Nalu Faria: una feminista socialista extraordinaria 

06/11/2023 |

Por Tica Moreno y Maria Fernanda Marcelino

Más allá de los discursos y grandes narrativas, a Nalu le gustaba estar en procesos concretos de construcción estratégica, sentada en círculos, construyendo síntesis, consenso, organización y lucha.

No es una exageración iniciar este texto afirmando que mucho de lo que es el feminismo popular hoy —en Brasil, Latinoamérica y el Caribe e internacionalmente— tiene las manos, el corazón, la mente y la energía militante de Nalu Faria (1958-2023). Nalu dedicó su vida a la construcción del socialismo democrático, necesariamente feminista e internacionalista. Más allá de los discursos y las grandes narrativas, le gustaba estar en los procesos concretos de construcción estratégica, sentada en círculos, construyendo síntesis, consenso, organización y lucha.

Podemos escribir sobre Nalu desde lo macro a lo micro, desde lo local a lo internacional, y viceversa. Su práctica fue una expresión de estas y muchas otras conexiones. En su despedida, se evidenció su aportación a la lucha política más allá de la Marcha Mundial de las Mujeres. Sus compañeras dijeron que tenía muchas “hogares”. Uno de sus hogares fue la SOF Sempreviva Organización Feminista, de la que Nalu formó parte y fue coordinadora desde la década de 1980, y que es referencia en educación popular feminista, en la construcción de la economía feminista y en la construcción de la Marcha Mundial de las Mujeres en Brasil. Incluso antes del surgimiento de la MMM, desde la SOF podemos ver el compromiso de Nalu con la construcción de un feminismo de la clase trabajadora —un hito en esta historia fue la formación feminista en el Instituto Cajamar.

Cuando la convocatoria a la construcción de la Marcha Mundial de las Mujeres llegó a Brasil, las representantes del país en ese proceso fueron la SOF y la Secretaría de la Mujer de la Central Única de los Trabajadores (CUT-Brasil). Junto con sus compañeras de la SOF, Nalu vio en esa propuesta la posibilidad de construir un movimiento feminista internacional con una agenda anticapitalista que cuestionara las dinámicas institucionalizadas orientadas por la agenda de las Naciones Unidas. A partir de entonces, ella y sus compañeras se dedicaron poco a poco, en Brasil y a escala internacional, a concretar la idea.

Nalu tenía ojos de águila, veía muy lejos. Su pensamiento estratégico siempre iba de la mano de un gran ojo para los detalles: los procesos, las palabras empleadas en los textos y los eslóganes, los colores de las pegatinas y la expresión estética profundamente política de nuestro feminismo.  Nalu solía decir que la lucha tiene que ser bella y colorida; tener una estética que transmita la alegría de las mujeres trabajadoras. Incluso en el tema de la violencia hacia las mujeres, el énfasis debía ponerse en la capacidad de superación, en la resistencia, en las estrategias de las mujeres para poner fin a la violencia, superar el dolor y derrotar al patriarcado.

En Brasil, la constitución de la MMM como un movimiento popular, diverso y de izquierda es el resultado de un acumulado de procesos en los que Nalu ha participado desde la década de 1980. Desde el inicio de su activismo —en el movimiento estudiantil en Uberaba, en el estado de Minas Gerais, hasta su llegada a São Paulo—, el otro «hogar» de Nalu fue la Democracia Socialista, una tendencia interna del Partido de los Trabajadores. Nalu contribuyó mucho a la autoorganización de las mujeres en el PT y también en la CUT.

Las luchas por las guarderías, por las cuotas de participación de las mujeres en los espacios políticos —incluso en los puestos directivos— se derivaron de una elaboración política sobre la división sexual del trabajo como base de la opresión de las mujeres. Fueron luchas que marcaron ese proceso, en el que Nalu también actuó para afirmar que las mujeres trabajadoras son el sujeto político del feminismo.

Para Nalu, la historia del feminismo era algo que todas necesitábamos conocer bien, incluso para detectar continuidades ideológicas que a veces parecían superadas y reaparecían de forma compleja o trampas que despolitizan el movimiento y fragilizan al sujeto colectivo. Nos animó a conocer la historia de las feministas socialistas, su construcción internacionalista y sus debates en el interior del movimiento socialista y en relación con el feminismo burgués; la historia de las mujeres que lucharon por la independencia de sus países y contra la esclavitud; la historia de las organizaciones de mujeres, las corrientes del feminismo y sus teorías, pero también la historia de los grupos de mujeres en los barrios.

