“El 8 de marzo de 2000, Día Internacional [de Lucha] de las Mujeres, será una fecha para recordar en la historia del movimiento de mujeres en el mundo”, anunciaban mujeres de distintas partes del mundo ese febrero. En aquel momento, militantes feministas de más de 50 países se organizaban para el lanzamiento de la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), un movimiento global de solidaridad y resistencia de las mujeres contra el capitalismo y el patriarcado.
Poner en marcha esta movilización el 8 de marzo expresaba un componente fundamental del feminismo popular: la disputa permanente de la radicalidad, de la movilización masiva de las mujeres y la construcción de un programa común para la acción. Una organización de tal magnitud correspondía a una reacción ante la captura de la lucha de las mujeres por parte de actores hegemónicos, como las empresas, los organismos multilaterales y gobiernos, una tendencia que ganó fuerza en los años 1990.
La disputa sigue actual. Este 8 de marzo, en todo el mundo, las mujeres reivindican las calles y los espacios públicos como espacios para el accionar político, la organización colectiva y la expresión de la irreverencia feminista. Asimismo, reivindican el feminismo como una lucha de mujeres populares, de las diversidades, de las trabajadoras, no de las empresas e instituciones cómplices de la explotación, de las guerras y la desigualdad.
Recuperamos la historia del lanzamiento de la Marcha Mundial de las Mujeres el año 2000. ¡El 8 de marzo es un día de lucha! Afirmar la organización colectiva, del ámbito local al internacional, es un componente fundamental del feminismo popular.
Organizar un feminismo popular internacional
Fueron muchos los preparativos para las diversas actividades que se iban a realizar aquel 8 de marzo en países de todos los continentes. Desde sus territorios y culturas, las mujeres organizaron marchas, debates, talleres, conferencias, asambleas, foros, protestas y acciones callejeras, compusieron canciones, ensayaron coros, organizaron obras teatrales, festejos y danzas en todas partes del mundo. Incluso la canción Capire fue uno de los resultados de ese proceso que involucró a varias mujeres que la compusieron en 24 idiomas. Tales actividades expresaron su diversidad y compromiso para hacerse eco del irreverente proyecto político de la Marcha Mundial de las Mujeres por cambios políticos, económicos y sociales.
La radicalidad de este proyecto político consistió en articular los grupos de mujeres de base en un movimiento internacional para enfrentar las causas de la pobreza y la violencia sexista, un movimiento contra el capitalismo patriarcal, que no se convencía de los discursos o maquillajes que planteaba el neoliberalismo especialmente en el Sur Global. Desde entonces la MMM existe como movimiento social feminista, popular, anticapitalista y antiimperialista anclado en las luchas locales e internacionalmente articulado.
Las acciones que se llevaron a cabo el 8 de marzo de 2000 tuvieron una repercusión inédita en la época, y ello solo fue posible gracias a la conexión entre mujeres de distintos contextos que tenían el feminismo como eje común. Comprendían que el feminismo “va más allá de la simple constatación de las desigualdades y de la necesidad de permitir el acceso al poder”, como describen en el texto Objetivos de la Marcha Mundial de las Mujeres. Lo que las animaba era la necesidad de “deshacer los sistemas que perpetúan el miedo a la diferencia, que atizan el odio de las diferencias y justifican la violencia” y denunciaban “todos los sistemas que generan la exclusión y aumentan la dominación”.
Las acciones
La Marcha Mundial de las Mujeres se lanzó inicialmente como una campaña. El 8 de marzo de 2000 tenía como consigna “2000 razones para marchar contra la pobreza y la violencia sexista”. La 89 coordinadoras nacionales que se crearon durante los años de organización de la campaña se movilizaron local y globalmente con el objetivo común de cambiar el mundo.
En África, las acciones tuvieron lugar en Burundi, Camerún, Congo, Ghana, Guinea, Malí, Mozambique, Nigeria, República Democrática del Congo, Ruanda, Senegal, Tanzania, Togo y Zambia. Estas acciones oficiales de lanzamiento de la MMM se combinaron con las demandas regionales de cada país, un rasgo característico del feminismo popular internacional que lucha desde cada territorio e internacionalmente por su proyecto de igualdad, libertad, justicia, paz y solidaridad.
En la República Democrática del Congo, la jornada de las mujeres estuvo marcada por el duelo por las víctimas del conflicto en curso en el país. En Ghana, las luchas por la paz se unieron a la lucha por la erradicación del VIH. En Zambia, un acto pacífico denunció las violaciones y asesinatos de niñas. En la mayoría de los países, se buscó un diálogo con gobiernos locales y los medios, con el objetivo de dar a conocer sus reivindicaciones para que puedieran concretarse en cambios en la vida de las mujeres.
