Me gustaría hablar de Pakistán, un país que no tiene un Estado laico, como Turquía y otros. Su nombre oficial es República Islámica de Pakistán y el país está gobernado por los gobiernos federal y provinciales de conformidad con la Constitución de 1973. El sistema judicial se divide en tribunales civiles, tribunales penales y el tribunal de la sharia, que examina las leyes del país de conformidad con la ley y el derecho islámico.
El Tribunal Federal de la Sharia es la única autoridad con poder constitucional para prohibir e impedir la promulgación de leyes por parte del parlamento paquistaní cuando se consideren contrarias a los preceptos islámicos. El tribunal se centra principalmente en analizar las leyes nuevas o existentes en el país. Si una ley viola el Corán, la sunna o los hadices, el Tribunal de la Sharia prohibirá su promulgación.
La Constitución de 1973 garantiza, en su artículo 16, la libertad de reunión; en el artículo 17, la libertad de asociación; y, en el artículo 19, la libertad de expresión. Todo ello debería fortalecer el ejercicio de los derechos fundamentales por parte de todos los ciudadanos, sin discriminación. La ausencia de estos derechos es el mayor impedimento para el crecimiento de una sociedad. El aumento de las violaciones de derechos humanos es una amenaza abierta a la democracia y al trabajo de las personas que defienden los derechos humanos. La Constitución garantiza estos derechos, pero no se ejercen en la vida práctica. La violación se produce principalmente contra los derechos de las mujeres. En concreto, existe un espacio limitado para la libertad de expresión y reunión de mujeres y niñas. Es necesario garantizar la implementación de sus derechos en el país.
Durante y después de la pandemia, la inflación ha aumentado la pobreza y los múltiples desafíos sociales, políticos y económicos del diverso tejido social de Pakistán. El rápido crecimiento demográfico y los impactos adversos sobre las minorías étnicas y religiosas dan como resultado mayores divisiones entre los espacios urbanos y rurales y entre las ciudades grandes y pequeñas. Todos estos factores contribuyen a la transformación continua del comportamiento social de las masas. El contexto de pandemia redujo la fuerza de trabajo en todos los sectores económicos y provocó la pérdida de muchos puestos de trabajo. Las mujeres trabajadoras, especialmente las de la clase obrera, que trabajan en las fábricas y en el contexto doméstico, fueron las que más sufrieron. Las profesoras fueron inmediatamente despedidas de sus puestos de trabajo. Y la violencia contra las mujeres y las niñas creció durante la pandemia.
La intolerancia étnica y religiosa es habitual y ocasionalmente se denuncian casos.
Asma Aamir
El feminismo en la historia de Pakistán
Frente a todos estos desafíos, la inseguridad entre las minorías de Pakistán ha aumentado con el tiempo. En la década de 1980, durante el régimen dictatorial y antimujeres de Zia-ul-Haq, se produjo una reducción de los espacios civiles para las mujeres. Durante este período, el Estado utilizó efectivamente fuerzas políticas religiosas para ganar poder. Silenció a los partidos políticos, reprimió a la prensa y al campo académico con censura y proscribió estudiantes y movimientos sindicales.
Fue en este momento político de la década de 1980 cuando cobró fuerza el primer movimiento feminista, el Foro de Acción de Mujeres. Las mujeres se unieron y revocaron las leyes Hudud, promulgadas en 1979, que discriminaban a las mujeres no musulmanas en relación con las pruebas testimoniales en casos de estupro y violación grupal. Este movimiento organizó el acto en protesta contra la Ley de Pruebas (que obligaba a las mujeres violadas a presentar cuatro testigos para probar el crimen), las leyes Hudud y otras leyes discriminatorias contra las mujeres. La manifestación tuvo lugar en la avenida The Mall, en Lahore, mi ciudad natal. A pesar de ser un acto pacífico, el uso de gases lacrimógenos para dispersar a la multitud y detener a personas no fue infrecuente. El Foro de Acción de Mujeres fue (y sigue siendo) una voz contra todo el tipo de injusticia, especialmente contra las mujeres y las minorías. Posteriormente, en 2006, las leyes fueron actualizadas y ya no se requiere la presentación de cuatro testigos.
