Sophia de Mello Breyner Andresen: Poesía y revolución

04/11/2021 |

Por Capire

El 6 de noviembre se celebra el nacimiento de la poeta portuguesa Sophia de Mello Breyner Andresen.

El amor positivo a la vida busca la entereza. Por buscar la entereza del hombre, la poesía en una sociedad como la que vivimos es necesariamente revolucionaria — es la no aceptación fundamental. La poesía nunca dijo a nadie que tuviera paciencia.

El poema no explica implica. El poema no explica el río o la playa: me dice que mi vida está implicada en el río o la playa. Como dice Pascoaes:[1]

La poesía es lo que me implica, lo que me hace ser en el estar y me hace estar en el ser. La poesía es lo que me hace entero mi estar en la tierra. Y porque es la más honda implicación del hombre en lo real, la poesía es necesariamente política y fundamento de la política.

Pues la poesía busca el verdadero estar del hombre en la tierra y no puede por ello separarse de esa forma del estar en la tierra que es la política. Y así como busca la relación verdadera del hombre con el árbol o con el río, el poeta busca la relación verdadera con los otros hombres. Ello le obliga a buscar lo que es justo, ello le

implica en esa búsqueda de la justicia que es la política.

Y porque busca la integridad, la poesía es, por su propia naturaleza, desalienación, principio de desalienación, desalienación primordial. Libertad primordial, justicia primordial. El poeta dice siempre: “Hablo de la primera libertad.”

De esa unidad fundamental de libertad y justicia, el poeta formó su proyecto opuesto a la división.

Si queremos superar la cultura burguesa -es decir, el uso burgués de la cultura- es porque vemos en ella el reino de la división, el fracaso del proyecto de integridad. Sin duda, los grandes poetas nacieron y se crearon dentro del mundo de la cultura burguesa. Pero siempre vivieron este mundo como exiliados y viudos, como poetas malditos.

El arte de nuestra época es un arte fragmentario como los pedazos de algo que se rompió.

“Soy una dispersión de fragmentos sobre un felpudo por sacudir”, dijo Fernando Pessoa, que aquí, en el extremo occidente, recorrió hasta sus últimos confines los mapas de la división y letra a letra los dijo.

Y caminar hacia adelante es emerger de la división. Es rechazar la cultura que divide, que nos separa de nosotros mismos, de los otros y de la vida.

Sabemos que la vida no es una cosa y la poesía otra. Sabemos que la política no es una cosa y la poesía otra.

Buscamos la coincidencia del estar y del ser. Buscar la integridad del estar en la tierra es la búsqueda de la poesía.

Por eso rechazamos el uso burgués de la cultura que separa al cerebro de la mano. Que separa al trabajador intelectual del trabajador manual. Que separa al hombre de sí mismo, de los otros y de la vida.

Y porque desalinear, conquistar la integridad de cada hombre es la finalidad radical de toda política revolucionaria, el proyecto de una política real es por su propia naturaleza paralelo al proyecto de la poesía. Mas mirando con atención vemos que la tarea específica de la política es crear las condiciones en que la desalienación sea posible. En rigor, la política no crea la desalienación mas sí su posibilidad.

Henrique Matos, Porto, 1983

La poesía es la que desaliena, la que funda la desalienación, y establece la relación entera del hombre consigo mismo, con los otros, y con la vida, con el mundo y con las cosas. Y allá donde no exista esa relación primordial limpia y justa, esa verdad de las cosas, nunca la revolución será real.

Pues la poesía es la que funda. Por eso Hölderlin dijo: «Lo que permanece lo fundan los poetas».

Y por eso la política no puede nunca programar la poesía.

Compete a la poesía, que es por naturaleza libertad y liberación, inspirar y profetizar todos los caminos de la desalienación.

Y cuando la palabra de la poesía no sea coincidente con la política, es la política la que debe ser corregida. Por eso es propio de la verdad y de la esencia de la revolución que la poesía pueda siempre crear libremente su camino.

