¡Amandla!
Amandla significa «poder». En Sudáfrica, normalmente respondemos con «poder para los trabajadores», pero, en la Marcha Mundial de las Mujeres, nuestra respuesta es siempre «¡poder para las mujeres!» Me impresiona un poco la importancia que se le da a Sudáfrica, porque nuestras luchas y nuestros desafíos parecen minúsculos comparados con lo que está sucediendo en otras partes del mundo y, especialmente, en otras regiones del continente. Se me pidió que hablara sobre la situación del movimiento de mujeres en Sudáfrica, en el marco del Día de la Mujer Africana, para celebrar la conferencia de la Organización Panafricana de Mujeres [Pan-AfricanWomen’sOrganization – PAWO], realizada en 1962 en Tanzania.
Para nosotras, de la Marcha Mundial de las Mujeres, creo que no podemos distraernos de lo que es nuestra lucha, nuestros objetivos y nuestra visión. Lo que me atrajo a participar en la Marcha Mundial de las Mujeres fue el eje central en la raíz del problema de la explotación y de la opresión, en la concientización de que estamos luchando contra un sistema: el capitalismo, un sistema económico que busca aumentar la desigualdad entre ricos y pobres, ya que se basa en una lógica que prioriza el lucro en detrimento de las necesidades de las personas. Además, es un sistema patriarcal que margina a las mujeres y, por lo tanto, la unión y la organización de las mujeres entre ellas mismas, se convierten en un imperativo para combatir esta opresión.
Hasta 1994, Sudáfrica estaba gobernada por un sistema opresivo llamado apartheid que no reconocía a las personas negras como seres humanos y segregaba a la población en función del color de la piel. Mientras luchábamos contra este sistema – mujeres y hombres juntos -, la lucha por los derechos de las mujeres no era una prioridad. Teníamos un enemigo común, que era el sistema capitalista del apartheid.
La nueva era de democratización no ha traído transformaciones para la mayoría de las mujeres y personas negras en Sudáfrica, ya que solamente el apartheid colapsó en 1994, no el sistema capitalista. La lucha contra el capitalismo continuó, así como otra batalla, contra otro tipo de opresión – el patriarcado -, ya que se producía la transferencia de poder apenas entre los hombres.
En Sudáfrica, nuestro espacio político se basa en una política “partidista”. En 1994, el Congreso Nacional Africano [AfricanNationalCongress– ANC] asumió el gobierno y permanece en el poder hasta el día de hoy. El ANC tiene su propia Liga de Mujeres [AfricanNationalCongressWomen’s League – ANCWL], al igual que Frelimo [Frente de Libertação de Moçambique] tuvo el Foro de Mujeres. Pero, a diferencia del Foro Mujer, que se independizó, la ANCWL sigue siendo un ala fuerte del partido gobernante.
Cuando hablamos sobre el feminismo y las luchas de las mujeres en Sudáfrica, la gente se refiere inmediatamente a ANCWL. La liga queda subordinada al poder de los hombres del partido. Un ejemplo de esto lo ilustran los acontecimientos políticos recientes. Se plantearon muchas preguntas e inquietudes sobre el saqueo y la destrucción de la infraestructura que se sucedieron en el país, como se puede ver en la televisión o en las redes sociales. Es evidente que esto está relacionado con la detención del ex presidente Jacob Zuma. Él fue detenido porque se negó a testificar ante una comisión creada cuando estaba en el gobierno para investigar varios casos de corrupción.
Hace algún tiempo, este mismo presidente fue denunciado en un caso de violación. Para la mayoría de las mujeres, el apoyo de ANCWL a Jacob Zuma durante el juicio fue incomprensible. En el contexto sudafricano, construir el movimiento de mujeres y competir con un partido político tan fuerte y popular no es una batalla fácil. Por lo tanto, es muy importante construir organizaciones de la sociedad civil sólidas y tratar de organizar la Marcha Mundial de las Mujeres en Sudáfrica.
Organización de las mujeres durante la pandemia
A lo largo de la historia de Sudáfrica, cuando los hombres abandonaban las zonas rurales en busca de trabajo en las minas y las ciudades, las mujeres se quedaban para cuidar del hogar, de la familia y de la agricultura. Para sobrevivir, ellas se organizaban en lo que llamamos “stokvels” o “clubes de ahorro”. Se reunían para intercambiar y compartir sus prácticas.
La pandemia trajo consigo la necesidad de recuperar estos conocimientos indígenas y retomar estos grupos. Las mujeres se han unido y formado grupos en diferentes comunidades para cocinar y proporcionar comida a las personas sin hogar y a las que han perdido sus trabajos. Todos los días, miles y miles de personas comen gracias a estos comedores comunitarios. Sudáfrica sigue siendo una de las sociedades más desiguales del mundo y la pandemia lo ha hecho más evidente.
Es interesante que el eje central del Día de la Mujer Africana sea el empoderamiento económico y la inclusión financiera. Gran parte de este énfasis, dado principalmente por los movimientos de mujeres del norte, está en el espíritu empresarial, para alentar a las mujeres a establecer pequeñas empresas y ganar dinero. “De esa forma enriqueces y mejoras tu vida”, es lo que dicen.
Debemos tener cuidado de no caer en la trampa capitalista que enfatiza hacer dinero. En la Marcha Mundial de las Mujeres debemos centrarnos en nuestras demandas por una economía feminista, en nuestras demandas por el reconocimiento del trabajo reproductivo invisible, para que sea incluido en la economía. Este trabajo, en todas sus formas, debe ser reconocido y valorado. Se trata de reconocer el papel fundamental que juegan las mujeres en nuestra sociedad, poniendo atención en la raíz del problema: luchar contra un sistema que nos oprime y nos mantiene en una espiral de pobreza y desigualdad, un mundo que mantiene el poder de los hombres sobre nosotras.
Hay muchas mujeres en puestos de liderazgo en África y lo celebramos. Las mujeres ocupan varios escaños en el parlamento. Pero no debemos olvidar que esas parlamentarias son tan fuertes como nosotras que estamos en los territorios, organizados en la base. Ellas son tan fuertes como las voces de esas mujeres que no son escuchadas en los territorios. Porque las mujeres en el parlamento, en estos poderosos puestos, pueden ser fácilmente cooptadas por la dominación masculina y por los círculos patriarcales.
Las voces de la Marcha Mundial de las Mujeres, marchando en las calles, deben ser ruidosas y no dejar ninguna duda: “abajo el capitalismo”, “transformación del sistema”, “vacuna para todas las personas”, “las personas vienen antes que el lucro”. Estas voces deben ser fuertes para animar aquellas mujeres – a quienes votamos para que ocupen las estructuras de toma de decisiones – a luchar por una transformación significativa. ¡Amandla!
Wilhelmina Trout es sindicalista feminista e integrante de la Marcha Mundial de las Mujeres en Sudáfrica. Este texto es una versión editada de su exposición oral en el webinario «Celebrando a las Mujeres Panafricanas hoy», realizado por la WMM África el 31 de julio de 2021.