En la región de Mali y los países de su entorno, el tema de la guerra y los conflictos armados es cotidiano. La Marcha Mundial de las Mujeres se interesa desde hace tiempo por la paz y la desmilitarización. Ha trabajado mucho en este tema y yo también me he implicado al respecto. Así participamos en acciones de solidaridad en el Congo para apoyar a las mujeres en zonas de conflicto. Desafortunadamente, unos dos años después, mi país se encuentra en la misma situación que la República Democrática del Congo.
Mali está en guerra desde 2012. Es una guerra muy difícil de gestionar porque no es una guerra convencional. Estamos hablando de yihadistas –extremistas religiosos–, de terroristas que trafican con armas y drogas. Son enemigos que no vemos, pero que se encuentran en nuestro territorio. Nuestro ejército se esfuerza por combatirlos, pero no es fácil porque no saben dónde encontrarlos. Por otro lado, los terroristas saben dónde está el ejército maliense. Esta situación ha hecho que hoy en día en Mali tengamos más de 30.000 soldados de todos los países del mundo.
Tenemos la Operación Barkhane, formada por el ejército francés y los ejércitos de varios otros países de la Unión Europea. Tenemos la Minusma [Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí], los Cascos Azules, como se les llama, y un grupo militar de soldados de decenas de países de África, Europa y Asia. Sin embargo, a pesar de la presencia de este numeroso grupo de militares y de los diversos recursos existentes, la guerra continúa. En lugar de mejorar la seguridad, estamos experimentando lo contrario. Al principio, cuando las tropas extranjeras se establecieron en Mali, la guerra se desarrollaba en las regiones del norte, que son en su mayoría desérticas.
Desde 2012 y hasta ahora –estamos en 2022– la inseguridad se desplazó. Invadió el centro del país y ahora está en el sur. Todo Mali fue afectado. Eso es lo que hace que la población no pueda entender la necesidad de la presencia de tropas extranjeras. Dicen que el ejército maliense no puede hacer frente por sí solo a este conflicto. Y eso es cierto. Pero las tropas extranjeras que están aquí y tienen más recursos que el ejército maliense tampoco son capaces de hacer frente a la situación.
Actualmente, tenemos algunos pueblos que desaparecieron del mapa. Los terroristas, los yihadistas vienen, pillan a la gente por sorpresa. Entran en los pueblos y los incendian, queman las casas con los habitantes dentro. Queman los graneros donde están las provisiones del año para las familias, cuando el cultivo ya está almacenada. Cuando está la cosecha, prenden fuego a todos los campos. Sin embargo, tenemos todas esas tropas en Mali, con todos sus grandes recursos. La gente se pregunta para qué sirven.
En este conflicto político entre Mali y Francia, se dice que los franceses que están en Mali son ellos mismos los terroristas. Son ellos los que arman a los terroristas, quienes les entrenan en el manejo de las armas. Porque cada vez que los terroristas vienen a atacar, los franceses desaparecen. Ya no los vemos, no sabemos a dónde se han ido. Vinieron, crearon el caos, pero ya no sabemos dónde están. El espacio es amplio, pero hay drones y aviones militares. Pueden ver en las imágenes de satélite lo que está ocurriendo, observar el movimiento de cualquier persona. Nos preguntamos por qué no pueden ver los movimientos de los terroristas que vienen a atacar los pueblos. Esto significa que son cómplices. De ahí el rechazo a la presencia francesa en Mali.
Ahora hemos llegado a un punto en el que Francia decidió retirar sus tropas. Hubo un gran conflicto diplomático cuando Mali envió al embajador francés de vuelta a su país. Hay otros países que también están retirando sus tropas. Los malienses se alegran de ello, porque su presencia no es la solución, y la Marcha Mundial de las Mujeres siempre ha denunciado esta situación. La gente reconoce que la presencia de los cascos azules no ha resuelto la situación. Llevan aquí más de veinte años.
