Hacer comunicación popular es un proceso colectivo. Más allá de hacer una foto, subir un video en las redes sociales o escribir una nota: es una forma de construir movimiento. Aquellas y aquellos que hacen comunicación popular nunca están solas o solos, porque trabajan junto a otras comunicadoras y comunicadores, y porque se vinculan a un proceso de organización política, a un proceso de lucha común.
Especialmente en América Latina y el Caribe, la fuerza de la comunicación popular ha llevado a la construcción histórica de importantes espacios de convergencia. La cartilla Somos todas comunicadoras, producida por la Marcha Mundial de las Mujeres de Brasil, recoge los planteamientos del movimiento sobre la dinámica de la convergencia.
Se activa la convergencia desde la articulación entre los medios alternativos y los movimientos sociales, que ponen a sus comunicadores a disposición del proceso colectivo. La planificación y producción de contenidos se hace de forma conjunta: comunicadoras y comunicadores de diferentes organizaciones pueden formar un equipo de radio, compartir fotos, redactar notas e interactuar en las redes sociales de forma colectiva. Los materiales que produce la convergencia expresan la síntesis política del proceso político en cuestión, y deben expresar la posición política y la representatividad de las organizaciones. Se trata de un momento de producción y aprendizaje colectivo.
Las convergencias de comunicación son una práctica permanente en las articulaciones y foros de los medios y movimientos. Y son especialmente importantes en la cobertura colaborativa de demostraciones, actividades, acciones y encuentros. En esos espacios, con la cámara en una mano y la bandera en la otra, las comunicadoras y los comunicadores comparten materiales, ponen en práctica la unidad, proponen diferentes lenguajes que juntos forman un contenido común, siempre desde la perspectiva de los que se encuentran en la lucha.
Durante la III Asamblea Continental de ALBA Movimientos, que tuvo lugar entre el 27 de abril y el 1 de mayo de 2022, Capire reunió algunos relatos de compañeras que estuvieron implicadas en la tarea de comunicación del encuentro.
La batalla comunicacional
María Aprigliano, de la AgenciaLatinoamericana de Información (ALAI), explicó que «lo que estamos haciendo principalmente es tratar de hacer una cobertura no solamente de las personas que participan de los paneles, sino de las experiencias que están trayendo los compañeros y compañeras». «ALAI es un proceso de comunicación popular que, desde los años 70, se desarrolló y se enriqueció junto con los procesos de los movimientos sociales del continente», dijo Sally Burch, una de las fundadoras de la agencia, para quien la comunicación es «un trabajo de enlazamiento entre los movimientos».
La comunicación popular tiene tanto la tarea de informar a las personas que son militantes activas como a las que pueden llegar a serlo, que no forman parte del grupo de «adeptos». Según María, «intentamos replicar las informaciones en las distintas plataformas digitales para visibilizar esa experiencia multitudinaria, que tiene que llegar a la gran mayoría de los movimientos populares». Al mismo tiempo, hacer comunicación también supone cuestionar el modelo de difusión de los grandes conglomerados digitales, y plantear la democratización de la comunicación y las tecnologías como una agenda de los movimientos. «Tenemos la tarea de alertar a los movimientos de los nuevos peligros que se están pintando, y uno de ellos hoy es el capitalismo digital, con las nuevas empresas que tenemos todos los días en nuestro bolsillo, nuestro celular y hasta nuestra cama. Qué estrategias podemos pensar frente a esos desafíos es una pregunta que podemos hacernos en el ámbito de ALBA», reflexiona Sally.
Las grandes empresas transnacionales de medios digitales se anuncian como espacios de debate abierto, pero practican permanentemente la censura y la manipulación de la información, además de reforzar el consumismo y los ideales neoliberales basados en el individualismo y la meritocracia. En el panel sobre el papel de las juventudes en la ccomunicación, la venezolana Orlenys Ortiz destacó que el trabajo de esas empresas «es aniquilar a cualquier cosa que se oponga a los intereses estadounidenses, es aniquilar del imaginario colectivo el liderazgo del comandante Chávez». Para ella, «eso es parte de un territorio en disputa. Estamos convocadas y convocados a dar esa pelea tanto en el territorio en su profundidad, tanto en encuentros internacionales como este, como dando la batalla digital desde nuestra postura».
