Cuando hablamos de empresas transnacionales, nos referimos a las empresas internacionales, multinacionales y de inversión que se adentran en el continente africano y otros países del Sur Global. Son la principal razón por la que África se desangra, la forma como África se enfrenta a sus pérdidas y, especialmente, del impacto negativo en la vida de las mujeres.
En el continente africano, en general, las mujeres representan más de la mitad de la población. Son la mayoría, pero siguen siendo las más explotadas por estas empresas internacionales, sus parejas y en sus casas, lo que hace que sea la propia sociedad la que más sufre los efectos directos de esta explotación.
Creo que estas entidades son extremadamente egoístas con la población, con la mayoría de la población que representamos. No dialogan con la gente para entender cómo sus acciones les afecta y no están dispuestos a compartir los beneficios de este trabajo, pero siguen utilizando los recursos que tenemos. Esto me preocupa, porque las grandes empresas son las únicas que se benefician de ello. Están las enfermedades y sandeces y, sin embargo, África sigue cooperando con ellas.
Los líderes africanos deberían responder por qué la gente – especialmente las mujeres – está sufriendo tanto el impacto de las grandes empresas en el continente y en cada país. Nuestros líderes siguen haciendo inversiones e incluso financiando este tipo de actividad económica. Sí, la llegada de TNC ha mejorado las tasas de empleo, como lo dije. Las empresas transnacionales han recibido créditos por ofrecer soluciones al dilema del empleo en Uganda, pero no se tiene en cuenta la dignidad de sus trabajadores. Contratan a mucha gente, pero para mí la dignidad es más importante.
Aquí en África, las compañías como TNC emplean más a las mujeres y también las explotan más. Las mujeres no logran un nivel de enseñanza suficiente para conseguir mejores empleos, por lo que estas entidades crean una «oportunidad única» para ofrecerles puestos de trabajo a cambio de su explotación. La dignidad de la nación está amenazada. Es absurdo que los gobernantes traigan a estas empresas, porque solo lo que ofrecen es trabajo bajo costo, sin comprender que la dignidad es lo primordial.
Crear oportunidades de empleo para la gente es muy importante. Pero se tiene que plantear esta idea desde una perspectiva que tenga en cuenta lo que significa cada propuesta, en cuanto a la soberanía popular, la conservación y el respeto de los modos de vida existentes, la sostenibilidad de la vida y la naturaleza. Cuando los gobernantes colocan nuestra tierra en manos de corporaciones internacionales como TNC, entregan las regiones esenciales donde la gente no tiene condiciones adecuadas de subsistencia.
A lo largo de los años, las grandes corporaciones ambientales se convirtieron en una industria transnacional que gestiona y controla diversas regiones, incluidas las áreas naturales que dicen proteger. TNC y otras organizaciones conservacionistas imponen restricciones a la ocupación de personas y actividades y desalojan las comunidades de sus territorios bajo la justificación de que esos pueblos provocan la destrucción de los bosques. Estos organismos prohíben y restringen la ocupación por parte de las personas de la comunidad, en las tierras que les corresponden por ley, además de provocar cambios sustanciales en la rutina y la vida cotidiana de las familias en los locales en que se instalan.
Las mujeres representan alrededor del 52% de la población de Uganda. Sin embargo, a pesar del dividendo demográfico, la mayoría están al margen del desarrollo del país y no forman parte del gobierno. Una gran parte de la economía de Uganda está controlada por inversiones multinacionales, mientras que la mayoría de las mujeres (alrededor del 81%) se ganan la vida en la agricultura, pero no son propietarias de sus tierras.
Las mujeres y sus familias están siendo desalojadas de sus hogares para abrir paso a la construcción de estructuras corporativas, y los desalojos han provocado una serie de vulneraciones. Hay casos de violación y encarcelamiento. La gente sufre mucho y nadie habla en su nombre, simplemente porque los poderosos ya han asegurado sus ganancias, el regateo, así que el sufrimiento recae en la población local.
Gran parte de las decisiones políticas y económicas para la gestión y el control de las multinacionales las toman los hombres. La lamentable y evidente violencia contra las mujeres en estas empresas no es casualidad. Por ejemplo, en la industria y también en el sector de gas y crudo, el acoso contra las mujeres se produce en todos los niveles de las empresas transnacionales. La explotación y la violencia contra las mujeres se manifiestan en el acoso sexual, explotación económica y ausencia de condiciones mínimas de trabajo. La seguridad y protección son cosas muy importantes para nosotras y nuestras vidas, y eso no se nos ofrece libremente.
Deben ser una responsabilidad de los Estados y los países deben mejorar el modo de tratar los derechos humanos para satisfacer las necesidades de la población, poner en valor al pueblo y garantizar los derechos de la clase obrera ante las grandes corporaciones.
Las elecciones presidenciales que se celebraron en Uganda el 14 de enero fueron una oportunidad para que las mujeres pudieran alzar su voz contra la naturaleza de esta opresión. Tras un riguroso proceso de consulta con las supervivientes, las mujeres de los movimientos sociales de Uganda redactaron un documento con una serie de demandas, que se conoció como el Manifiesto de las Mujeres de Uganda para 2021-2026.
Se trata de un documento político elaborado por las mujeres para exigir que actores clave, como el gobierno, los partidos políticos y los candidatos no sólo comprendan sino que se encarguen de la situación de las mujeres del país, que ven su dignidad relegada por el desarrollo, incluidos los males de las inversiones multinacionales. Entre las reivindicaciones fundamentales están: la gobernanza de los recursos, el desarrollo económico y la subsistencia, el derecho a la tierra y la propiedad, la salud de las mujeres, los derechos de género y la participación política, la paz para las mujeres y las cuestiones de seguridad, entre otras.
Pese a los desafíos, se trata, en general, de una serie de reivindicaciones para que nuestros líderes puedan reflexionar y asumir su responsabilidad mientras el país navega por la era de las multinacionales, para proteger los derechos de las mujeres.
Asimismo, muchas candidatas se presentaron a las elecciones y se espera que las voces de las mujeres transformen y concreten cada vez más la formulación de leyes, políticas y prácticas para hacer frente y regular los emprendimientos multinacionales. También esperamos que después de asumir sus cargos, los líderes reflexionen acerca de estas preocupaciones y quizás pongan de relieve los desafíos que plantean los sectores populares para responder a las desigualdades estructurales y sistémicas identificadas en las empresas transnacionales.