Aún hoy, en el año 2023, la policía sigue asesinando a adolescentes desarmados. El asesinato de Nahel Merzouk, un joven argelino de 17 años, tuvo lugar el martes 27 de junio sobre las 8.18 horas en la localidad de Nanterre, en los suburbios del oeste de la capital francesa, París. El asesinato del muchacho desencadenó protestas que comenzaron en Nanterre y se extendieron a otros barrios de los suburbios parisinos, así como a otras regiones de Francia como Marsella, Lyon y Lille.
Las protestas, con saqueos y quema de objetos y autos, no han estallado solo como respuesta al asesinato de Nahel, sino también por las denuncias acumuladas y el rechazo a una larga lista de prácticas de los policías franceses, que demuestran su racismo en cada oportunidad que se les presenta. Frente a esto, las personas que se manifiestan no ven el asesinato del chico norteafricano como un hecho aislado, sino como algo que se produjo en un contexto de prácticas que se repiten.
Antes de Nahel, otros inmigrantes fueron asesinados a balazos mientras conducían. Este contexto refuerza la convicción de que esos crímenes responden a motivos racistas y que el origen del chico, identificado como descendiente de inmigrantes, fue lo que llevó al policía a disparar a matar. El propio Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos instó a Francia a «considerar seriamente los profundos problemas de racismo y discriminación racial que existen dentro de la policía». Francia calificó esta acusación de «totalmente infundada».
La policía y su falsorelato
Para justificar el asesinato de Nahel, fuentes policiales transmitieron a las agencias de noticias, como la Agence France-Presse (AFP), una versión de los hechos según la cual la víctima había intentado atropellar a un agente de policía durante un abordaje y que el agente no había tenido más remedio que disparar al conductor. Pero esa versión policial fue rápidamente desmentida por una grabación que recogió el momento en que se disparó contra la víctima, así como la amenaza de muerte que la precedió y que un testigo publicó en Twitter.
En el video, se pueden ver el Mercedes amarillo que conducía Nahel y a dos policías que están cerca; uno de los agentes apoya la cabeza en la ventanilla del conductor mientras que el otro, con el codo apoyado en el parabrisas del auto, le apunta directamente con un arma. En la grabación se escucha a uno de ellos decir: «Te voy a meter una bala en la cabeza». Cuando el auto arranca, el policía dispara directamente a Nahel. El auto se detiene unos metros más adelante tras chocar contra un poste de luz, y Nahel fallece a pesar de los intentos de reanimación.
El video puso al descubierto las mentiras de las fuentes policiales, cuyo relato inicial se difundió en los principales medios. Ante el relato policial, la fiscalía de Nanterre declaró que abriría una investigación sobre las acusaciones de asesinato premeditado de una autoridad pública.
Tras la publicación del video, las acusaciones se echaron por tierra, dejando al descubierto el intento de la policía de encubrir un crimen y proteger a sus miembros para que no tuvieran que rendir cuentas. Ante esto, Yassine Bouzrou, abogado de la familia de Nahel, planteó la acusación de falso testimonio. Durante una entrevista televisiva, el abogado del policía negó que su cliente hubiera dicho en su testimonio que el chico intentó embestir con el auto, lo que confirma la falsedad del relato policial. El diario Libération criticó la cobertura de su colega Le Parisien y de la cadena BFMTV por haber «informado de la muerte del chico y difundido el relato policial sin el debido cuidado».
Incluso después de que se publicara el vídeo, la policía siguió intentando justificar el asesinato del chico con declaraciones de sus representantes, que acudieron a los medios de comunicación para intentar controlar la versión de los hechos. En una entrevista al canal televisivo BFMTV, cuando se le preguntó si el comportamiento del agente estaba justificado, el jefe de la policía de París afirmó que convenía escuchar la declaración del agente para saber si había detectado el peligro antes de disparar.
Sin embargo, nadie tuvo en cuenta el peligro que corrió Nahel después de que el policía le amenazó con dispararle, apuntándole directamente con una pistola. Pareciera como si la policía quisiera justificar el asesinato de un menor, aunque no conste en el video que representase amenaza alguna. Al mismo tiempo, a la policía parece que se le acaban las ideas para explicar por qué un joven conductor intentó huir tras recibir una amenaza de muerte, como puede verse claramente en el video, ya que le apuntaban con una pistola.
