Hoy celebramos el Día Internacional de la Mujer Afrolatinoamericana, Afrocaribeña y de la Diáspora, una fecha que resulta del 1er Encuentro de Mujeres Negras de América Latina y el Caribe, que se dio en República Dominicana en 1992. Por eso, publicamos hoy una entrevista colectiva con Benita Cordero, Juana Ferrer y Vanessa Rodríguez, militantes campesinas negras, integrantes de la Confederación Nacional de Mujeres del Campo (CONAMUCA) en República Dominicana. Ellas nos hablan sobre las prácticas de organización y lucha actuales de las mujeres negras y campesinas en el país y en la región caribeña.
CONAMUCA inició su trabajo en 1981, en los tiempos de auge del movimiento revolucionario, nos explican las activistas. La organización se formalizó en 1986, y estuvo presente en la fundación de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC-Vía Campesina), en Lima, Perú, en 1994. Desde entonces, es una de las organizaciones que llevan adelante la lucha campesina, feminista y antirracista por reforma agraria, sobernaía alimentaria, justicia e igualdad en Latinoamérica y Caribe.
Vanessa, Juana y Benita viven en la provincia de San Cristóbal. Vanessa integra la Federación de Mujeres Campesinas, es parte del equipo operativo y de la dirección nacional del equipo de mujeres jóvenes de CONAMUCA. Juana está en CONAMUCA desde su inicio, es responsable de las relaciones internacionales en la dirección nacional y forma parte de las articulaciones de mujeres de la CLOC y de La Vía Campesina internacional. Benita también es parte de la dirección nacional de la CONAMUCA y vive en Yaguate, municipio de la provincia. Ellas transmitieron sus experiencias y análisis con palabras, cantos y consignias que nos convocan a todas: «globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza» y «con feminismo construímos socialismo».
Ya han pasado casi 30 años desde el encuentro que creó el Día Internacional de la Mujer Afrolatinoamericana, Afrocaribeña y de la Diáspora. Por eso, quisiéramos empezar escuchando sobre cómo ven el desafío de las luchas contra el racismo hoy, desde la perspectiva de construcción feminista y campesina.
Juana: Nosotras por muchos años hemos estado en los diferentes esfuerzos de articulación de organización del movimiento de mujeres afro en la región. Hemos desarrollado niveles de lucha que nos han permitido recuperar las manifestaciones de resistencia del pasado con nuevas formas de lucha: por los derechos sexuales y reproductivos, a la salud y educación, por el derecho a cuidar y proteger los recursos naturales… Hay nuevas formas de lucha porqué, precisamente, hay profundización de esos niveles de discriminación, opresión y racismo. Rearticular nuestra fuerza como mujeres ha sido una de las cosas que nos ha permitido colocar nuestra lucha contra el racismo y contra el modelo mismo.
Una de las cuestiones que está muy presente en la coyuntura del feminismo en República Dominicana es la lucha por el derecho al aborto. ¿Cómo está se dando esa lucha y cómo ustedes se insertan en ella?
Vanessa: Hasta el momento, sólo hablamos de tres causales para la despenalización del aborto: cuando el feto tiene una malformación que es una incompatibilidad con la vida, cuando es fruto de una violación, o cuando corre riesgo la vida de la mujer. Es una lucha que ha llevado más de veinte años en el país, pero que, en los últimos cinco o siete años, se ha abierto no sólo al movimiento de mujeres, sino que a otros escenarios. Ya todas las personas en las comunidades han entendido que esta no es una situación de un grupo de mujeres, sino que implica a toda la comunidad.
Cada año, tenemos cifras alarmantes de niñas adolescentes y mujeres que mueren en sus comunidades por la práctica de abortos clandestinos. Corren el riesgo de que, al momento de ir al hospital, pase como ha pasado en el caso tan notable de Esperancita, que fue prácticamente secuestrada en el hospital, no se le pudo practicar el aborto y, al final, falleció. Como ella, hay otras mujeres a quienes ha sucedido lo mismo en nuestro país, especialmente las mujeres negras y campesinas, las que no tienen acceso rápido a un sistema de salud privado. Quienes tienen el acceso a salud privada pagan con más facilidad o salen del país para hacerlo.
