La primera reunión de La Vía Campesina fue en Managua, Nicaragua, en 1993, y fue una reunión de liderazgos hombres. Ni la declaración de Managua tampoco la siguiente de Mons, cuando se estableció La Vía Campesina como tal, incluyeron menciones a las mujeres campesinas.
Luego nos encontramos en 1996, en Tlaxcala, México, y fue una asamblea increíble. Desde mi espacio ayudamos en la organización y la movilización. Y no teníamos idea de que tan maravillosas, amplias, determinadas y con tanta energía eran las organizaciones campesinas de todo el mundo. ¡Como era grande la representación en aquella asamblea!
Ya allí el 20 % eran mujeres. Organizamos charlas paralelas y creamos un grupo de trabajo de mujeres. En uno de los últimos días, hubo el proceso para elegir un Comité de Coordinación Internacional (CCI), que sería el centro de ese movimiento recién establecido. En ese momento había ocho regiones, siendo que una no estaba propiamente establecida, y cada región hizo una reunión para seleccionar su coordinación regional. Cuando regresaron a la asamblea, se habían seleccionado siete hombres.
Hubo algo de tensión en la sala. Muchas de nosotras no estábamos satisfechas con esa representación. Hubo resistencia y, así, las regiones tuvieron que hacer una segunda ronda de selección e intentar nuevamente. Yo quedé seleccionada para representar Norteamérica y México. Logramos derribar esa barrera de exclusión de las mujeres del liderazgo. Participé del CCI por ocho años.
Sentí personalmente una enorme responsabilidad, pero siempre estuve rodeada, abrazada y apoyada por mujeres y hombres maravillosos de La Vía Campesina, que compartían esa visión de crear un movimiento de igualdad y justicia que pudiera de verdad transformar nuestras vidas, comunidades, relaciones de género y nuestra agricultura, y desde ahí iniciar grandes cambios necesarios en el mundo. Entonces yo nunca me sentí sola, abandonada o incapaz de construir aquel espacio.
Nuestro trabajo se enfocó particularmente en demostrar e integrar efectivamente las cuestiones, saberes y liderazgos de las mujeres en el movimiento. Sabíamos que ya había mucho liderazgo y muchas metodologías en el movimiento campesino en todo el mundo. Particularmente, debo decir de mi experiencia que nos apoyamos mucho y trabajamos con persistencia con las campesinas de América Latina, que ya tenían articulaciones de mujeres muy fuertes, como la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC). Nosotras, en La Vía Campesina, fuimos adoptando esas experiencias ampliamente. Las metodologías eran de trabajar colectivamente, de compartir experiencias y construir fuerza como mujeres en el movimiento.
Trabajamos con nuestros compañeros hombres, por supuesto. Pero necesitábamos nuestros propios espacios de articulación, de nuestras propias maneras, para definir nuestras prioridades. Necesitábamos espacios para aprender juntas y valorar nuestras experiencias, conocimientos y análisis desde las mujeres, donde pudiéramos generar confianza para expresarnos, y así tener nuestras voces escuchadas. Necesitábamos demostrar que estas cuestiones eran clave para lograr las transformaciones profundas que todxs queríamos llevar adelante. Usamos mucho esa metodología, y de una forma muy efectiva.
En la asamblea de Bangalore, en 2000, las mujeres ya habíamos redactado un documento de posición. Nuestra visión era que la participación de las mujeres estaba funcionando, pero no solo queríamos participación, sino igualdad en los mecanismos de toma de decisiones en la dirección de La Vía Campesina. Para alcanzarlo, no íbamos sentarnos a esperar. Necesitábamos reconocer en La Vía Campesina que eso era estructural. Necesitábamos garantizar que las mujeres siempre íbamos a tener espacios y que las mujeres teníamos que ocupar esos espacios.
Así, adoptamos en esa asamblea una paridad estructural: cada región tendría no solo una persona coordinadora, sino dos, que formarían parte de la CCI. Uno tendría que ser hombre y la otra, mujer. Eso vino del feminismo campesino, muy arraigado en mi organización de base. Y es así que trabajamos: traemos los platos que nos deleitamos en nuestras propias cocinas para el dominio público, colectivo. Eso fue un enorme cambio en La Vía Campesina y un gran progreso en la forma de trabajar, de organizarnos y desarrollar el liderazgo de las mujeres. Es quizás un caso único dentro de los movimientos sociales del campo en cuestiones de igualdad y paridad de género. Seguimos luchando en términos de diversidad de género para garantizar espacios no solo para mujeres y hombres, sino que para toda diversidad de género, que debe ser bienvenida en el movimiento.
