¿Cómo sería un sistema anticapitalista? Hay que ir más allá de la cacería contra las corporaciones y el poder corporativo, que evidentemente es algo que tenemos que desmantelar. Lo que necesitamos es crear estructuras alternativas para la acción colectiva y para los bienes comunes sociales, especialmente en un momento en el que sabemos que estamos ante algo nuevo. Este es un capitalismo en crisis, pero el capitalismo al fin, que se está revolucionando en el capitalismo de datos. Ahora tenemos un monopolio de la red dentro de los macrodatos [en inglés, Big Data, tecnología de procesamiento masivo de datos] y la minería algorítmica también, lo que ha llevado a una mercantilización de la producción social del conocimiento, el arte, la comunicación y la información. Todo ello en forma de capital, que ha creado una deuda digital global que tiene un impacto particular en el «sur global».
Las estrategias del Norte
Estamos viendo cómo se utilizan los créditos de carbono y otros dispositivos para introducir el flujo de capital en el sur global. Las ciudades Bitcoin están surgiendo en El Salvador y otras regiones. Esto debería indicarnos los efectos materiales de un sistema global de comercialización de datos extremadamente especulativo. En este momento, el propio proceso de producción está generando el valor del trabajo en una falsa relación con el capital. En los anteriores procesos de producción y reproducción en los que participaban las mujeres, se trataba de realizar un intenso trabajo rutinario para grandes empresas como las corporaciones transnacionales. Esto ya ha provocado y puede provocar desplazamientos forzados y despojos a gran escala.
Muchas grandes empresas capitalistas, como Levi’s, solían utilizar mano de obra poco cualificada en fábricas de Bangladesh e India. Ahora estos trabajos se están automatizando y son tercerizados. Así que, por un lado, esto es la plataformización y digitalización del trabajo que lleva a un desplazamiento laboral interno. Una cosa es la pérdida de trabajo que ya está en las capas más bajas y precarias, que no se limita a la digitalización del trabajo, sino también a la reconstitución estructural de las relaciones sociales, las coordenadas ideológicas y administrativas que impone este régimen digital del capital.
Más allá de la pérdida de puestos de trabajo seguros, ¿cuáles son los nuevos empleos que se están creando? David Graeber habló de los «empleos de mierda» [“bullshit jobs”] que ha creado el capital. Muchos de los empleos que se están creando, de los que incluso el FEM se enorgullece, no son seguros. Más bien se basan en una desestructuración sistemática del trabajo que las poblaciones han acumulado, retirando la inversión internacional y nacional en bienes y servicios públicos: educación, salud y nutrición.
Problemas del nuevo trabajo
Estos nuevos empleos en el mercado digital no ofrecen ninguna protección social, ningún derecho a los trabajadores. En este momento también nos enfrentamos a una estructura en la que trabajadoras y trabajadores se presentan como consumidores y prosumidores. Se ven como parte del «sueño» capitalista, que se justifica bajo falsos argumentos vendiendo la lógica de que uno puede llegar a ser capitalista en un sistema que sólo sobrevive en base a la explotación.
Ahora se considera que el trabajador o trabajadora es copartícipe del proceso de producción y, por lo tanto, la carga correctiva de «arreglar» la podredumbre sistémica debe ser compartida igualmente por ellos como «partes interesadas». Se espera que las trabajadoras y trabajadores, como consumidores, paguen por la sanidad privada, la educación, los datos, la información (servicios que deberían ser de acceso libre y universal) a través de estructuras de alquiler-deuda: suscripciones, contratos temporales, remuneración basada en comisiones (a cambio de sueldos) y criptobonos, por nombrar algunos. Hay un aumento generalizado de la pérdida de derechos laborales. Junto con eso, vemos un cierto tipo de afianzamiento del subdesarrollo, al menos en el Sur global. Además, está la mercantilización de la salud, la educación, los alimentos y el agua.
Pensar en el futuro del trabajo como una crisis laboral puede ayudarnos. Debemos estar atentos a un cierto tipo de subversión del lenguaje que se está empleando, sobre todo por parte de los entusiastas del blockchain[1], Web3[2] e criptomoedas[3]. Esta gente moviliza un lenguaje de libertad y emancipación para promover una retórica libertaria antisistémica que no es ni anticapitalista ni emancipatoria.
Cuestionemos la lógica financiera existente. Sin esto, no vamos a ser capaces de liberar verdaderamente a las mujeres, a las trabajadoras y trabajadores y a cualquier población afectada negativamente por las estructuras de explotación del capital.
En IT For Change trabajamos en este desmantelamiento del sector público en la India con la política de la New Umbrella Entity, creada para promover infraestructuras financieras paralelas gestionadas por el sector privado. Tenemos una petición en contra de esto precisamente porque si las licencias se distribuyen entre grandes minoristas y entidades de comercio electrónico como Amazon, Flipkart-Walmart y Jio-Reliance –que son a su vez algunos de los mayores usuarios de los sistemas de pago– la integración vertical del ecosistema de pagos digitales con su ecosistema comercial llevará a la creación de monopolios muy peligrosos. Esto también confronta el mito persistente de que la descentralización de la infraestructura y la apertura al libre mercado llevarían a la «igualdad», mientras que en realidad esto sólo crea una competencia interna dentro de la clase dominante, que está lejos de representar una «igualdad».