Así que la iniciativa de la Marcha Mundial de las Mujeres y su posición respecto al aumento de la militarización es verdadera. La Marcha debe seguir trabajando en estos aspectos porque, de hecho, ahora, en lugar de desmilitarizarse, están supermilitarizados. Por ejemplo, el 22% del presupuesto del Estado maliense, que ya es bastante reducido, se destina a las armas. ¿Y dónde los hombres compran sus armas? Es a esos países que dicen que vienen a ayudarnos a luchar contra los conflictos a los que compramos armas. ¿Acaso, por sus intereses, querrán que la guerra termine? Mali, Burkina Faso y Níger se encuentran en la misma situación.
No tenemos derecho a comprar armas donde nos dé la gana, y mucho menos a elegir qué tipo de arma queremos. Tenemos un acuerdo militar con Francia, que nos obliga a pedirle siempre permiso antes de comprar armas. Francia es el país que decide lo que compramos y lo que no compramos. Por esa situación, los malienses se han rebelado hoy y piden que se revise el acuerdo, el cual rechazan. Las autoridades malienses consideran que ese acuerdo ya no es válido, porque han presentado propuestas de mejora, pero Francia nunca ha respondido.
En consecuencia, hemos recurrido a otros aliados para que nos ayuden a luchar contra el terrorismo. En particular, Rusia, que, desde la independencia, siempre ha sido aliada de Mali en términos militares y de desarrollo. En cuanto a la educación, tenemos muchos malienses estudiando allí. La presencia de Rusia también ha creado otro problema entre Mali y Francia. Francia decidió que Rusia no iba a venir, pero nosotros decidimos que sí. A partir de ahora, vamos a recurrir al aliado que pueda ayudarnos a acabar con el problema del terrorismo en Mali.
Las mujeres de la Marcha trabajan en asociación con otras organizaciones. En nuestro contexto, una organización no puede trabajar por sí sola. Nos juntamos para hacer frente a eso y para poder luchar como mujeres contra el terrorismo en Mali. Además, está la situación sociopolítica que estamos viviendo. Tenemos un cambio de régimen. El pueblo salió a las calles para exigir la dimisión del presidente electo. Se han intensificado los movimientos y el ejército ha llegado a poner fin al poder del presidente electo.
Actualmente estamos en una transición militar. Una situación que el pueblo de Mali ha recibido con satisfacción y que está acompañando porque se trata de un militar que está al frente del país. No fue elegido. Pero por las acciones que propone cada día desde que llegó, los malienses sienten que se están tomando en cuenta sus intereses, y que el país es administrado como les gustaría.
Por otra parte, la CEDEAO [Comunidad Económica de Estados de África Occidental], organización subregional de la que forma parte Mali, impuso sanciones al país. Cerró las fronteras con todos los demás países miembros de la CEDEAO, que son 15, gestionó los ingresos de Mali en los bancos y suspendió la participación de los malienses en los órganos de la CEDEAO. Así que nos encontramos en esta situación. Afortunadamente para Mali, Mauritania no es miembro de la CEDEAO, se retiró hace varios años. Así que Mauritania no ha cerrado sus fronteras con nosotros. Al igual que Mali, Guinea, que también sufrió un golpe de Estado y se encuentra en la misma situación, afirma que no va a cerrar sus fronteras con nuestro país.
Mali es un país sin salida al mar. Ahora utilizamos el puerto de Guinea y el de Mauritania para traer nuestros productos. Mali tiene siete países a su alrededor, y todos son miembros de la CEDEAO. Pero las poblaciones de esos países apoyan a Mali. También se movilizan, celebran manifestaciones, organizan encuentros para apoyar al pueblo de Mali. Un grupo de senegaleses y senegalesas salieron de Dakar (a más de 1300 km de Bamako) y caminaron a pie para llegar a Bamako en señal de solidaridad y apoyo al pueblo de Mali. Tuvimos un gran encuentro y las mujeres se movilizaron para darles la bienvenida oficialmente.
La Marcha siempre defendió la solidaridad entre los pueblos y así está sucediendo en nuestro territorio. Los jefes de Estado están juntos para castigar al pueblo, pero los pueblos de todos los países se han unido y luchan por la paz y contra la militarización.
Nana Aïcha forma parte de la Marcha Mundial de las Mujeres de Mali.
Este artículo es una versión editada de su intervención en el diálogo «Mujeres contra las guerras» celebrado por Capire el 28 de marzo de 2022