Pasar esta información a la ciudadanía común ha motivado a que más personas y colectivos se unan a la lucha por la despenalización del aborto. Ya no estamos hablando que solo las feministas estamos movilizando a favor, sino que está el colegio médico, las voces progresistas dentro de las iglesias, el movimiento social en sí. Desde el año pasado, ha sido muy visible que el movimiento social en su conjunto se movilizó y se posicionó. El movimiento de mujeres se encuentra en su mejor momento en relación al apoyo en los medios de comunicación, que han mantenido este tema en el tapete. Al momento de votar, queremos que los congresistas sepan que la población está vigilante. Aunque es cierto que muchos de ellos votaron en contra del código penal que favorece a las mujeres, muchos lo hicieron a favor y presentaron públicamente el respaldo a las mujeres dominicanas. Anteriormente, aunque estuvieran de acuerdo, no lo decían en público.
¿Qué desafíos encuentran para la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres y contra el racismo en el trabajo de base en el medio rural?
Benita: Uno de los desafíos es alcanzar una soberanía alimentaria y la agroecología. También es importante enmarcar que tenemos el reto de involucrar a la juventud en los procesos de transformación de nuestro territorio. Otro desafío que tenemos es el de trabajar el feminismo campesino y popular desde las bases de nuestra organización.
Nos gustaría escuchar más sobre cómo han impulsado el proceso de involucrar la juventud en las prácticas políticas, es decir, ¿cuales son los aprendizajes de construcción entre las diferentes generaciones? En qué medida incorporar la juventud trae fuerza para los enfrentamientos al poder corporativo de las transnacionales y para la lucha por la soberanía alimentaria?
Vanessa: El objetivo de CONAMUCA es mantener un trabajo bien organizado de resistencia y acompañamiento a las mujeres y familias del campo. Eso se ha logrado a raíz de la formación política e ideológica, integrando a las compañeras. Aportamos desde nuestras experiencias, conocimientos, expectativas de qué sociedad queremos construir.
Estamos constituidas de organizaciones de base de las comunidades, en las cuales estamos mujeres desde muy adulta hasta niñas que empiezan a ir a las reuniones y participar de las actividades junto con sus madres. Cuando crecen, se enamoran de la organización y se quedan siendo parte. También está una estructura media, que son las federaciones, donde van representantes de las asociaciones, entre ellas las compañeras jóvenes. Y está la dirección nacional, que estatutariamente decidió ser formada por una mitad adulta y una mitad joven. De 31 compañeras, 15 somos jóvenes. No somos vistas como «el futuro» de la organización, sino como parte de todo el proceso de construcción.
Juana: Con relación al enfrentamiento al poder corporativo y a la burguesía del país, lo hacemos relacionado con la defensa de nuestros recursos naturales. Somos reconocidas por todo el movimiento social del país por el aporte importante que, como mujeres campesinas, hacemos a la lucha por la recuperación de los recursos, contra la megaminería y contra los planes del gobierno y de la burguesía de introducirse en la forma de producir alimentos. Protegemos a la semilla de los transgénicos y agroquímicos.
Cuando aún nosotras considerábamos que el cambio de gobierno nos iba a favorecer la demanda de la población más vulnerabilizada, por ejemplo frenando la negociación de nuestras tierras y recursos, eso era esperanzador. Ahora, ya no es. Todo el movimiento social y popular del país se encuentra en una articulación para enfrentar esas empresas transnacionales y la burguesía. CONAMUCA ocupa un lugar importante en esta lucha, porque entendemos que la única forma de poder enfrentar el modelo es con la unidad.
Ustedes hablaron bastante ahora sobre la organización, los enfrentamientos y resistencias, pero les quería preguntar también sobre las prácticas que vienen impulsando para construir agroecología y defender las semillas y los territorios.
Benita: Ahora tenemos una escuela de formación para compañeras que quieren hacer buenas prácticas. Eso nos ha permitido rescatar a los conucos[1] y las parcelas[2], las prácticas ancestrales. A pesar de ser una práctica de los campesinos y campesinas todos los días, se dice que no son rentables, que lo que renta es el monocultivo… Pero el conuco sigue sobreviviendo. Un buen conuco es el que tiene plátano, yuca, habichuela y más. El conuco es el único que nunca engaña al hombre ni a la mujer, ni se queda con el sudor de nadie.
