Alejandra Laprea: «las revoluciones no vienen con manual»

04/03/2024 |

Entrevista conducida por Natália Lobo

La militante venezolana habla sobre el feminismo antiimperialista y la importancia del internacionalismo

Photo: Ksa La Tribu

Desde octubre de 2023, Alejandra Laprea es una de las nuevas representantes de las Américas en el Comité Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), al lado de Norma Cacho, de México, y Cony Oviedo (suplente), de Paraguay. Alejandra es cineasta y militante de La Araña Feminista, red de colectivos que en 2013 se unió a la MMM.

Alejandra estuvo presente en la 8.ª Conferencia Internacional de La Vía Campesina, que ocurrió en Bogotá, Colombia, entre 01 y 08 de diciembre. Participó de la 6.ª Asamblea de Mujeres de La Vía Campesina que ocurrió el 02 de diciembre, manteniendo el compromiso de articulación entre el feminismo, la soberanía alimentaria y la transformación global del sistema económico. En esta ocasión, concedió a Capire la entrevista a continuación, señalando la historia de la Marcha Mundial de las Mujeres en Venezuela, las luchas antiimperialistas en el país y la región, y la importancia de construir un feminismo popular internacionalista y con una práctica sólida de alianza con otros movimientos populares globales.

¿Podrías contarnos sobre tu trayectoria política y la formación de la Marcha Mundial de las Mujeres en Venezuela?

Venezuela llegó a la Marcha Mundial de las Mujeres, en principio, desde la red de colectivos La Araña Feminista, una red que nace en 2010. Recuerdo yo que en 2012, en una de nuestras reuniones, haciendo un análisis de la situación del país y del bloqueo comunicacional que teníamos, se tomó la decisión de empezar a articularnos con otras organizaciones similares a la nuestra para romper el bloqueo que se nos había impuesto. El primer bloqueo que sufrió Venezuela fue este: lo de no poder decirle al mundo qué estaba pasando, o dar una versión de lo que estaba pasando que no era muy apegada a la que nosotras vivíamos.

Recuerdo que Nalu Faria era muy amiga de Alba Carosio, que es una de las fundadoras de La Araña, y ella siempre le decía «Alba, mira, la Marcha está en no sé qué…». Una vez que La Araña tomó la decisión de empezar a articularse a nivel internacional, fuimos invitadas a través de ese contacto de Nalu y Alba al 9.º Encuentro Internacional de la MMM, que se realizó en Sao Paulo. Fuimos Aimée Benitez y yo como delegadas y estuvimos participando de las metodologías por idiomas y por regiones. Nunca habíamos estado en un espacio tan grande y con tal nivel de organización. Regresamos a Venezuela, dimos el informe, hicimos la solicitud formal en el 2014 de incorporarnos como Coordinación Nacional de la Marcha. En aquel momento, La Araña Feminista tenía presencia de seis a ocho estados de Venezuela. Nos reuníamos tres veces al año para acordar actividades, Ha sido muy rico pertenecer a la Marcha, sobre todo por el intercambio de información, conocimiento, saberes, y ha cumplido exactamente con la función que nosotras queríamos.

Recuerdo que en el primer encuentro, nadie sabía de Venezuela, nadie sabía qué pensar de Venezuela o de la Revolución. Las personas más ‘sensatas’ se mantenían en neutralidad. También corríamos el riesgo de que organizaciones que, en el país, eran de derecha, tomaran esos espacios y siguieran reproduciendo el discurso dominante, donde se deslegitima la decisión del pueblo venezolano. No se puede decir que la decisión es buena o mala, es nuestra decisión.

¿En las Américas, cómo las luchas venezolanas contra el imperialismo pueden enseñar al continente?

Creo que todas las coordinaciones nacionales tenemos mucho que compartir en cuanto saberes de resistencia, lucha y propuesta. Nosotras, como pueblo, somos tercas y nos gusta reírnos. Si algo yo resalto de mi país y de nosotras como mujeres es la tenacidad. Nosotras hemos tomado una decisión y queremos llevarla a cabo hasta el final. Ese es el compromiso que tenemos. ¿Si nos equivocamos? Nos equivocamos mucho, porque las revoluciones no vienen con manual, y los libros de historia y las experiencias no se pueden adaptar de un país a otro. A veces me pasa, por ejemplo ahora con Guatemala, que las miro y sé lo que les va a pasar, porque llevo dos décadas viviendo. Sé lo que es apostar a una opción política, la cumplas con todas las reglas del juego, y después tengas que defender la decisión todos los días de tu vida hasta el final.

