La transición energética justa es una agenda feminista

04/08/2021 |

Por Marianna Fernandes

La lucha feminista por otra organización del trabajo y por una relación armoniosa con la naturaleza también requiere una transición justa desde el modelo energético.

Victor Barro / Friends of Earth International

Haré una breve presentación de algunos aspectos acerca de una transición energética justa y feminista, basada en conocimientos y experiencias colectivas que proponen nuestros movimientos por todo el planeta. Siempre que pensamos en cómo relacionar las experiencias que tenemos hoy con el proyecto político de futuro que queremos construir, la economía feminista y solidaria resulta muy útil y, más que eso, necesaria.

Con la economía feminista y solidaria, aprendemos que la transformación real no es posible si no cuestionamos el orden económico y, al mismo tiempo, enfrentamos la política que lo sustenta. Enfrentar el orden económico tiene muchos sentidos para las feministas, entre ellos cuestionar la división actual entre producción y reproducción en nuestras sociedades.

Esto nos invita a reflexionar sobre las siguientes preguntas: ¿en qué tipo de política y economía feminista se basa una transición energética justa y feminista? ¿Cómo, qué y para quién producimos y reproducimos hoy en nuestras sociedades? ¿Y cómo, qué y para quién queremos producir y reproducir en el marco de una transición energética justa?

No tenemos la respuesta completa para esto, pero, a partir de nuestras luchas, sabemos que el sistema energético actual está estructurado sobre prácticas y valores capitalistas, patriarcales, racistas, imperialistas y colonialistas que existen para garantizar la acumulación de ganancias para una minoría. Hacer frente a esto pasa por repensar y rediseñar el sistema energético como parte de un proyecto político que haga hincapié en la reproducción, el cuidado y la lucha contra la división sexual del trabajo.

¿Cómo sería el sistema energético organizado según estos valores?

Esto, a su vez, requeriría mucha organización política popular y procesos de toma de decisiones políticos, democráticos, horizontales y colectivos. Sería necesario reflexionar y transformar el rol de la esfera pública, promoviendo un enfoque de la energía como bien común. El diálogo entre movimientos aliados es fundamental para garantizar que una transición energética justa y feminista sea parte de un proyecto político completo de transformación.

Los debates sobre economía y política en el marco de una transición energética justa y feminista se conectan con la forma como se promueve el trabajo y qué tipo de relaciones entre los seres humanos y la naturaleza dan forma a la transición energética. En este sentido, dos principios son importantes: la interdependencia (reconocer y valorar la dependencia entre los seres humanos) y la ecodependencia (reconocer la dependencia que los seres humanos tienen de la naturaleza).

¿Cómo una transición energética justa y feminista aborda el trabajo y la naturaleza?

La respuesta no es solo reconocer los procesos de despojo territorial que continúan ocurriendo en la actualidad, sino también valorar los saberes populares e indígenas y otras prácticas que pueden representar, para nosotras, una inspiración como modelos de proyectos. En este sentido, podemos aprender, por ejemplo, de la agroecología, de la permacultura y de las prácticas indígenas de cuidado de las comunidades.

Todo eso también implica reubicar el trabajo a nivel comunitario, asegurando que el sistema energético satisfaga las necesidades básicas de las personas, en contraposición a la actual forma mercantilizada de abordar el acceso a la energía y otros derechos básicos. También significa dejar de expandir las fronteras de la extracción de minerales denominados “bajos en carbono” como el litio, el cobre y el cobalto, fundamentales para la injusta transición energética capitalista. Cuando reconocemos que somos ecodependientes e interdependientes, la construcción de grandes represas hidroeléctricas para suministrar energía para las operaciones de minería o de la agroindustria, por ejemplo, se vuelve bastante problemática.

Hanae Takahashi/Friends of the Earth Japan

Unidad para una agenda popular

Es importante generar consenso entre nuestros movimientos aliados sobre lo que es una verdadera transición energética, comenzando desde las perspectivas de justicia socioeconómica y justicia de género – porque la agenda de recuperación para la era post-covid de las organizaciones internacionales (como del Banco Mundial y de las empresas que controlan los Estados) ya está muy bien definida.

La estrategia de estos actores es, como siempre, aplicar un maquillaje verde a sus operaciones para vender una concepción muy problemática de transición energética en términos capitalistas, como si fuera la única alternativa posible. Este enfoque hegemónico ve la transición energética como una oportunidad de negocio, fuertemente respaldada por soluciones tecnológicas, incluso de tecnologías digitales.

Es fundamental establecer acuerdos sobre los principios y prácticas que guían una transición energética justa, feminista, antirracista, anticolonialista y anticapitalista. Debemos seguir llevando el debate feminista a todos los espacios, incluso dentro de nuestras organizaciones.


Marianna Fernandes vive en Suiza e integra el Comité Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres representando Europa. Este texto es una edición de su contribución al taller «Si no es feminista, no es justa»[If It’s Not Feminist, It’s Not Just] de Amigos de la Tierra Internacional (ATI), realizado el 18 de junio de 2021, como parte del programa de la conferencia virtual «5 por el clima» [«5 for the Climate«], organizada por Amigos de la Tierra Alemania (BUND) y por el Instituto Independiente de Asuntos Ambientales [Independent Institute for Environmental Issues – UfU].

Edición por Helena Zelic
Traducido del portugués por Aline Lopes Murillo
Idioma original: inglés

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