Nalu siempre subrayó la importancia de no crear jerarquías entre el pensamiento y la acción, de no jerarquizar las generaciones, de comprender bien las demandas de cada tiempo y lugar, de construir síntesis capaces de hacer avanzar nuestras luchas, sin perder de vista nuestro horizonte de transformación a la hora de definir estrategias y apuestas políticas.

“Cómo es posible que esta reivindicación cambie el modelo y no solamente acomode a más mujeres en la estructura del capital?”, cuestionaba. Nalu fue una de las líderes de la victoriosa campaña contra el ALCA en las Américas. E insistió, en cada paso de esa lucha, en que no bastaba con «incluir» a las mujeres en ese acuerdo neocolonial, porque era necesario derrotar el acuerdo en como un todo, y la única forma de hacerlo era con una gran movilización popular. En el marco de esa lucha, la economía feminista se consolidó en la labor de Nalu, la MMM y la Red Latinoamericana Mujeres Transformando la Economía (Remte). No bastaba con identificar los impactos negativos sobre las mujeres y actuar para tratar de remediarlos, porque se trataba de un proyecto neoliberal del imperialismo con el patriarcado muy bien articulado en su centro.

El ajuste estructural y la reducción de la capacidad del Estado para garantizar derechos y servicios públicos solo es posible con un aumento del trabajo no remunerado de las mujeres que sostienen la vida en las condiciones más precarias. Llevar la sostenibilidad de la vida al centro de la política y de la economía, cambiar su estructura, reequilibrando las esferas de producción y reproducción, forman parte de la economía feminista que Nalu concibió y puso en práctica a lo largo de su trayectoria política. Decía que en tiempos difíciles era necesario radicalizarse aún más; que no podíamos ceder a lo que parecían ser los límites de la coyuntura, sino que teníamos que actuar para ampliar las fronteras de lo posible.

Nalu siempre respetó los procesos políticos y preservó los espacios de diálogo, exponiendo las divergencias pero construyendo consensos, lo que fue fundamental para construir la unidad y masificar la organización popular. Sus energías siempre estaban dirigidas a la autoorganización de las mujeres y a la creación de alianzas estratégicas con movimientos sociales mixtos. Fue una gran compañera para las mujeres de los movimientos a la hora de debatir y construir sus propias perspectivas feministas, fortaleciendo a los movimientos en su conjunto. Hay muchos relatos de la importancia de Nalu para el feminismo popular de movimientos y organizaciones como La Vía Campesina, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), Amigos de la Tierra, la Central de Movimientos Populares (CMP), la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), y así sucesivamente. Desde la primera edición de la Marcha de las Margaridas, cuando Brasil se sumó a la MMM en 2000, Nalu ha contribuido activamente a la construcción de esa movilización que es la más grande protagonizada por las mujeres trabajadoras rurales, ribereñas y defensoras del bosque del país.  

Nalu fue un referente para la izquierda brasileña y latinoamericana. Participó activamente en el Frente Brasil Popular, en la Jornada Continental por la Democracia y Contra el Neoliberalismo, en Alba Movimientos y en la Asamblea Internacional de los Pueblos (AIP). En esos y otros espacios, abordó la coyuntura política y económica, las propuestas para Brasil, la integración regional y la soberanía de los pueblos, la lucha contra el imperialismo, siempre desde una perspectiva feminista. Y este es uno de los grandes legados de Nalu para la izquierda: hay que superar la visión de que el feminismo es un capítulo aparte en la lucha socialista, como si fuera algo «específico», subordinado a la lucha «general».

La revolución por la que luchaba Nalu es necesariamente socialista, feminista, antiimperialista y antirracista. La capacidad de organización de esa lucha se construye desde los territorios y las contradicciones a las que se enfrentan, sienten y viven los pueblos, sin fragmentar las luchas, construyendo síntesis e identificando en la lucha popular las salidas y alternativas que deben orientar las propuestas de políticas antisistémicas. En este mismo sentido, colaboró y siguió de cerca la labor del Centro Feminista 8 de Marzo, en el estado brasileño de Rio Grande do Norte, organización que también forma parte de la coordinación de la MMM en Brasil. Llamaba la atención sobre cómo los procesos de organización y transformación de la economía real cambiaron la vida de las mujeres desde diferentes dimensiones.

