Era septiembre del 2020, y escuchaba la radio, mientras hacía tareas en casa. Ya habían pasado siete meses desde el inicio de la situación de pandemia. En la radio Hala Bedi Irratia sonaba el programa “Suelta la Olla”. Anunciaron tu entrevista: en el programa, Sarah Spatz, para hablar sobre lo ocurrido en el barrio ocupado del Infierno, en Donostia, País Vasco.
Empecé a escucharte, me enganché a tu entrevista, me enganché a tu relato, a la fuerza que me transmitías y a la claridad con la que denunciaste el racismo. Dejé todo lo que estaba haciendo para escucharte, Sarah.
En 30 minutos hiciste un repaso de todo el racismo que se vive en este país. Denunciaste la criminalización y estigmatización de la población que vive en lugares ocupados, el abuso de la policía, la estrategia de marketing de las autoridades para calumniar a la población que vivía en el Infierno y quitar la empatía de la sociedad hacia la población ocupante. Criticaste la nula preocupación del ayuntamiento de Donostia por mejorar las condiciones de la población, y su prontitud para echar a la gente del Infierno para firmar contratos con las inmobiliarias. Denunciaste la “Ley Mordaza”, que impide grabar la mala actuación de la policía, y dijiste que esto sólo demuestra la falta de transparencia de las instituciones. Hablaste de la división racial del trabajo, de los trabajos que hacemos la población migrada y que las personas blancas no hacen.
Es diario el trato racista de la policía hacia la población migrada, la gente negra y de origen árabe, a quienes la policía hizo echarse al suelo en el patio de la fábrica en el Infierno. En cambio, a las personas allí presentes que hablaban el castellano o que tenían papeles —entre las que estaban dos europeos—, los dejaron de pie con los brazos atrás, esperando que den la orden para que sean liberados. A les compañeres racializades, se les trataba como criminales. Dijiste: ¿acaso los europeos y blancos no pueden ser criminales?
Me gustó mucho que apelaras a la implicación de la sociedad, aunque no sé si por ahí va el camino. Yo también creo en la solidaridad y en la empatía con los colectivos que no tienen los mismos privilegios.
Recuerdo tus palabras: “hoy van por nosotras, pero mañana van por vosotras, porque esto va subiendo…”
Acabó la entrevista y sólo me quedé con las referencias que diste sobre quién eras: brasileña, que ocupaba el barrio del Infierno en Donostia-San Sebastián, que estabas en situación regular porque tenías el estatuto de refugiada, y que tuviste que salir de Brasil porque la derecha te intentó matar por ser una mujer trans activista.
Al terminar el programa, escribí a Katia, amiga brasileña que vive en Donostia. Le pregunté por ti, pero no consiguió ninguna referencia tuya. Y te olvidé…
Cuando subieron el programa de radio a la web de Hala Bedi, pensé que aparecería alguna foto tuya pero no fue así. Me hubiese gustado conocerte, escucharte de cerca. Tal vez sea mucho pedir, pero me gustaría haber compartido la militancia contigo, porque también estoy convencida que quienes tenemos privilegios y condiciones, por más mínimas que sean, tenemos que usarlas para apoyar a quienes no los tienen.
Tres años después, ahora en 2023, nos invitaron a la Red de Mujeres Migradas y Racializadas de Euskal Herria a participar en las jornadas estatales por los 40 años de la ocupación. Nosotras no ocupamos en primera línea, nosotras ocupamos lo que ya está ocupado, la Kartzela Zaharra de Bergara, Txarraska en Basauri… No tenemos un espacio propio para estar. ¿Cómo estar en unas jornadas de ocupación si no tenemos el privilegio de ocupar? ¿Si siguen siendo espacios para blancos?
Fue así cuando volviste a mi memoria, porque tú si estabas ocupando, tú si tenías que estar en esas jornadas. Llamé a Katia, le pedí que te ubicara, que insistiera. Después de dos días, me envió un mensaje: “Lu, hace un año falleció Sarah”. Me quedé fría, triste. Sin conocerte, me provocaste un nudillo en el pecho.
Sabemos que es la realidad de la vida, que todas nos tenemos que ir, pero esperaba conocerte y que conocieras a mis compañeras de la Red: Ceci, Fer, Karla, Leo, Vane, Flavia, Judith, Zarys, Mabel, Aura y Maria. Me hubiese gustado saber cómo llevabas el pelo, el tamaño de tu boca, la forma de tu cara, …¿serías como Katia o como Sonia, mis dos amigas brasileñas?
Me es difícil pensar en un cuerpo porque, con la diversidad de nuestros territorios, no es posible imaginar el tuyo.
Finalmente, quiero decirte que tocaste mi corazón porque, como dijo la poeta brasileña Cora Coralina:
No sé… si la vida es corta
o demasiado larga para nosotros.
Mas sé que nada de lo que vivimos
tiene sentido, si no tocamos el corazón
de las personas.
Descansa Sarah, allá donde estés, y vive en nosotras.
Sarah Spatz fue una persona trans migrada desde Brasil. Activista, vivió en Donostia, ciudad en el País Vasco, e hizo del espacio ocupado del Infierno su hogar desde 2020. Falleció en noviembre de 2021. No se le hizo autopsia porque dió positivo en COVID-19.
Luciana Alfaro es peruana y vive en el País Vasco. Integra el Comité Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres, representando Europa, y la Red de Mujeres Migradas y Racializadas de Euskal Herria.