Lia Ukleba: «Intento destruir la zona de confort»

06/10/2022 |

Por Capire

Conoce a la artista feminista que desafía los poderes y las prácticas patriarcales en Georgia

Lia Ukleba es una artista feminista de Georgia. Nacida en 1974 y licenciada en pedagogía, Lia pasó a dedicarse a la pintura en 2011 como forma de expresar los sentires y las experiencias de las mujeres en las sociedades patriarcales. Al año siguiente, su obra “La Virgen María con una pistola de juguete” (“Virgin Mary with a toy pistol”) tuvo gran repercusión en su país, lo que derivó en persecuciones y amenazas en su ciudad natal, Kutaisi. En 2015, Lia Ukleba recibió el premio Kato Mikeladze, concedido a las personas que luchan por los derechos de las mujeres en Georgia.

En una entrevista concedida a Capire, Lia habló de su proceso creativo y de sus fuentes de inspiración, basadas en sus propias experiencias y en historias de mujeres que se enfrentan a la opresión. «Desde el principio, orienté mis pensamientos, mi pincel y mi mano hacia temas como la sociedad patriarcal, la situación reprimida de las mujeres y los sentimientos de las mujeres en general. Quería expresar lo que las mujeres sienten dentro de sus cuerpos».

La entrevista fue realizada por Mariami Gaprindashvili, integrante del Secretariado Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres. A continuación, se puede leer la entrevista y conocer algunas de las obras de Lia Ukleba.

Cuando pintaste «La Virgen María con una pistola de juguete», ¿no temías la presión religiosa de la sociedad?

Uno tiene más valentía en la ignorancia. Hoy, evidentemente, me siento preparada para hacer ese tipo de intervenciones, pero cuando pinté a la Virgen María no sabía que iba a tener tanta repercusión, y lo hice con ingenuidad. Aunque estaba dispuesta a molestar a algunas personas, no esperaba que fuera algo de tal magnitud. Se creó un campo de debate y la gente empezó a tener discusiones muy acaloradas y prolongadas sobre esos temas. “La Virgen María” es una obra feminista, sobre una mujer que quiere que la gente escuche su voz. Para ello, adopta una medida radical, pues de lo contrario no podrá convencer ni transmitir su voz a otras personas.

¿Por qué pintaste a la Virgen María embarazada y no con Jesús en su regazo?

Aquí había una idea diferente, quería centrarme en el Dios no nacido, y si va a nacer o no. O bien, ¿vale la pena que nazca?

¿Qué podrías contarnos de la obra de Jesús con el niño entre sus brazos?

La inspiración para este trabajo surgió de una entrevista con una mujer trans que quería ser madre y habló sobre este deseo, la presión de la sociedad y los problemas a los que se enfrentó en el proceso. Decidí pintar a una mujer trans con un niño entre sus brazos y mientras trabajaba en ello, pensé que, para mí, una persona que quiere ser madre es sagrada. Quiere dar a luz una nueva vida, crecer y entregar de alguna manera su amor a otra persona, de forma totalmente desinteresada. Quiere ser madre, con todo su corazón. Era una historia tan conmovedora y tierna que decidí mantenerla sagrada. Sería coronada. Toda persona tiene derecho a ser quien quiera ser y a tener hijos si lo desea. Nadie tiene derecho a perturbar esta santidad. Del mismo modo, así fue como una mujer trans llegó con un bebé en brazos y se convirtió en Jesús.

En sus obras hay una división en periodos, una parte iconográfica, una serie de frutas —lo que me hace pensar en las obras de Georgia O’Keeffe, una artista estadounidense cuyos cuadros evocan interpretaciones vaginales. Me llamó mucho la atención la pintura del plátano, porque da una sensación de tallar, rematar, cortar algo…

Esto corresponde a la historia de las tablas. También proviene de mi trayectoria personal. Tuve que casarme cuando era muy joven, por culpa de tradiciones perniciosas, y me vi obligada por la cultura a hacer cosas que no sabía ni me gustaban hacer. A los 16 años, no tenía que amasar la masa, y mi familia me obligaba a hacerlo. Eso provocó muchas protestas por mi parte. La historia me atrajo y decidí, igual que una niña, que no aprendería a cocinar, porque me obligaban a hacerlo. No soy una buena cocinera, pero esto sigue siendo un tema complejo para mí. Incluso hoy en día es un estrés. Me da miedo la cocina, a pesar de tener y cuidar a dos hijos, cocinar para ellos y seguir cocinando. La tabla de cocina es un objeto del día a día, como para toda mujer. Trasladé la tabla de la cocina al estudio, es decir, elegí una otra función para ella, la que me interesaba. Decidí dibujar en ella historias de mujeres y contármelas a mí.

Intenté transformar lo que era odioso, incómodo y estresante para mí en una historia agradable y feliz, y me salió muy bien.

De hecho fue una historia de salvación propia*, que también hará felices a otras personas. Decidí venderlas a precios muy bajos para que la historia pueda estar al alcance de toda la gente, y para que todos puedan acceder a ese código que puse en el dibujo.