Juana: Una de las prácticas importantes que promueve el colectivismo y que recuperamos es el convite en la producción agroecológica. El convite es una forma de trabajar en la tierra, tanto en en el proceso de preparación como de cosecha, de manera colectiva. En vez de que una familia trabaje sola en su conuco, hacemos eso: somos varias familias que trabajamos la tierra del otro y de la otra de manera conjunta, en solidaridad. Logramos disminuir el tiempo de dedicación al proceso de producción, por qué nos involucramos en más personas, pero también recuperamos la solidaridad de producir de manera colectiva y compartir también. Queremos recuperar eso de que, antes, una familia producía yuca y otra produce guineo (banano), y entonces comparten lo que se produce. Esta práctica ancestral de alguna manera se ha ido perdiendo y, dentro de la agroecología, estamos trabajando para recuperarla. Para nosotras, es una práctica innovadora, que frena también la migración, porque motiva que la gente siga produciendo en el campo.
Por lo que dicen, estas prácticas ancestrales retomadas son herramientas, estrategias de lucha y construcción de otro futuro. ¿Recuperar la ancestralidad es también una práctica antirracista desde los pueblos en Caribe y las Américas?
Juana: Precisamente. El debate de cómo construir la agroecología a través de la soberanía alimentaria tiene que ver con eso: con la unidad de los pueblos no solamente para luchar en contra del modelo en la calle, sino también desde nuestro territorio, apoyándonos con la producción de alimentos, el cuidado del medio ambiente, la recuperación del mercado solidarios y local. Son prácticas que rompen con el individualismo que nos ha sometido el modelo neoliberal y capitalista. La agroecología es una herramienta importante para recuperar nuestra forma de vivir y producir. Incluso compartimos comunidades entre compañeros migrantes o de ascendencia haitiana y dominicana, en una forma de vivir que tanto la burguesía haitiana como la dominicana quieren dividir. Son dos países pero es una misma isla.
Desde los distintas partes del continente, estamos atentas a lo que pasa en Haití. Es importante destacar esa solidaridad que se construye en las prácticas que ustedes plantean. Por fin, en Capire estamos recuperando la memoria de mujeres negras que son referencias de lucha y queremos escucharles sobre Mamá Tingó.
Juana: Florinda Soriano, Mamá Tingó, era oriunda de un municipio que antes perteneció a la provincia San Cristóbal, ahora provincia Monte Plata. Desde joven, levantó su familia trabajando en la tierra para el gobierno de Balaguer. En los doce años de Balaguer, llegó un terrateniente a la comunidad que había comprado un pedazo de tierra de manera fraudulenta. Esa tierra era el sustento de vida de Mamá Tingó y su familia, que ella defendió con todo que podía. Pertenecía a una organización campesina, la Liga Agraria Cristiana. Por la lucha que Mamá Tingó desarrollaba, todo el resto del movimiento campesino la tuvo como una líder del campesinado dominicano. Florinda Soriano fue asesinada en 1974 por un capataz. Ella se defendió antes de recibir las balas que acabaron con su vida.
En 1986, cuando se fundó la CONAMUCA, asumimos Mamá Tingó como referencia no solamente del movimiento campesino, sino que también del movimiento feminista. Hemos logrado en los últimos años colocarla como una referencia histórica más allá de República Dominicana, a nivel del continente. Una de las estrofas de las décimas que ella cantaba es: «para quitarme la tierra, tendrán que quitarme la vida, porque la tierra es mi vida».
[1] Conuco es una forma agrícola tradicional comunitaria o familiar de origen indígena basada en el policultivo cuya producción está destinada sobre todo al auto consumo o al intercambio comunitario, aunque sus excedentes también pueden estar destinados a los mercados populares.
[2] Las parcelas son porciones de tierra en producción colectiva orgánica. Muchos compañeros y compañeras se juntan en forma de convite para limpiarla, prepararla y ararla, cosechar y guardar semillas. En CONAMUCA, las parcelas sirven para la pasantía y prácticas de compañeras/os de la escuela de agroecología.