la acción de las mujeres en todo esto no está siendo registrado ni valorado. Las personas ni siquiera reconocen el trabajo que ellas realizan. Las mujeres suelen ser las que tienen una respuesta más rápida y contribuyen al cuidado de la comunidad en tiempos de crisis. Tenemos un grupo aquí en Kenia llamado Kibra, que forma parte de la Marcha Mundial de las Mujeres, y hemos visto mucha resiliencia proveniente de sus integrantes. En un momento así, estas mujeres se unieron y se organizaron, enseñando a otras a fabricar jabón para lavarse las manos.

La segunda lección es que el impacto de la covid-19 tiene una fuerte huella de género. Amplió la desigualdad que ya existía. Con la pandemia, las disparidades que ya existían se hicieron cada vez más grandes. La violencia aumentó en el confinamiento. Se dificultó el acceso a los centros de salud reproductiva. Los recursos sanitarios fueron destinados a otros sectores. El impacto de género fue realmente muy grande para las mujeres, especialmente las mujeres de base. Juntas, empezaron a compartir el huerto, las medicinas y sus fuentes de ingresos. Son lugares desde donde las mujeres logran la sostenibilidad. En tiempos de crisis, las mujeres retoman las viejas formas de hacer las cosas.

La tercera lección importante que debemos observar: tener un enfoque feminista cuando se trata de liderar. Es muy importante hacerlo en tiempos de crisis. No quiero decir que esto incluya también el autocuidado. Con demasiada frecuencia, nos ocupamos de la comunidad y nos olvidamos de nosotras mismas. Es imposible ayudar a otros si no podemos ayudarnos a nosotras mismas. Creo que ahora mismo ni siquiera se trata de quererse, sino de tener un enfoque feminista del protagonismo, y eso empieza por uno mismo.

Ahora vemos que hay mucho miedo, desesperación y aislamiento. Hemos visto a mujeres aisladas por el confinamiento, pero el distanciamiento social es un privilegio que sólo una pequeña parte de la población puede permitirse. Si no tienes recursos económicos, es muy difícil quedarse en casa. El aislamiento social también tuvo un inmenso impacto en la salud mental. Cuando las compañeras no pueden reunirse, interactuar y organizarse, esto afecta a su capacidad psicológica de obtener información fiable de la que dependen las personas.

Lo que hicieron las artistas para combatir los problemas de salud mental fue muy hermoso. En el confinamiento, perdieron la posibilidad de vender y exponer sus obras, que son su medio de vida. Empezamos a notar pequeñas señales de depresión. Así que para crear apoyo y un lugar seguro, creamos un canal en YouTube donde estas mujeres pudieran expresar su arte. Allí cantan, leen poemas, hablan, dan consejos. Cada vez que hablas en una pantalla así, tienes en cuenta que estás hablando con mucha gente. Esa fue la forma que encontramos para compartir colectivamente nuestros problemas y nuestro camino, nuestras experiencias. Eso es lo que hace el feminismo. Crea estrategias para las mujeres durante la crisis.

Estas mujeres crearon grupos para hablar de sus experiencias, compartir conocimientos y enseñar a otras mujeres cómo cuidarse, cómo hacer jabón, cómo tratar a los niños, cómo acceder a los centros de salud. La gente no habla de esto, no comparte nada sobre la organización de las mujeres y cómo estas mujeres de base comparten sus experiencias, cómo luchan juntas por una solución. Pero nosotras lo haremos.

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Sophie Dowllar es una activista feminista de Kenia y miembro del Comité Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres.

Este texto es una versión editada de la intervención de Sophie en el webinario Desafíos del Feminismo Popular.

Idioma original: inglés

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