Te casaste muy joven, pero eso está en el pasado. Hoy eres una mujer distinta, una artista independiente y exitosa, pero no olvidaremos a aquellas mujeres que viven vidas similares a la de tu pasado.

Para mí es imposible olvidarlas. Lo que sucede hoy, lo que viví en mi propio pasado y especialmente el feminicidio es un tema muy doloroso para mí. Creo que me muero con todas las mujeres que son asesinadas. La última obra relacionada con el feminicidio es “Hermosos pedazos de tela” [“Beautiful Pieces of Fabric”]. Durante todo el proceso de pintura, la idea me agotó. Tenía que coser esos vestidos y no sabía qué nombre ponerles.

¿Acaso no sentías ganas de irte de los alrededores de la pequeña ciudad de Kutaisi? Me pregunto cómo manejas la situación en el entorno en el que vives actualmente y por qué no has optado por vivir fuera.

En 2015, mis obras fueron expuestas en la Universidad de Ilia y la noticia corrió. En una declaración del Patriarca [líder de la Iglesia Ortodoxa de Georgia], me trataron como la propagadora de la máxima ofensa. Y entonces llegaron las amenazas y la persecución por parte de la sociedad. Las ONG me dijeron: «Haz las maletas y vete». No sé por qué lo rechacé. Tal vez porque de alguna manera creo que no hay fanáticos en este país. Todo es frágil e ilusorio, quebradizo. Si hubiera fanáticos en este país, yo no estaría viva hoy. Pero sé que esa fragilidad se sostiene por un pequeño hilo, que puede romperse fácilmente. No sentía que nadie pudiera hacerme daño. No sería fácil hacer las maletas y huir. De alguna manera, lo percibí como una huida, y no estaba en condiciones de hacerlo, y no quería huir de los demás.

Dan un significado sagrado a cosas que no lo son. Creo que la gente no debe vivir de acuerdo con los modelos establecidos y que debería plantearse algunas preguntas. Debemos tratar de responder a la pregunta «¿por qué?». Es una pregunta sencilla, pero de las más importantes. Así que la pregunta «¿por qué?» ha estado en mi mente desde la infancia —y otras preguntas similares como «¿por qué no?».

La sociedad no está preparada para superar los estereotipos. Intento que mis pequeñas explosiones se conviertan en un tema de conversación. Cuando se abre un debate, significa que algo se ha roto. A través del diálogo hay dos bandos opuestos, y en ese diálogo podemos llegar incluso a tener algo en común. Si mi trabajo logra hacer eso, mi objetivo se ha cumplido.

Sus obras tratan de temas importantes. Me parece que van acompañadas por un sonido —gritan y hablan. La gente debe sentir eso cuando las ve, pero aun así a la gente le da miedo lo nuevo…

La novedad siempre es dolorosa, salir de una habitación caliente siempre supone pasar al frío. Ese frío es menos agradable cuando se está cómodo, es doloroso dejarlo. Pero la salida puede dar lugar a una historia más interesante. A veces necesitamos un estímulo para salir de esa zona de confort. Intento destruir la zona de confort y hacer que la persona que ve la obra se sienta incómoda.

Como artista feminista, ¿cuál será su llamamiento verbal a las mujeres del mundo?

La lucha por mi libertad, para mí, es una lucha por todas las mujeres. Siempre les digo a las chicas que deberíamos empezar las mañanas con una pelea y que deberíamos terminar la noche del mismo modo. Y que sea así todos los días. De lo contrario, es prácticamente imposible vivir en nuestra sociedad. Ojalá llegue el momento en que las mujeres seamos libres, pero hoy no tenemos derecho al descanso. La presión y el control patriarcales son tan fuertes que una puede ser aplastada y pisoteada en un segundo. Por eso tenemos que luchar todo el tiempo.

No todas las mujeres tienen fuerzas, libertad económica u oportunidades para liberarse. Las mujeres de mi generación «murieron». La mayoría fue víctima de matrimonios violentos y no pudo salir de esa situación. Rechazaron sus propios talentos y su felicidad y se quedaron atrapadas en la rutina en la que vive la sociedad, aceptaron esa situación.

Con frecuencia les digo a las niñas en las escuelas que primero deben alcanzar la libertad económica, la independencia. Después, que luchen por sus derechos. Hay mujeres que tienen independencia económica pero interiormente no pueden liberarse de la presión patriarcal ni enseñar a sus hijas a ser libres. Esas mujeres son las primogénitas de un entorno patriarcal. Cuando tuve contacto con ellas, me dijeron: «No soy oprimida por nadie, soy libre». Pero creo que sus mentes no son libres. Si se observa la dinámica, estamos avanzando, estamos ganando terreno, aunque sea lentamente. Nuestras futuras generaciones modernas son mucho más progresistas. Tienen un pensamiento sólido y se están moviendo hacia los principios democráticos.

Entrevista realizada por Mariami Gaprindashvili
Edición por Tica Moreno
Traducido del portugués por Luiza Mançano
Idioma original: georgiano

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