Construyendo el feminismo y una sexualidad libre en Mozambique

07/05/2021 |

Por Maira Domingos

 

Maira Domingos trae reflexiones sobre la maternidad obligatoria, el conservadurismo y las relaciones patriarcales en el matrimonio

Foto/photo: Fórum Mulher, 2019.

 La realidad de los conflictos armados refuerza, en la maternidad, la función de alimentar la propia guerra.

La maternidad y la sexualidad son temas sobre los que las mujeres mozambiqueñas encuentran poco espacio para compartir y reflexionar colectivamente. En Mozambique, es muy común que las mujeres tengan muchos hijos por obligación, incluso si no traduzcan un deseo y un sentimiento placentero de ser madre. La realidad de los conflictos armados refuerza, en la maternidad, la función de alimentar la propia guerra. El gran problema de la desnutrición castiga el cuerpo de las mujeres que, incluso cuando tienen hambre, necesitan encontrar fuerzas para alimentar a sus bebés. Estos son sólo algunos ejemplos de cómo la maternidad es un tema que involucra a toda la organización social y económica, y no sólo a la vida privada de cada mujer.

Se les cobran a las mujeres ser madres y, a menudo, se convierten en las únicas responsables de criar a sus hijos. Se espera que tengan respuestas para todo. Como mujeres feministas, confrontamos esta exigencia que se nos impone. “No tenemos un título de madre”, decimos. Sin embargo, todavía enfrentamos muchos desafíos, ya que a las mujeres les resulta difícil hablar y compartir sus realidades.

Nuestra intervención feminista dentro del país es generar espacios de discusión y estrategias para facilitar el acceso de las mujeres a los servicios de salud. Es necesario observar las necesidades de las mujeres con más atención. Apoyamos la construcción de grupos de mujeres que organizan, cada vez más, reivindicaciones en el campo de la asistencia de la salud.

Basta de control y mercantilización de nuestros cuerpos

En el campo de la sexualidad, una de nuestras experiencias más notorias fue en 2012, cuando protestamos contra la fábrica nacional de producción de cerveza que, en ese momento, había lanzado un nuevo producto cuya publicidad mostraba una botella con forma de cuerpo femenino. Nuestra reivindicación pública sobre la sexualización y comercialización del cuerpo de las mujeres fue incluso llevada al Ministerio Público que nos respondió positivamente, ordenando que se retirara el anuncio que ya circulaba por todo el país.

Este caso ha dado buenos resultados, pero es importante visibilizar que las instituciones públicas también son responsables por diversas formas de control sobre el cuerpo de las mujeres. No podemos ingresar a un edificio público con determinada ropa, y esto es una herramienta para excluirnos de los espacios públicos y de toma de decisiones. Vivimos en un Estado conservador, cerrado y que bloquea los debates sobre la sexualidad.

Otro caso que ilustra nuestra realidad es el de una joven que fue nombrada gobernadora y luego tuvo fotografías privadas expuestas al público. Esto se utilizó para desacreditar sus habilidades profesionales y políticas. Hicimos nuevamente una intervención pública denunciando la sexualización del cuerpo de las mujeres.

En términos de organización, aún queda un largo camino por recorrer. Estamos comprometidas en la formación política para el reconocimiento de las desigualdades. Para que las mujeres reconozcan las diversas trampas del patriarcado que nos hacen aceptar ciertas prácticas como naturales y normalizarlas. Estas prácticas ponen a las mujeres en el lugar de la sumisión.

Hay grupos que siempre intentan confundir la sociedad, diciendo que nuestra intervención es un ataque al gobierno y que, por eso, servimos a los intereses occidentales. Cualquier forma de organización que pretenda ocupar el espacio público y deconstruir esta lógica de opresión es desacreditada por las instituciones más conservadoras y por los que son privilegiados. Esto nos pasó a nosotras. Incluso recibimos mensajes a través de las redes sociales que nos difamaban y amenazaban.

Concretamente en Maputo, la capital del país, comienzan a surgir «nuevos» fenómenos conservadores, como es el caso de las «concejales del hogar». Son relaciones totalmente patriarcales de mujeres que ganan una posición más pública en la sociedad a través de las redes sociales. Esta representación atrofia la mentalidad de las mujeres. Es una imagen que lleva a la mujer al hogar, en favor del sistema patriarcal. Lo que vemos es un conservadurismo que se extiende más allá de las instituciones formales, avanzando hacia estas nuevas figuras de la sociedad que mantienen y actualizan las prácticas patriarcales en la vida de las mujeres. Hacen que el conservadurismo ocurra a través de una idea de la cultura del bienestar, distorsionando la realidad.

