Maria Adosinda: una vida dedicada a las luchas feministas en África

31/07/2022 |

Por Capire

Conoce la historia de María Adosinda, militante feminista mozambiqueña que se dedicó al enfrentamiento a la violencia y la explotación

El 31 de julio celebramos el Día de la Mujer Africana, como parte de los procesos de lucha anticolonial por la liberación en el continente. Hoy, en todo el vasto continente africano, las mujeres luchan por su emancipación. Mientras se unen para sostener la vida, construyen perspectivas feministas para luchar contra las nuevas formas de colonialismo y contra el capitalismo, el racismo y el imperialismo.

Para recordar y tener presentes los aprendizajes y trayectorias de transformación de las luchadoras africanas, hoy publicamos un perfil de la activista feminista mozambiqueña Maria Adosinda de Almeida, fallecida en 2017. Maria Adosinda fue militante de la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM) en Mozambique y fundadora de la Asociación de Mujeres Desfavorecidas de la Industria Azucarera (Amudeia), organización creada en 1996, fruto de una huelga de mujeres despedidas por la industria azucarera de Maragra.

Soy María Adosinda. Aquí en Amudeia soy muy feliz creo. Desde que trabajaba allá en la empresa azucarera Maragra, siempre estuve haciendo leyes para que las cosas mejoraran para todas las mujeres trabajadoras. La Asociación es así: todas estas mujeres forman parte de todo este núcleo, todas son mi fruto y todas saben hablar y hacer. (…) En nuestra asociación ya no voy, me despediré ahora, voy a hacer mis cosas porque todas esas mujeres ya están bien en Nampula, Beira, ¡están todas bien! Tengo mucha experiencia, así que se la llevé. Todas esas mujeres lo saben, ahora estoy muy cansada (María Adosinda, en entrevista concedida a la investigadora Vera Fátima Gasparetto, en 2017).

Liderazgo feminista

En la lucha por los derechos de las trabajadoras de su comunidad y contra la explotación de la industria azucarera en la ciudad de Manhiça, fundó Amudeia. Construyó la Marcha Mundial de las Mujeres en Mozambique desde el comienzo de la organización en la década de 2000. Formó parte del Comité de Coordinación de la MMM en Mozambique. Según Graça Samo, excoordinadora internacional del MMM, Adosinda fue “la mujer que más luchas lideró en todos los frentes, y fue la primera en defender que Mozambique aceptara la invitación para acoger el Secretariado Internacional de la MMM”. En 2016, Amudeia fue una de las organizaciones que movilizó y acogió el 10º Encuentro Internacional de la MMM, que tuvo lugar en octubre de ese año en Maputo.

Adosinda era una mujer que batallaba y se movilizaba. Todo la gente se paraba a escucharla y se ponía atenta cuando ella levantaba la mano en una reunión. “Cuando me encuentro con algunas mujeres que la conocían, siempre me dicen que hemos perdido una madre, una líder. Luchó hasta el final. Ningún tema quedaba pendiente. Desafiaba a los hombres cuando consideraba que violaban su derecho. La gente aquí en Manhiça la consideraba una mujer opositora, que venía a sacudir las políticas conservadoras, nos dijo Dulce Catarina, hija de Adosinda y directora ejecutiva de Amudeia. Esta oposición suponía, en la práctica, la lucha revolucionaria de Adosinda contra la cultura mozambiqueña y el tradicionalismo conservador. Dulce explica que “en la cabeza de los hombres, ella metía muchas tonterías en la cabeza de las mujeres, les inculcaba cosas equivocadas. De hecho, lo que hizo fue enseñar a las mujeres a hablar por sí mismas”.

María Adosinda luchó para mostrar a las personas que la opresión no era algo natural, y que lo que deseaba era que las mujeres fueran libres, que pudieran vivir sin violencia, que conocieran sus derechos y ocuparan espacios políticos en las comunidades. También quería que los hombres conociesen los derechos de las mujeres y los respetasen. Sobre la cuestión del matrimonio, por ejemplo, Dulce Catarina explicó que «en Mozambique, los matrimonios son monógamos, pero aun así los hombres quieren tener varias mujeres. Con la educación e información que Adosinda y la organización dieron a las mujeres, ya no aceptaron a los hombres que querían dos o tres esposas. Así que decían, ‘Adosinda está trayendo malos conceptos’”.

