Amigos de la Tierra Internacional creó, en 2017, un grupo de trabajo sobre justicia de género y desmantelamiento del patriarcado. El grupo desarrolla un proceso permanente de formación, elaboración y alianzas para fortalecer el feminismo popular e integrar esta perspectiva en el trabajo de la organización en su conjunto. Reconocer la sobrecarga de trabajo de las mujeres y promover la igualdad como estrategia para construir, sostener y desarrollar prácticas agroecológicas que alimenten al mundo son retos asumidos por la organización. La socialización de las experiencias de lucha y las reflexiones planteadas han reforzado la comprensión de que «sin feminismo popular no hay soberanía alimentaria».
Publicamos en Capire un fragmento del último documento de posición de Amigos de la Tierra Internacional sobre el tema, que es el resultado del diálogo entre el grupo de trabajo sobre justicia de género y desmantelamiento del patriarcado y el programa de soberanía alimentaria de la organización. El documento íntegro se encuentra disponible en inglés, francés y español.
Vínculos entre el feminismo y la agroecología. ¿Por qué una perspectiva de justicia de género y de desmantelamiento del patriarcado es fundamental para nuestra visión de la soberanía alimentaria?
La agroecología es feminista porque se fundamenta en relaciones de producción respetuosas con el medioambiente, así como en relaciones de poder equitativas e igualitarias (principios y prácticas feministas clave).
Para Amigos de la Tierra Internacional, construir la soberanía alimentaria pasa por despertar el sujeto político en las mujeres. Por eso hacemos mucha formación política sobre justicia de género dentro de todos los programas de la federación para construir un mundo nuevo.
Marília de Medeiros Gonçalves, de Amigos de la Tierra Brasil.
Con la división sexual del trabajo, las mujeres son histórica y socialmente responsables del cuidado del hogar, los niños y las semillas, en todo el mundo. La soberanía alimentaria es la lucha de los pueblos por su autodeterminación, y la defensa de las semillas nativas es un componente central, por lo que esta debe promoverse junto a las luchas feministas por la emancipación y la autonomía de las mujeres.
Un lema que se ha vuelto cada vez más importante en los últimos años para guiar nuestro trabajo como Amigos de la Tierra Internacional, que compartimos con movimientos aliados como la Marcha Mundial de las Mujeres y La Vía Campesina, es: “No hay agroecología sin feminismo”.
Históricamente, las mujeres han asumido gran parte de las acciones relacionadas con todo el sistema de vida que prevalece en las familias rurales, como el cuidado de las semillas, la defensa del agua, el sostenimiento de la vida en la familia, en las luchas por la tierra y el territorio y las reformas agrarias integrales. Es necesario replantear el papel que tienen los alimentos en el sostenimiento de la vida y cómo las mujeres hemos luchado por los bienes esenciales para la vida.
Silvia Quiroa, CESTA/de Amigos de la Tierra El Salvador.
Situar la sostenibilidad de la vida y la justicia ambiental y social junto al feminismo y el análisis económico feminista, como ejes de organización de nuestras sociedades, permite mostrar las relaciones de reciprocidad y dependencia entre los seres humanos y la naturaleza.
“Valoramos el papel de las mujeres en la agricultura no porque seamos madres, no porque tengamos una conexión biológica con la Madre Tierra, sino porque tenemos una conexión histórica, espiritual y activista con nuestros territorios. No nos basamos en un ‘supuesto’ destino biológico para justificar el valor que damos a las mujeres en los roles agrícolas”, dice Celia Alldridge, recordando el compromiso del grupo de trabajo de Justicia de Género y Desmantelamiento del Patriarcado de integrar la perspectiva ecofeminista en toda la federación, como una filosofía y una práctica que aboga por cambiar el tejido social [imperante] de manera que se respeten las bases materiales y relacionales que sostienen la vida.
Queremos desmontar todas las estructuras de poder y opresión sobre la base de un feminismo anticapitalista, de base, campesino y construido con las mujeres y las personas LGBTIQ+ a través de la acción política, en las luchas que libramos en las calles y los territorios.
La prevención de la violencia contra las mujeres y las personas LGBTIQ+ es también un principio que el movimiento feminista ha construido en el movimiento de la soberanía alimentaria y la práctica agroecológica. Esto se alinea con nuestro proceso interno de Amigos de la Tierra Internacional para integrar la prevención de la violencia de género en todas nuestras soluciones.
El paradigma de la soberanía alimentaria y la agroecología, con su práctica solidaria, es una forma clara de construir el cambio del sistema que promueve Amigos de la Tierra Internacional e incluir el feminismo a través de “acciones colectivas que desafían los roles de género así como los paradigmas de desigualdad, opresión y explotación”.