Nuestra fuerza está en nuestra solidaridad y en el trabajo colectivo. Eso significa tratar de entendernos unas a otras, profundizarnos en nuestros desafíos comunes. Como mujeres, nuestro desafío común es confrontar la opresión y la violencia, que son el patriarcado.
Eso confrontamos en todos los lugares, pero lo hacemos mejor si lo confrontamos en solidaridad y colectivamente. Como mujeres, estamos bien preparadas para ser pacientes y tolerantes, para negociar. Siempre digo, como madre, que si sabes negociar con una persona de dos años, sabrás efectivamente negociar. Sabemos cómo trabajar en solidaridad y seguimos aprendiendo eso siempre. Celebramos la fuerza de hacerlo.
Como mujeres debemos recordar siempre que la lucha por la igualdad está en cada parte de nuestra vida: en nuestras casas y familias, ya que las familias patriarcales están fundadas en el patriarcado; en nuestras comunidades; y en nuestras organizaciones. Mencioné que en mi organización tenemos paridad de género desde el inicio y aún así seguimos conscientes de que inclusión, diversidad e igualdad son un trabajo continuo. Internacionalmente, seguimos enfrentando esos desafíos.
El patriarcado es profundamente arraigado: está en nuestras culturas religiosas, nuestras tradiciones y comunidades. Es una estructura tan omnipresente de ver el mundo y de jerarquizar hombres y mujeres tan omnipresentes, que debemos enfrentarla continuamente en todos lados, desde una multiplicidad de maneras.
Nuestra visión y liderazgo feminista dentro de La Vía Campesina ha sido uno de los regalos más maravillosos y poderosos que le hemos dado al movimiento. Creo que debemos celebrarlo. Hemos cambiado el modo de funcionar de La Vía Campesina y nuestros movimientos campesinos La mística es una parte de ello. Hemos fortalecido y transformado las temáticas que La Vía Campesina es capaz de abordar y luchar: violencia hacia las mujeres, la defensa de las semillas, defensa de la tierra, reivindicación de protección social… mucho de nuestro trabajo en todas estas cuestiones está profundamente orientado por nuestras perspectivas como mujeres en lucha. Nuestra fuerza ha logrado incluirlas como cuestiones clave. No debemos subestimar como esto es vital e importante, no sólo para La Vía Campesina, sino para la lucha global en torno de esas cuestiones. En muchos lugares y gracias a nuestro trabajo en La Vía Campesina, hemos logrado cultivar y globalizar la esperanza.
Lee el llamado del #25Nov22 de La Vía Campesina, con la consigna “Defendemos la Soberanía Alimentaria y nuestros territorios, contra la violencia, los desalojos y el agronegocio”. Las mujeres campesinas demandan soberanía alimentaria, derecho a la tierra, que cese la criminalización y todo tipo violencias en los campos y ciudades. A la vez, denuncia como en tiempos de crisis alimentaria, política y económica las cifras de violencias contra mujeres, niñez y diversidades son alarmantes. Por eso, “es urgente construir sociedades libres de violencia, comunidades de paz con justicia social”.
La Vía Campesina está conmemorando 30 años de luchas, esperanzas y organización con la tag #LVC30Años. Además, está a las puertas de su VIII Conferencia Internacional y VI Asamblea de Mujeres del Campo, que serán espacios de debate, toma de decisión y construcción colectiva en noviembre de 2023 en Nicaragua. En preparación, comparte la publicación “El caminar del feminismo campesino y popular en La Vía Campesina” su versión de estudio y su versión gráfica para el trabajo de base.
Nettie Wiebe integra a Unión Nacional de Agricultores de Canadá y fue la primera mujer en integrar el Comité de Coordinación Internacional (CCI) de La Vía Campesina. Este texto es una edición de su intervención realizada en la jornada de formación “Feminismo Campesino y Popular en La Vía Campesina” en agosto de 2022.