¿Qué les puedo compartir? Creo que la terquedad, la tenacidad y el compromiso que tenemos con nuestras decisiones electorales y nuestras decisiones de pueblo, de querer transformar nuestro sistema y nuestra forma de organizarnos.

Alejandra Laprea

¿Cómo ves la disputa actual por el territorio de Esequibo?

El Esequibo es parte de mi territorio de origen. Para mí, es un tema muy cercano, porque lo he vivido toda mi vida. Sé que es difícil comprenderlo, pero es una disputa territorial que viene de cuando el capitalismo intentó reorganizar el mundo. Se acaba el Imperio español y los otros imperios nacientes dicen «bueno, aquí hay un territorio que no podemos repartir». Este territorio es muy rico en biodiversidad, en agua dulce. Ahora, la disputa se centra solamente en la plataforma continental marítima del gas, pero las riquezas de aguas dulces son extraordinarias.

Uno nace con una lucha, con la necesidad de defender contra algo que es injusto, contra algo que tiene más influencia en una corte internacional y, porque sabe hablar inglés, puede decirle «bueno, este pedazo de tierra ahora es mío». Desde hace unos años el mapa de Venezuela ha sido mutilado sistemáticamente por la narrativa, pero el Esequibo es un territorio que históricamente ha pertenecido a Venezuela, con el cual compartimos una misma geografía. Es parte de la nación pemona, que es un pueblo indígena, y es su territorio real. Es parte de nuestro paisaje.

Creo que el referéndum es un recordatorio a las otras zonas del país, que están muy alejadas geográficamente. Ha sido bueno el referéndum para recordarnos a todas y todos los venezolanos que el Esequibo existe, que es también Venezuela, y que es necesario que lo defendamos, por su biodiversidad, por los pueblos que ahí existen, por su paisaje. En algún momento el hambre de territorio de Inglaterra fue tal, que movió los títulos marcadores del límite a cuatro horas de la ciudad donde yo nací. Eso muestra un poco cómo estos imperios nos ven. Estaban haciendo una nación donde teníamos conflictos internos, donde estábamos reorganizándonos, recuperándonos de más de 30 años de guerra por independencia. En ese momento, ellos decidieron quitarnos un porcentaje importante de nuestro territorio. Como venezolana, como guayanesa, tengo que decir que el Esequibo es nuestro, es mío, es tierra venezolana.

¿Cómo ves el rol de la Marcha Mundial de las Mujeres en la coyuntura global? ¿Cuál es la importancia estratégica de las alianzas para construir el feminismo popular?

La Marcha Mundial de las Mujeres ha sido un espacio de articulación muy importante y de puestas en comun regionales. Imaginar que la Marcha está las cinco grandes regiones del planeta —algunas de ellas tan diversas, como Asia—, y que el movimiento feminista tenga un espacio donde sentarse, mirarse y hacer un discurso común, eso para mí es sumamente importante. Es un acumulado de potencia del movimiento y una amplificación de nuestras voces y acciones. Esa también es la importancia del internacionalismo feminista: una amplificación de las voces y de las diferentes luchas, y un reconocimiento de los mecanismos del patriarcado y del capitalismo, que de repente tienen otros nombres, pero son los mismos mecanismos de opresión. Si son los mismos mecanismos de opresión, tenemos que pensar juntas cómo hacerle frente a ellos.

Las alianzas en la lucha feministas son sumamente importantes. No podemos hablar de la liberación de la mitad de la población, solamente entre las mujeres. Tenemos que hablar todos, todes y todas sobre esto. Venir a un espacio como la Conferencia de La Vía Campesina; poder hacer causas comunes; conseguir puntos donde nuestras luchas se intersectan, se entrecruzan; identificarnos y empezar a elaborar estrategias y acciones en conjunto; todo eso es sumamente potente. Construir la unidad de los movimientos populares y sociales es determinante para acabar con el sistema de opresión múltiple. Las opresiones no actúan por separado. Entonces ¿por qué nosotras, nosotros y nosotres tendríamos que actuar por separado?

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Edición por Helena Zelic

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