Leyes y jurisdicciones policiales
Los defensores del policía que asesinó a Nahel se apoyan en el artículo 435, párrafo 1, de la Ley de Seguridad Interior promulgada en 2017. Según los legalistas, el artículo otorga a la policía el derecho a usar sus armas si un conductor no para su auto en un abordaje policial y cuando existe la posibilidad de que la huida del conductor pueda suponer un peligro para la vida del agente o de otras personas. Los juristas creen que la palabra «posibilidad» es imprecisa y está sujeta al criterio del agente de policía.
El 15 de diciembre de 2022, el Parlamento francés reclamó que la palabra «posibilidad» se sustituyera por «peligro inminente», y que el punto de mira fueran las ruedas del auto y no el conductor, pero el tema quedó pendiente de debate. Para los juristas, las medidas de seguridad en Francia avanzan hacia el uso de la violencia. Así lo pone de manifiesto la declaración emitida por la alianza de sindicatos policiales (Alliance Police Nationale) y la UNSA Police (la organización sindical que representa a la Policía Nacional) en respuesta a las protestas acompañadas de incendios provocados y depredación. La declaración instaba a luchar contra «las hordas perniciosas y salvajes que participan en los disturbios nocturnos desde la muerte del joven Nahel».
En respuesta, el líder de la izquierda francesa, Jean-Luc Mélenchon, acusó a los sindicatos policiales de incitar a la guerra civil. Un sondeo realizado por el instituto de investigación Cluster 17 y publicado por la agencia France 24 mostró que, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2022, el 64% de los miembros de la policía y el ejército votaron a la extrema derecha – el 39% a Marine Le Pen y el 24% a Eric Zemmour.
Mientras continuaban las protestas, se produjo una gran campaña de recaudación de fondos para la familia del policía que asesinó a Nahel. Creada por Jean Messiha, antiguo portavoz de Eric Zemmour, se clausuró en la noche del martes 4 de julio, con cerca de un millón y medio de euros recaudados en cinco días. Mientras continuaban las protestas, se produjo una gran campaña de recaudación de fondos para la familia del policía que asesinó a Nahel. Creada por Jean Messiha, antiguo portavoz de Eric Zemmour, se clausuró en la noche del martes 4 de julio, con cerca de un millón y medio de euros recaudados en cinco días. La campaña y la convocatoria de donativos, que han sido ampliamente criticadas, funcionaron como una suerte de recompensa al policía por haber matado a un joven francés de ascendencia extranjera y un incentivo para que sus colegas siguieran su ejemplo, así como para restringir las consecuencias de cualquier sanción que pudiera recibir el agente como consecuencia de su crimen.
Una crisis con raíces profundas
Las protestas han perdido impulso, mientras que los políticos y todas las partes implicadas al parecer no han sido capaces de comprender la magnitud del problema y las razones de este estallido político. Las autoridades ignoran las raíces del problema, y el discurso oficial se centra en la responsabilidad de los padres, que deberían impedir que sus hijos participen en las protestas. También se ha planteado la posibilidad de multar a los padres cuyos hijos hayan sido detenidos, una medida que no haría más que agravar la crisis.
Se trata más bien de un indicio de la falta de confianza de una gran parte de la generación joven en las fuerzas policiales, así como de su necesidad de expresar su deseo de rebelarse y alzar la voz contra la marginalización.
Estos sucesos no sólo plantean la cuestión de la violencia policial, sino también la situación de los suburbios y barrios obreros de las afueras de la capital, habitados en su mayoría por inmigrantes y sus hijos. Todo ello plantea también interrogantes sobre la eficacia de las políticas de integración que se adoptaron y los planes que se aplicaron en las últimas cuatro décadas, así como sobre el impacto del legado colonialista en las relaciones entre ciudadanos de un mismo Estado.
Mariam Seifeddine es militante de la Marcha Mundial de las Mujeres en el Líbano y actualmente vive en Francia.