Planteamos una revisión del Código Penal en 2014. Uno de los artículos del Código decía no haber delito de violación si el violador se casara con la víctima. Defendemos que la unión matrimonial no puede servir para legitimar la violencia, ni anular este delito y que cualquier violación sexual debe ser penalizada. El artículo se basa en un sistema patriarcal que naturaliza la satisfacción de las necesidades sexuales de los hombres. De ahí que es común disculpar y no penalizar. En muchas comunidades rurales, donde las instituciones son incipientes en la prestación de servicios, los casos de violencia sexual no llegan a las autoridades locales. Se hacen arreglos dentro de la familia, acuerdos «amigables» para encubrir estas situaciones. Durante el proceso de revisión del Código Penal se han apuntado muchas trampas que están directamente vinculadas al tema de la sexualidad, la autonomía y el cuerpo de la mujer, y nuestra lucha es poder eliminarlas. Siempre podemos sufrir retrocesos y poner en peligro los derechos que ya hemos logrado si no estamos atentas.

La formación política es un espacio de organización que permite a las mujeres reconocer y hablar más abiertamente sobre temas de sexualidad y cuerpo. Aún son pocas las mujeres que actúan públicamente desde el aprendizaje del espacio de formación política, pero él ha sido, para nosotras, el canal de organización del pensamiento político, del reconocimiento de la autonomía y de la libertad.

Hacer frente a los privilegios masculinos para que las mujeres tengan derecho a una sexualidad libre

En las instituciones, las fuerzas conservadoras intentan hacer revisiones y reformas legislativas para que los intereses particulares estén atendidos. Estos intereses particulares están relacionados con los intereses de los hombres. Muchos de ellos son, por ejemplo, practicantes de relaciones polígamas, aunque tengan un matrimonio monógamo. Mantener las relaciones e, incluso otras familias, simultáneamente es un privilegio de los hombres, una práctica exaltada en el campo de la masculinidad, no siendo ejercida por las mujeres.

Hay muchas mujeres que aceptan la poligamia porque tener marido es algo que les da una falsa posición en la sociedad, dignidad y sustento. Una mujer sin pareja, para esta sociedad patriarcal, es como si no existiera. Es un desafío fortalecer la dimensión de que nuestro sentido de logro puede provenir de nosotros mismos. Los hombres que forman familias con varias mujeres les hacen creer que oficialmente son sus maridos, pero no existe ningún documento que pruebe esta unión. Muchas aspiran a tener sus derechos como esposas, pero en realidad no tienen ninguna relación oficial.

Es muy importante comprender la relación entre sexualidad y control y, en consecuencia, los roles que se imponen a las mujeres. La gran parte de la población mozambiqueña es rural y en este lugar es muy común que las mujeres mayores encuentren mujeres más jóvenes para sus propios maridos. Lo que existe es el desplazamiento del rol de la mujer: del lugar de la esposa al lugar de la madre. Las mujeres mayores cuidan a sus maridos como si fueran sus hijos. Se convierten en organizadoras de la vida del marido y se preocupan por brindarles satisfacción sexual poniéndose en el lugar de intermediación entre él y las nuevas mujeres. 

Es común que las relaciones polígamas sean siempre con mujeres más jóvenes, como si fuera el termómetro de la masculinidad. El individuo que tiene una relación con una mujer más joven recibe el estatus de un peso adicional a su desempeño, que lo clasifica como «más hombre» frente a los demás. Mientras tanto, se intenta hacer que las mujeres más adultas sean menos atractivas, con menos capacidad para experimentar placer.

Necesitamos deconstruir el placer como algo que nos da el otro. Ampliar la comprensión de nuestro cuerpo y la libertad para hablar colectivamente sobre los fantasmas de la sexualidad. Todos los estereotipos generados en torno a la sexualidad femenina están cargados de vergüenza, culpa y miedos que hacen referencia al control patriarcal y capitalista. Desenmascarar estos trucos es un paso hacia la autonomía de las mujeres, para que experimentemos el placer libre de opresión.

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Maira Domingos es militante de la Marcha Mundial de las Mujeres en Mozambique y Directora de Programas del Fórum Mulher.

Traducido del portugués por Aline Lopes Murillo

Edición por Bianca Pessoa e Helena Zelic

 

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