El segundo movimiento feminista popular de Pakistán surgió en 2000, con el nombre de Alianza Contra el Acoso Sexual ([Alliance Against Sexual Harassment — AASHA) y el lema de poner fin al acoso sexual en el trabajo. La militante y especialista en cuestiones de género Fouzia Saeed, junto con otras compañeras, como la integrante de la Marcha Mundial de las Mujeres Bushra Khaliq, incluyeron figuras importantes, como mujeres de movimientos populares, medios de comunicación, parlamentarios y partidos políticos. Con estos esfuerzos, en 2010, ellas tuvieron la suerte de que se aprobara la ley de protección contra el acoso a las mujeres en el entorno laboral.
El actual movimiento popular, denominado Marcha Aurat [Marcha de las Mujeres, en español], cobró fuerza hace cinco años, en 2018, con el lema por el fin del patriarcado. La Marcha Aurat es el movimiento de las jóvenes feministas, con un enfoque más inclusivo e intergeneracional. Cada año, el 8 de marzo se celebra la Marcha Aurat y, a lo largo del año, también se realizan actividades como conferencia de prensa, pequeñas manifestaciones y trabajos artísticos.
Desafíos contemporáneos
Las jóvenes feministas se enfrentan a muerte, violaciones y amenazas de ataques con ácido mientras ejercen su derecho constitucional de reunión y su derecho a la libertad de expresión. Izar una bandera molesta e irrita la mentalidad patriarcal en Pakistán.
La estructura, las prácticas y el tejido social están en contra de las mujeres. El poder del gobierno es débil para proteger a las mujeres. Las mujeres enfrentan oposición en casa, en las calles y en el trabajo, pero seguimos marchando en las calles, en conexión con el Día Internacional de Lucha de las Mujeres y otros temas.
Los ataques a través de comentarios y mensajes privados en internet trajeron inseguridad a las mujeres jóvenes. Como resultado, tuvieron que dejar de publicar contenidos sobre su participación en espacios públicos o comenzaron a ignorar estos comentarios, lidiando solas con el miedo y la inseguridad. Los medios de comunicación y las tácticas dañinas de los YouTubers han deteriorado la causa de las niñas y mujeres sin investigar la fuente. Los medios impresos y electrónicos publicaron carteles adulterados con imágenes de niñas y mujeres que participaron en actos y marchas, incluyéndome a mí.
Las redes sociales inciden en la sociología y la psicología de lo que se comunica, con la ayuda de la tecnología. El creciente populismo expone cómo la sociedad aún no está preparada para dar y ofrecer derechos sobre el cuerpo a niñas y mujeres. El lema “mera jismmerimarzi” (“mi cuerpo, mi elección”) se ha convertido en una expresión osada y audaz utilizada por jóvenes feministas para negar el control sobre los cuerpos de las mujeres en forma de violación conyugal y de elegir no tener hijos. Muchas personas repudian ese lema y pocas lo admiten.
El espacio para la divergencia se está comprimiendo rápidamente en la región de Asia y el Pacífico. De manera similar, los espacios civiles y los movimientos jóvenes feministas en Pakistán también están en riesgo.
Aumentaron las amenazas contra la vida de manifestantes. Las mujeres enfrentan el acoso en la internet, el acoso sexual en espacios públicos y la estigmatización, debido al fundamentalismo de los sectores de derecha y de la falta de laicismo. Todos estos son desafíos que surgen y requieren mucho del Estado y de las comunidades para encontrar soluciones, para considerar a las mujeres como ciudadanas iguales en ese país, para diseñar políticas a favor de las mujeres y para garantizar espacios civiles para mujeres y niñas.
Nuestro camino hacia adelante es movilizar y fortalecer las capacidades de cientos de jóvenes en la construcción de movimientos, bajo la bandera de la Marcha Mundial de las Mujeres en Pakistán. Con esa militancia diaria, seguiremos luchando por los derechos de las mujeres y los cambios estructurales. Por eso decimos que “resistimos para vivir, marchamos para transformar”.
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Asma Aamir forma parte de la Marcha Mundial de las Mujeres en Pakistán y es suplente en el Comité Internacional del movimiento, representando la región de Asia. Este artículo es una versión editada de su discurso en el 13° Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres, celebrado en octubre de 2023, en Ankara, Turquía.
Idioma de origen: inglés