Procesos colectivos
Durante el panel de balance de la secretaría operativa de ALBA Movimientos, Laura Capote habló de la integración entre comunicación, formación y política. Estos tres ejes deben entenderse y practicarse juntos, sin fragmentación. Esta concepción se enmarca en una forma de organización que trabaja bajo «el principio de la humildad y de la colaboración entre nosotros». Añade: «todo lo que se ve, es decir, posibles contratiempos, los problemas de electricidad, etc. son parte de un movimiento que tiene que moverse y resolver, al mismo tiempo, comedores populares, criminalización de compañeras y compañeros, tareas organizativas múltiples. Está hecho por militantes del pueblo de cada uno de esos países. Aquí no somos nosotros organizadores y ustedes los invitados, sino que somos todas y todos organizadores». Para Sally, esa integración también forma parte de la práctica cotidiana en los espacios de comunicación en movimiento: «hemos venido acompañando los procesos que no son solo llevar la información, como también la formación».
Luciana Lavila, de Barricada TV, recuperó experiencias que forman parte de la historia de construcción de la comunicación popular en América Latina y el Caribe. «Hubieron grandes escuelas de comunicación popular y periodismo. Cuba y Venezuela son grandes ejemplos, las radios mineras en Bolivia… Hay toda una tradición de lucha que nos marca a todos y todas que hacemos comunicación popular. Aquí en Argentina, a partir del 2001, hay toda una tradición de cine piquetero, de toma de conciencia de las organizaciones y movimientos populares en cuanto a la comunicación». La propia Barricada TV es un ejemplo de ello: es un canal de televisión popular y comunitario que funciona en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, transmitido por televisión digital (32.1) e internet. Barricada TV empezó con transmisiones experimentales en los barrios, junto a los movimientos de desocupados, posteriormente a la gran crisis del Argentinazo. Con el paso de los años, el colectivo decidió ampliar su audiencia y estructuró el canal de televisión dentro de IMPA, una fábrica metalúrgica recuperada.
Para Luciana, esa conciencia es fundamental, y «va más allá de la cuestión herramental de la comunicación». «Si no se entiende que las compañeras y los compañeros tienen que estar integrados a las luchas, porque somos militantes además de comunicadoras y comunicadores, las cosas se vuelven más difíciles», como defiende. Lo mismo se aplica al planteamiento del derecho a la comunicación como una agenda política general: «como los movimientos sociales salen a la calle por sus reivindicaciones, el sector de la comunicación y esas organizaciones tienen que salir a luchar contra la concentración de la palabra». Orlenys Ortiz situó su crítica al «hecho de no comprender la comunicación como un eje transversal a absolutamente todo. En muchos casos, solo los comunicadores hablan de comunicación, y eso tiene que dejar de ser así».
Las mujeres comunicadoras han construido nuevos planteamientos sobre el feminismo y la comunicación popular, que visibilizan los aportes y la resistencia de las mujeres desde una visión y un lenguaje antipatriarcal. «La experiencia que estamos teniendo aquí es muy prometedora y provechosa porque hay muchas compañeras que están trabajando en los ejes feministas. Eso nos brinda la posibilidad de reunir fuerzas de aquí en adelante para planificar los ejes estratégicos que nos necesitan a nosotras como protagonistas», concluyó María Aprigliano.
Para ser una comunicadora popular, lo más importante es participar activamente en las luchas, porque ahí se aprende a hacer una comunicación desde abajo. «A pesar de que está muy mal aprender el multitasking en el mundo corporativo, la verdad es que nosotros, comunicadoras y comunicadores populares, aprendimos con pocas herramientas a hacer mucho. Eso es posible gracias a que estás inserto en ese ambiente de lucha, pues hacerlo por hacerlo no tendría sentido, pierde su gracia», explicó Luciana. Según la comunicadora social Zaira Arias, del partido Perú Libre, “es importante que nazcan nuevos comunicadores e comunicadores, que no necesariamente deben de ser periodistas, pero que sean personas que quieran comunicar la verdad y luchen para darle la batalla frontal a la mentira, a una derecha que tiene toda la logística del mundo. Nosotros no tenemos eso, pero tenemos la verdad en nuestro lado”.