Las mujeres han sufrido muchas agresiones en Internet. Más recientemente, vimos que las mujeres musulmanas sufrieron un ataque a través de un sitio de GitHub creado para subastarlas. Incluso con la legislación contra la ciberdelincuencia y otros delitos, la magnitud de las empresas multinacionales es tan inmensa que no es posible identificarlas y hacerlas comparecer en las audiencias. Está Pegasus, un virus agresivo que surgió en Israel. ¿De quién es la jurisdicción para gestionar estas cosas? Por lo tanto, para lograr la soberanía digital, es imprescindible contar con una gobernanza global de los datos, sin la cual las legislaciones nacionales seguirán siendo secuestradas o cooptadas por los gigantes tecnológicos.
En estos últimos tiempos, hemos visto una plataforma de trabajadoras y trabajadores de una empresa llamada Urban Company, que básicamente ofrece servicios de estética a domicilio bajo demanda. El sesgo de los algoritmos y la violencia, ya lo conocemos. Sabemos que hay impactos reales en las proyecciones de la IA [inteligencia artificial], el análisis predictivo, el aprendizaje automático y la agregación de datos que determinan el acceso y el comportamiento social de las personas. Las trabajadoras y los trabajadores son rastreados, controlados y vigilados.
En ausencia de un sueldo mínimo, las y los trabajadores reciben «incentivos» que imputan retroactivamente las pérdidas al comportamiento de los consumidores y de los trabajadores, justificando estos regímenes de explotación y agotamiento de horas extra como si se tratara de una «elección». Además, si un trabajador obtiene malas calificaciones, no se le da prioridad algorítmica y acaba perdiendo clientes o queda susceptible a malos tratos por parte de los clientes porque sus datos analíticos son muy bajos. La calificación se convierte entonces en una herramienta para disciplinar a los trabajadores. Las trabajadoras de Urban Company protegieron estas condiciones laborales inseguras, y destacaron cómo era habitual enfrentarse a la violencia y el acoso en el trabajo.
Del mismo modo, hubo una gran protesta contra Swiggy, una plataforma de servicios de entrega de comida a domicilio. Los trabajadores protestaron contra la falta de un salario mínimo y de seguro de vida y accidentes. Hay claros riesgos en estos modelos de trabajo flexibles y la gente se ve obligada a entrar en una mayor precariedad. El mercado laboral en sí mismo está enraizado en la explotación estructural.
Las trabajadoras de Urban Company también cuestionaron las relaciones laborales de las plataformas, al señalar cómo tienen que darles una cuota de suscripción por algo que debería ser de libre acceso porque son ellas las que prestan los servicios para la plataforma. Esta es una de las modalidades a través de las cuales se extrae la renta de los proveedores de servicios, que luego son considerados como socios. Del mismo modo que las grandes empresas farmacéuticas se benefician de las patentes, que ayudan a extraer rentas por los medicamentos que han desarrollado, elevando los costes de los tratamientos médicos para la ciudadanía ordinaria. Del mismo modo, en el panorama digital, para que las y los trabajadores puedan vender su fuerza de trabajo, tienen que pagar a las plataformas de servicios para entrar en un limitado mercado digital que, sin embargo, comercializa los datos extraídos de sus esfuerzos y su compromiso en el trabajo.
Centrándome ahora en el impacto de la pandemia y de la digitalización del trabajo, se observa una tendencia a la virtualización forzosa del trabajo dada la emergencia de salud pública a la que asiste el mundo. Las mujeres han sido empujadas de nuevo al hogar y se han documentado varios casos que ponen de manifiesto cómo se volvieron más vulnerables a la violencia doméstica durante este periodo. Incluso más allá del hogar, se observa una especie de migración inversa a escala mundial. Además, todos los trabajos de fabricación y ensamblaje se están automatizando. Un estudio realizado en la Reshoring Initiative 2020 puso de manifiesto cómo la deslocalización de puestos de trabajo hacia el Norte global ha afectado a los trabajadores del «Sur global».
¿Qué hacemos a este respecto? Los planes de acción recomendados por IT for Change incluyen un enfoque colectivista de la gobernanza global de los datos, que implica el establecimiento de algunos principios universales al estilo del constitucionalismo global de datos, con el objetivo de promover el acceso abierto y el uso de la infraestructura de Internet para desmantelar el cierre de los datos en manos de los monopolios privados. Los países deben tener autonomía para decidir las estrategias políticas en función de sus intereses. Debe haber alguna forma de cooperación Sur-Sur para garantizar que se aplique al menos la justicia fiscal. Hay que crear garantías laborales universales para que, al menos en tiempos de crisis, la población trabajadora no quede en situación de vulnerabilidad, sino que cuente con los recursos necesarios para enfrentarse a las contingencias que se presentan al momento.
Como se habla mucho de crisis y de capitalismo, es fundamental que esto no significa el colapso total del capitalismo, sino que las contradicciones internas entre trabajo y capital se hacen más evidentes y se profundizan bajo el peso de su propia crisis autoinfligida. Las relaciones de género también se están reconfigurando junto con las cadenas de valor reestructuradas digitalmente. Nos enfrentamos a nuevas desigualdades y, al mismo tiempo, presenciamos la profundización de las que ya existían.
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Avantika Tewari es investigadora asociada de IT For Change. Este artículo es una síntesis basada en los aportes de las investigaciones de IT for Change, transcrita de la intervención de Avantika durante el webinario «Solidaridad feminista contra el poder corporativo» realizado por la Marcha Mundial de las Mujeres.
[1] Un sistema que rastrea el envío y la recepción de algunos tipos de información a través del Internet. Son fragmentos de código generados en línea que llevan información conectada, como varios datos que juntos forman una cadena.
[2] Nueva propuesta de World Wide Web basada en blockchains y descentralización del Internet.
[3] Moneda virtual que se utiliza en los intercambios basados en la tecnología blockchain.