Sin embargo, “aquí surge la pregunta de cómo los movimientos pueden construir estrategias globales para traer de vuelta o revivir as memorias de la producción y la soberanía alimentaria de y para los pueblos tradicionales, particularmente las mujeres campesinas. Esto debe ser desde la perspectiva de la construcción de una cultura alimentaria que no esté vinculada al modelo de producción globalizado. Desde las bases se crearon sistemas de producción y reproducción de la vida donde las mujeres tienen un papel central. Las mujeres no han sido necesariamente reconocidas como participantes políticas en la construcción de estos sistemas, pero sus bases fueron aseguradas a través del trabajo de las mujeres. Ahora, está claro que sería contraproducente reproducir la división sexual del trabajo que nos llevó a esta crisis de la economía de los cuidados, y que provocó una mayor presión sobre las mujeres. Tenemos que deshacer esto, pero ¿cómo? Una forma es considerar el trabajo de cuidados como un trabajo esencial para la economía, pero recordando que debe ser asumido no solo por la sociedad sino también por el Estado. Ahí surge una disputa con el Estado.”
En consonancia con esto, la agroecología “permite superar muchas de las dicotomías que refuerzan la división sexual del trabajo en todo el sistema alimentario y hacen invisible el trabajo de las mujeres”.
Desde una perspectiva económica feminista, uno de los retos de la economía que pone en el centro a la vida es considerar que “las mujeres apuntalan la economía y aportan algo más que cuestiones sociales a la agenda transformadora. Es decir, las mujeres no representan únicamente la perspectiva de las personas oprimidas que denuncian la opresión, la exclusión y la explotación, sino que construyen la realidad desde diferentes prácticas económicas en medio de la injusticia y la discriminación. Esta práctica económica identifica la conexión entre la vida y la posibilidad de transformar el sistema económico. Esto es clave para definir el camino hacia la transformación y establecer la hoja de ruta hacia la recuperación.”
Las prácticas agroecológicas ofrecen la posibilidad de que las personas realicen tareas productivas con mayor equidad de género y fomentando una mayor autonomía para las personas LGBTIQ+, ya sea en la producción agrícola familiar indígena y rural o en las cooperativas de trabajo. En consecuencia, este enfoque de la agroecología y el feminismo también está vinculado a la promoción de las economías feministas.
Sabemos que el único sistema justo y respetuoso con el medioambiente es la agroecología y también implica que las mujeres puedan participar. Hay graves problemas de desigualdad enraizados en el capitalismo y el patriarcado que queremos desmantelar. Queremos igualdad y equidad para todos. Queremos que las mujeres formen parte de un sistema de producción más justo, para que puedan tomar sus propias decisiones, que acabarán beneficiándolas a ellas y a sus comunidades. Porque no podemos tener justicia ambiental sin justicia de género, y no podemos tener justicia de género sin la participación de las mujeres. Esto es clave para entender la relación entre los sistemas opresivos.
Rita Uwaka, de Environmental Rights Action/Amigos de la Tierra Nigeria.
El análisis tradicional de la producción de alimentos (tanto agroecológica como industrializada) ha reducido a la tierra, a las mujeres como esposas de los agricultores, a los animales y a la naturaleza a factores de producción en un “proceso de producción masculino”[1], traduciendo así su valor en pura economía. Para que ese proceso funcione, las mujeres, el ganado y la naturaleza son tratados como máquinas que hay que optimizar para obtener la máxima productividad, lo que ha llevado a la sobreexplotación y a pasar por alto su valor intrínseco.
[…] Si queremos cambiar el sistema, también debemos luchar por desmantelar el patriarcado.
“Como federación de base para el medio ambiente y la justicia social, Amigos de la Tierra Internacional considera que el cambio de sistema es crucial para la transformación de nuestras sociedades. Reconocemos que la justicia de género y el desmantelamiento del patriarcado son claves para lograr este cambio transformador. En otras palabras, creemos que nuestra visión de la justicia social y medioambiental solo se hará realidad cuando desafiemos y desmantelemos los sistemas de opresión que trabajan juntos para concentrar el poder en nuestras sociedades, a través de la explotación de nuestros cuerpos, trabajo, territorios y naturaleza. Se trata de sistemas de opresión en el patriarcado, la clase, el capitalismo, el racismo, el neocolonialismo y la heteronormatividad. Afirmamos el feminismo de base y anticapitalista como una herramienta esencial para lograr la igualdad, la justicia de género y, en última instancia, el cambio de sistema.”
Es clave para Amigos de la Tierra Internacional abordar esta lucha conjuntamente con las compañeras de la Marcha Mundial de las Mujeres y de La Vía Campesina, que tienen experiencia de trabajo con perspectiva feminista.
[1] Whatmore, S. (1991) Farming women: gender, work and family enterprise. London. Macmillan.