Historias de lucha

Dulce Catarina transmitió un recuerdo del periodo en que su madre luchó, junto con sus compañeras, por políticas de enfrentamiento a la violencia doméstica. A pesar de las persecuciones y los obstáculos, las feministas unidas y resistentes crean nuevas formas de organización para defender la vida de las mujeres. «Las estrategias que utilizó Adosinda fueron muchas y muy creativas. Realmente hizo todo para que las mujeres pudieran luchar y disfrutar de sus derechos», dice Dulce.

“Cuando abrimos la oficina de asistencia a las víctimas de la violencia doméstica, empezamos a atender a un grupo de mujeres. En aquel momento, el alcalde quería construir un supermercado en un lugar donde vivían personas que huían de la guerra. Inicialmente, no quería reasentar a esa población, que en su mayoría eran mujeres que habían perdido a sus maridos en los conflictos. Las mujeres se resistieron a marcharse y el gobierno hizo una propuesta para llevar a las familias a otro sitio. La zona a la que se llevaría a esas personas no tenía electricidad ni agua potable y era de difícil acceso. Un grupo de mujeres que parecía estar marchando llegó a Amudeia para exigir que no les quitaran sus tierras y viviendas. Mientras marchaban, Adosinda recibió amenazas en caso de que acogiera a esas mujeres.

Reunimos a la gente y remitimos todos los casos a otra organización. Las mujeres no podían permanecer sin ser atendidas. Nuestra estrategia consistía en utilizar la imagen de esa tercera organización, que no podía verse amenazada por ser de otro lugar, mientras nosotras mismas brindábamos el apoyo que esas mujeres necesitaban. Se hicieron todas las reivindicaciones, como la construcción de una carretera que diera acceso al nuevo lugar al que se llevaba a las mujeres, que hubiera electricidad, agua y tratamiento de aguas residuales y que las casas construidas fueran de mejor calidad. Conseguimos ganar la mayoría de las reivindicaciones y además se construyó una escuela para que los niños pudieran continuar sus clases”. 

Amudeia

La organización se fundó para apoyar a las mujeres que habían sido despedidas de su trabajo en la industria azucarera de Mozambique. Las trabajadoras no tenían derecho a descansar. Tenían que llevar a sus hijos al trabajo, pero no podían cuidarlos y cuando no producían lo que la industria consideraba necesario, eran despedidas sin indemnización.

Más allá de la organización de movilizaciones y huelgas para garantizar los derechos laborales, a lo largo de los años la asociación ha creado y reforzado alianzas en una red de colaboración y cooperación con el movimiento feminista y las organizaciones de mujeres urbanas y rurales. Así, se ha convertido también en un espacio de acogida y aprendizaje para las mujeres víctimas de la violencia y la lucha antipatriarcal. En alianza con el Foro Mujer, organización mozambiqueña que también participa en la Marcha Mundial de las Mujeres, las mujeres se movilizaron para aprobar una ley contra la violencia doméstica, que se consiguió y está en vigor desde 2009.

Amudeia también trabaja con la educación de niños y mujeres jóvenes y adultas. Para la comunidad, la asociación es una red de solidaridad y debate, con especial atención a las cuestiones del cuerpo, los derechos sexuales y reproductivos y la construcción del feminismo. Para las militantes, la formación es uno de los caminos que deben recorrer las mujeres en la búsqueda de la autonomía y la liberación de la opresión patriarcal.

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Además de la información proporcionada por Dulce Catarina en una entrevista, en este texto utilizamos información extraída de la tesis doctoral de Vera Fátima Gasparetto, «Corredor de saberes: vavasati vatinhenha (mulheres heroínas) e redes de mulheres e feministas em Moçambique” [Corredor de saberes: vavasati vatinhenha (mujeres heroínas) y redes de mujeres y feministas en Mozambique], de la Universidad Federal de Santa Catarina, 2019.

Redacción por Bianca Pessoa
Edición por Helena Zelic
Traducido del portugués por Luiza Mançano

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