Y es muy importante que se comprenda claramente que el arte no es un lujo ni un adorno. La historia nos muestra que el hombre paleolítico pintó las paredes de las cavernas antes de saber cocer la arcilla, antes de saber labrar la tierra. Pintó para vivir. Porque no somos apenas animales acosados en la lucha por la supervivencia.

Y si la política debe desalienar nuestra vida política y nuestra vida económica, es la poesía la que desaliena nuestra conciencia.

Por proponer al hombre la verdad y la plenitud de su ser en la tierra, toda poesía es revolucionaria.

Por eso, la forma más eficaz que tiene el poeta de ayudar a una revolución es ser fiel a su poesía. Escribir mala poesía diciendo que se escribe para el pueblo es sólo una nueva forma de explotar al pueblo.

Quien está realmente empeñado en un país mejor y una sociedad mejor, lucha por la verdad de la cultura. Aquel que consiente la mediocridad es enemigo de una sociedad mejor, aunque proclame grandes principios revolucionarios. La revolución de la calidad es radicalmente necesaria para una revolución real.

Donde no esté la poesía no se podrá fundar algo real.

No es una casualidad ni una peculiaridad de su temperamento que Mao Zedong sea poeta. No es casualidad que Marx y Trotsky amasen la poesía. La poesía es primordial y anterior a la política. Por eso ningún político, por muy puro que sea su proyecto, puede programar una poética.

Pero ninguna revolución será real sin que la poesía sea su fundamento y siga siendo su hermana.

Pero de la participación del escritor en la revolución, cada uno debe decidir por sí mismo. Cada uno puede proponer su camino o su hipótesis a los demás sin que nadie esté obligado a seguirlo. Sin embargo, hay algunos principios que me parecen objetivamente intrínsecos a la condición de escritor. Estos principios son:

– Luchar contra la demagogia que es la degradación de la palabra. Como decía Mallarmé, «dar un sentido más puro a las palabras de la tribu» es una misión del poeta.

– Luchar contra los eslóganes. Un proverbio de Burundi dice: «Una palabra que está siempre en la boca se convierte en baba».

– El escritor, como todo hombre consciente, debe ejercer una acción crítica. Y debe luchar por un entorno en el que la crítica sea posible. Así, en este momento, el escritor debe luchar por un entorno sano — es decir, un entorno en el que no se acuse al que critica de reaccionario o fascista.

– Luchar contra la promoción de lo mediocre. Luchar desde ahora, inmediatamente, por una revolución de calidad. Y porque queremos que la cultura se ponga en común, luchar por la revolución de la calidad en todos los medios de comunicación social.

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En la raíz de la sociedad capitalista está el uso burgués de la cultura que separa al hombre de sí mismo, de los otros y de la vida, que divide a los hombres en trabajadores intelectuales y trabajadores manuales. En la raíz de la sociedad capitalista está la cultura que divide.

Por eso, no se podrá construir un socialismo real sin una revolución cultural. Para que el socialismo sea real es necesario que la cultura se ponga en común.

La revolución no es la fase final de un proceso de revolución socialista, sino uno de sus fundamentos.

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[1] De la playa occidental. Panorama de la poesía portuguesa. Santiago: RIL editores, 2003, p. 131. Traducción de José Salgado.


Sophia de Mello Breyner Andresen fue una poeta portuguesa que vivió entre 1919 y 2004. Es autora de decenas de libros, como Coral, Navegações, Geografia y O nome das coisas. En este último, se encuentra el texto anterior, con fecha de 10 de mayo de 1975 y leído en el I Congreso de Escritores Portugueses. El texto en portugués fue tomado del portal Escamandro.


La traducción al español fue realizada por el poeta Carlos Clementson para la antología poética de la autora, publicada en España en 2000 por Huerga y Fierro Editores. Como no tuvimos acceso a la versión completa del texto en español, reproducimos una parte (disponible aquí) y optamos por traducir las demás.

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