En las Américas y el Caribe, se llevaron a cabo acciones en Argentina, Brasil, Bolivia, Canadá, Chile, Colombia, El Salvador, Haití, México, Nicaragua, Perú, Quebec y EE. UU.
En Chile las Mujeres reivindicaron la legalización del aborto y juicio para el dictador Augusto Pinochet. En Haití, el grupo musical “Chandel” realizó un espectáculo con canciones de merengue que plasmaban las reivindicaciones de la MMM. En todo el continente, miles de mujeres salieron a las calles de sus ciudades portando banderas, pancartas, llevando sus colores para atraer la atención de la sociedad a este feminismo creativo y combativo que se estaba articulando.
En Asia y Oceanía las mujeres organizaron acciones de lanzamiento de la MMM en Australia, Bangladesh, Hong Kong, India, Japón, Nepal, Filipinas y Corea del Sur. En Bangladesh, las mujeres ya venían denunciando los precarios sueldos y condiciones laborales -lo que culminaría, en 2013, en el trágico derrumbe del complejo textil Rana Plaza. En la India, más de 200 organizaciones y 150.000 mujeres llevaron las banderas de la MMM a las calles. Sus reivindicaciones llegaron a la presidencia, con una amplia repercusión en los medios. En Filipinas, con creatividad e irreverencia, celebraron un desfile de moda con prendas que denunciaban la violencia, la trata con fines de explotación sexual y la prostitución, y organizaron protestas en los que participaron más de 20 mil mujeres.
Bélgica, Croacia, Chipre, Yugoslavia, Francia, Italia, Países Bajos, Irlanda del Norte, Portugal, Rumanía, España y Turquía fueron los países europeos que se sumaron a la campaña mundial. En la mayoría de ellos, se celebraron ruedas de prensa, protestas y actividades culturales. En Portugal, se entregó al Ministro de Igualdad un libro con testimonios sobre la pobreza y la violencia que sufrían las mujeres del país. En Ginebra, Suiza, 200 mujeres de 20 países europeos asistieron a una actividad cultural de lanzamiento, que se retransmitió simultáneamente en Nueva York y Montreal.
En el mundo árabe, se celebraron acciones en Jordania, Líbano y Marruecos. En Rabat, capital de Marruecos, 500.000 personas marcharon bajo la consigna “Nous partageons la terre, partageons ses biens” [compartimos la tierra, compartimos sus bienes].
8 de marzo de 2023
Recordar la memoria de esta construcción, incluso los orígenes socialistas del día internacional de lucha de las mujeres, sigue siendo una estrategia que “nos fortalece en el proceso permanente de construcción de nuestro feminismo popular y también de posicionarnos contra la cooptación de esta fecha por el neoliberalismo”, como afirma la Marcha Mundial de las Mujeres en su declaración este 8 de marzo de 2023.
La fuerza feminista expresada en las calles de todo el mundo el 8 de marzo lleva consigo la resistencia y también las propuestas y prácticas de transformación que construyen las mujeres. Así, este 8 de marzo, la Marcha Mundial de las Mujeres planta cara al imperialismo, al fascismo y los autoritarismos, denuncia el poder corporativo de las empresas transnacionales, las políticas de migración y la mercantilización de la naturaleza. A la vez, presenta su apuesta por estrategias colectivas de organización, comunicación y educación feminista y popular para “establecer relaciones sociales en armonía con la naturaleza, basadas en la reciprocidad, donde los cuidados sean compartidos”.
A lo largo de esos años, el feminismo popular internacionalista tiene por base las alianzas que fortalecen la lucha de las mujeres contra la violencia y por la soberanía alimentaria. La fuerza del feminismo popular está expresada en el llamado a la acción de las mujeres de La Vía Campesina para este 8 de marzo. Afirman: ¡Con rebeldía germinamos el feminismo campesino y popular, producimos Soberanía Alimentaria y nos organizamos contra las crisis y las violencias!
Denunciamos la dimensión patriarcal y racista del capitalismo que oprime a las sociedades, en especial, a las mujeres, a la niñez e individuos que no se ajustan a identidades de género binarias. En el actual contexto de crisis, guerras y desigualdad es urgente afirmar nuestros valores como la solidaridad y el internacionalismo, exigir formas más democráticas y participativas para los pueblos y continuar luchando contra todo tipo de violencias.
La Vía Campesina
Este 8 de marzo, Amigos de la Tierra Internacional publica un video de la nigeriana Rita Uwaka. El video reafirma el rol de las mujeres en la sustentabilidad de la vida y la centralidad de la lucha feminista para derrotar los sistemas de opresión y explotación.
Caminamos juntas sobre distintas tierras, las mismas que sembramos y cosechamos. Crecimos juntas, intercambiando saberes y experiencias. Honramos la memoria de las que ya no están. Sostenemos hogares, comunidades y organizaciones con un mismo horizonte: poner la vida en el centro.
Amigos de la Tierra Internacional