En 07 de abril de 1930, nacía Vilma Espín en Santiago de Cuba. Vilma Espín fue una de las luchadoras más activas en el periodo revolucionario. En el período pre-revolucionario, participó del Movimiento 26 de Julio, que rendía homenaje al asalto al cuartel Moncada, un intento guerrillero revolucionario que se dio en el 26 de julio de 1953, cinco años antes del éxito de la Revolución Cubana, y que tuvo también la participación de Espín.
Después de la revolución, tuvo diversos roles de liderazgo en el Partido Comunista de Cuba, bien como en la organización de las mujeres. Las mujeres cubanas crearon espacios fundamentales de auto-organización y construcción colectiva, como lo es la Federación de Mujeres Cubanas, la cual pudo tener el liderazgo de Espín desde la creación, en 1963, hasta su muerte en 2007.
Con las mujeres cubanas, las feministas de todo el mundo aprenden que las luchas de las mujeres son revolucionarias, y que cambiar radicalmente la organización de la sociedad es posible. Vilma Espín fue una de las que decían que las mujeres son “una revolución dentro de la revolución”, incluso porque fueron las responsables por profundizar procesos de cambio y combatir el patriarcado, inaceptable en el socialismo.
Compartimos abajo dos discursos de Vilma Espín, para que podamos aprender con ella a partir de sus propias palabras. En “El ejemplo de las cubanas en otras latitudes”, Espín habla sobre las luchas de las mujeres por soberanía y independencia en la región latinoamericana, bien como sobre los desafíos de enfrentar la pobreza, el poder transnacional y la desinformación. Ya “Mujer: una Revolución dentro de la Revolución” relata las transformaciones laborales para las mujeres bajo el socialismo, bien como sus logros en distintos sectores. Ya Los textos fueron extraidos del libro Vilma Espín Guillois: El fuego de la libertad, organizado por Yolanda Ferrer Gómez y Carolina Aguilar Ayerra y publicado por el Editorial de la Mujer en 2015.
El ejemplo de las cubanas en otras latitudes
La fuerza de las mujeres latinoamericanas y su pujante movimiento cada vez abarca mayores proporciones; es una demostración más de la posibilidad de unirnos estrechamente en torno a objetivos esenciales para el futuro de nuestros pueblos.
A lo largo de estos años ha crecido sistemáticamente la participación femenina en la lucha por la independencia y la soberanía nacional, en la batalla por desbrozar los caminos del desarrollo. Han quedado atrás los tiempos en que solo mujeres excepcionales podían destacarse en la vida económica, política y social de sus países y se abre paso una nueva etapa en que son muchas las que participan, jugando un importante papel en la sociedad.
Hacer llegar cada vez mayor información a amplios sectores femeninos sobre las causas reales de su situación, movilizar a las masas de mujeres para que contribuyan con su influencia y con su acción al logro de los objetivos de sus pueblos, a la conquista de sus más genuinos derechos, es realmente un compromiso de honor para cada mujer consciente de esta región.
Es necesario que nuestra voz penetre la barrera de mentiras, de desinformación que imponen los medios de difusión en manos de las transnacionales imperialistas, encargadas de confundir, dividir y desviar a las masas de sus legítimos intereses. Vencer en este empeño, solo será posible si desplegamos una labor tenaz y nos unimos fuertemente frente al enemigo poderoso y carente de escrúpulos que amenaza la supervivencia de los pueblos de este continente.
¿No son acaso las mujeres quienes sufren con mayor rigor las consecuencias de la crisis económica que golpea con saña sobre las mayorías desposeídas, afectando también a otras clases sociales de los países de América Latina y el Caribe?
Las mujeres padecen con todo dramatismo el impacto de la inflación, de la carestía de la vida, de la falta de alimentos, de escuelas, de servicios médicos para sus hijos: de la miseria, del hambre, de la desesperanza; son ellas quienes se ocupan en inhumanos subempleos que les ofrecen misérrimas entradas, quienes se emplean en las industrias maquiladoras, quienes reciben salarios inferiores por cualquier plaza, quienes primero son echadas a la calle cuando se impone el desempleo.
Decenas de miles de mujeres se ven obligadas a lanzarse a la prostitución para que puedan subsistir sus familias. ¿Puede concebirse situación más terrible en pleno siglo XX que la de aquellas infelices dominicanas asfixiadas en un contenedor de un barco cuando eran trasladadas como vulgar mercancía para ejercer este oficio en otra isla del Caribe?
Hoy las mujeres son parte de la realidad actual, de los problemas económicos, políticos y sociales que afrontan nuestros países; en la mujer del continente está la voluntad de actuar y responder al llamado de esta hora.
Mujer: una revolución dentro de la Revolución
El socialismo para las mujeres cubanas ha significado libertad, independencia, soberanía, dignidad, justicia social, seguridad para la formación y desarrollo de los hijos, derecho a la igualdad, a la vida, a decidir el propio destino, a trabajar por el porvenir soñado y defenderlo con todas las fuerzas.
Las mujeres cubanas somos casi la mitad de la población, un alto por ciento de la fuerza laboral, de los técnicos del país, apreciándose la tendencia a mantener e incrementar el nivel participativo, ya que tanto en las sucesivas graduaciones como en la matrícula femenina, se muestra un sostenido crecimiento en todos los cursos.
En la intelectualidad cubana, entre los artistas, escritores y profesionales destacados descuella también el talento femenino. Tenemos la satisfacción de que una científica nuestra ostenta la medalla de la Propiedad Intelectual de la Organización Mundial de la Propiedad Industrial, que ha sido conferida solo a 192 científicos en el mundo. También en el deporte las cubanas han alcanzado éxitos extraordinarios, tenemos campeonas en varias disciplinas y especialidades en el orden internacional. En numerosas profesiones en todas las ramas, sobresalen figuras femeninas por la inteligencia y eficiencia, por la capacidad y la destreza demostradas.
También se aprecia una importante incorporación al sector de la construcción, destacándose, como resultado de la revitalización de las microbrigadas, la incorporación de miles de mujeres a este movimiento; son numerosos los ejemplos de eficientes compañeras albañiles, azulejadoras y de otras especialidades. Sigue siendo altamente mayoritaria la composición femenina en los trabajadores de la educación y de la salud.
Las medidas encaminadas a promover la incorporación de la mujer campesina al empleo se integran en la política económica y social que ha seguido el país para el desarrollo rural integral. Miles de campesinas pertenecientes al Movimiento Cooperativo trabajan regularmente o influyen en grado significativo en el éxito de las cosechas.
El horizonte laboral de las mujeres cubanas se ha transformado. La decisión política y las medidas tomadas en consecuencia permiten iguales oportunidades y posibilidades en la esfera del trabajo.
Hoy todas sabemos dónde estar, cómo actuar, con qué medios, cómo continuar organizadamente viviendo y produciendo durante una etapa de bloqueo total, de hostigamiento militar, de guerra de desgaste, incluso de invasión, de ocupación, hasta derrotar al enemigo; y la Federación de Mujeres Cubanas ha trabajado intensamente en todo este proceso de preparación.
Estamos conscientes de los difíciles momentos que vivimos y sentimos el profundo orgullo de defender nuestra ideología marxista-leninista, de defender los principios del socialismo. Las mujeres cubanas comprendemos que el logro de la igualdad plena en el seno de la familia y de nuestra sociedad solo es posible en este sistema.
Estamos muy conscientes de lo que hemos conquistado, estamos decididas a luchar sea como sea por defender nuestra realidad, nuestro futuro y el porvenir de nuestros hijos.