De Nalu, aprendimos la práctica de la educación popular feminista. Por todo Brasil, nos encontramos con militantes de diferentes generaciones que recuerdan haber asistido a talleres facilitados por Nalu, y que han cambiado sus puntos de vista sobre los más variados temas. Aprendimos que hay diferentes maneras de expresar cómo vemos y cómo nos sentimos ante temas difíciles, desde lo personal-político hasta la geopolítica. Aprendimos que la formación política es un proceso en el que nos enfrentamos a contradicciones, desatamos nudos y avanzamos como grupo, fortaleciendo los sujetos colectivos. «¿Cómo fue hacer esta actividad? ¿Cómo te has sentido?» eran las preguntas que Nalu siempre solía hacer después de una dinámica de grupo. Las respuestas suponían un paso más hacia la ruptura de la dicotomía patriarcal entre razón y emoción. Asimismo, salía de los talleres con nuevas percepciones. Su presencia en los encuentros de Paradigmas Emancipatorios en Cuba, por eje0mplo, trajo la inspiración y la fuerza de las prácticas populares de construcción de poder a nuestra experiencia brasileña. «Lo que aprendemos, lo compartimos y lo transmitimos», escribió Nalu en uno de sus textos sobre metodología. En los últimos años, Nalu ha llevado ese acumulado a la Escuela Internacional Berta Cáceres, siempre con su compromiso con la escucha y el diálogo, incluso con el reto de hacerlo en un espacio virtual, con diferentes idiomas y con el tiempo siempre escaso.

Desde 2016, Nalu formó parte del Comité Internacional de la MMM, impulsando la organización del movimiento las Américas y contribuyendo a la construcción de sus agendas políticas: desde la elaboración de la crítica a las empresas transnacionales y la noción de conflicto entre el capital y la vida, hasta el seguimiento de los procesos de alianzas y la construcción de Capire.

Todos esos «hogares» de Nalu formaban su comunidad. Y la comunidad se construye desde las relaciones personales y políticas, desde el cuidado, el afecto y la solidaridad. Y también desde la alegría, la música, la comida y la fiesta. Todo esto también marca la historia de Nalu, recogida en diversos relatos de mujeres y hombres de distintas generaciones y países. Nalu sembró el feminismo, el internacionalismo y la conexión entre las luchas. Sembró muchas semillas, las regó y las nutrió, siempre dispuesta a hablar, escuchar y pensar junto a los demás.

Nalu fue una de esas personas extraordinarias que sabemos reconocer cuando atraviesan nuestros caminos, con la particularidad de que no solo los atravesó, sino que se quedó con nosotras, para construir juntas nuestros caminos.

Su partida a causa de una enfermedad cardiaca el 6 de octubre de este año nos ha dejado una gran tristeza y dolor, pero con un gran compromiso para mantener viva su memoria y encontrar formas de seguir juntas la marcha de Nalu.

Herencia

Poema de Camila Paula

Indignación y capacidad de organizar la lucha

Con el compromiso, la fuerza y la ternura

de una feminista revolucionaria

Hasta aquí, ha escrito la historia en la que nos encontramos,

Hoy, no estamos listas ni listos, pero de pie para seguir escribiendo

La radicalidad urgente de un nuevo tiempo.

Pues mirar hacia el horizonte de un otro mundo es un ejercicio colectivo

—ayer y ahora—

Y si se apaga una luz fuera

es hora de encender lo que hay dentro:

Desde nuestros patios-continentes

Seamos faros de esperanza aprendida obstinadamente

De la mano: tendederos de banderas rojo-lila

Hasta que ondee la bandera de la paz

En cada rincón de esta Tierra.

El camino, camaradas, sigue siendo uno:

El bien común entre iguales.

No nos distanciemos.

Hagámoslo como sabemos

¡Con pasión y sin doblegarse ante ninguna tiranía!

Compañeras, amigas, en nosotras, sigue ardiendo la marcha solidaria de la rebeldía.

Soñar, amar y cambiar el mundo

Como Nalu Faria.

¡Hasta que todas seamos libres!

Tica Moreno y Maria Fernanda Marcelino son militantes de la Marcha Mundial de las Mujeres de Brasil.

Revisión por Helena Zelic
Traducido del portugués por Luiza Mançano

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