Conocer experiencias de reconstrucción feminista y popular en diversos territorios nos permite desarrollar puntos de partida y enfoques colectivos para reorganizar la vida ante eventos climáticos extremos. Para la Marcha Mundial de las Mujeres, los eventos climáticos extremos no están desconectados de las causas del cambio climático. Forman parte del actual modelo de reproducción, producción y consumo en el sistema múltiple de opresiones y profundizan el conflicto entre el capital y la vida. A través dela organización colectiva de mujeres, establecemos prácticas e iniciativas que ponen la solidaridad en el centro para garantizar la sostenibilidad de la vida en condiciones adversas. En el webinario “Experiencias de reconstrucción feminista tras desastres ambientales”, compartimos experiencias de reconstrucción en Brasil, Haití, Cuba y Turquía. En todos estos territorios, combinamos las prácticas de reconstrucción y la solidaridad feminista con una agenda política que hace frente a las dinámicas de laexpansión del capital. Este webinario, celebrado el 29 de septiembre, fue organizado por Capire en colaboración con las organizaciones brasileñas que integran a la Marcha Mundial de las Mujeres, la SOF Sempreviva Organización Feminista y el CF8 Centro Feminista 8 de Marzo. A continuación, lea la contribución de Elpidia Moreno, de la Marcha Mundial de las Mujeres en Cuba.

Cuba, como país del Caribe, enfrenta con frecuencia fenómenos naturales como huracanes, sequías y tornados. Cada año, nuestras comunidades se preparan para enfrentarlos. El sistema de defensa civil ha tenido como objetivo primordial desde su fundación generalizar y sistematizar experiencias en el manejo de desastres,tomando como base la experticia nacional e internacional. Junto con las organizaciones sociales, desempeña un papel fundamental en la preparación, respuesta y recuperación ante estos eventos.
El 29 de septiembre de 2025 [fecha de la ponencia], se cumplen 62 años del huracán Flora, que marcó un antes y un después para Cuba. Hubo que movilizar todas las fuerzas para poder enfrentarlo. Lamentablemente, murieron más de mil personas, con graves afectaciones en la economía.
La movilización demostró cuánto se puede hacer para mitigar los daños de un desastre natural. El liderazgo del comandante Fidel Castro, que dirigió personalmente las operaciones de rescate —incluso arriesgando su propia vida—, fue decisivo. Esta experiencia directa en el terreno permitió comprender la magnitud del desastre y la urgencia de una transformación estructural.
Fue decisiva también la participación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, junto con brigadas médicas y de apoyo. Se movilizaron masivamente, marcando el inicio de una cultura de respuesta organizada ante emergencias. A raíz del Flora, se fortalecieron los sistemas meteorológicos, se crearon programas de construcción de presas y embalses, y se estructuró la defensa civil como un mecanismo nacional de prevención y respuesta.
Además, se establecieron protocolos de evacuación, centros de refugio y redes comunitarias de vigilancia, que hoy son pilares en la gestión de riesgos en Cuba. Flora dejó una huella profunda en la conciencia colectiva cubana. Desde entonces, cada temporada ciclónica se enfrenta con preparación y una activa participación comunitaria.
La experiencia adquirida ha convertido a Cuba en un referente internacional en la reducción de riesgos de desastres, con énfasis en la protección de vidas humanas. El ciclón Flora no solo fue una tragedia, sino también una lección histórica. Su impacto catalizó el desarrollo de un sistema nacional de gestión de riesgos que ha salvado miles de vidas. Prepararse para los huracanes en Cuba ya no es una reacción, es una cultura.
Las mujeres cubanas han desempeñado un papel fundamental en la preparación, respuesta y recuperación ante estos eventos. Su labor es esencial para la resiliencia comunitaria. Constituye, además, una garantía para la preservación de vidas y también para la conservación de recursos económicos y naturales.
Las mujeres cubanas no esperan a que llegue la tormenta para actuar. Desde los barrios, los consultorios médicos, las escuelas y los Comités de Defensa de la Revolución, junto a las federadas organizan evacuaciones, protegen a los más vulnerables, almacenan alimentos y medicamentos, y aseguran que nadie quede atrás.
Cuando el desastre golpea, las mujeres están en primera línea. No solo cuidan de sus familias, sino que extienden su ayuda a quienes lo necesitan. Cocinan para brigadas, atienden a niños y niñas, ancianos y ancianas, improvisan refugios, y muchas veces lo hacen sin recursos, pero con una voluntad inquebrantable.

Después del desastre viene la reconstrucción y la esperanza
 Una vez que pasa la tormenta, comienza otra batalla: la reconstrucción. Y ahí están ellas nuevamente, liderando. Reparan casas, reorganizan la vida cotidiana, reactivan redes de apoyo y, sobre todo, acompañan emocionalmente a quienes han perdido mucho.
Un ejemplo fehaciente fue el tornado de enero de 2019 en La Habana. En medio de la destrucción, muchas mujeres organizaron cocinas comunitarias, ofrecieron refugio y coordinaron la ayuda con una eficiencia que solo da el compromiso genuino de seguir adelante.
En los últimos años, Cuba ha avanzado en incorporar la perspectiva de género en la gestión de desastres. Se han creado programas que capacitan a mujeres en liderazgo, primeros auxilios y planificación ante emergencias. Esto no solo fortalece la respuesta comunitaria, sino que empodera a las mujeres como agentes de cambio.
Las mujeres cubanas no solo enfrentan los desastres naturales: los transforman con fuerza, creatividad y solidaridad. No solamente reconstruyen las casas, sino también las esperanzas. Reconocer su labor no es un gesto simbólico: es un acto de justicia.
La Federación de Mujeres Cubanas ha capacitado a mujeres en temas como igualdad de género, prevención de la violencia, autocuidado y economía local. Estas iniciativas han empoderado a las mujeres para participar activamente en la toma de decisiones y en la planificación de políticas de gestión de riesgos.
Las mujeres enfrentan desafíos particulares: mayor exposición a la violencia en refugios temporales, afectaciones en salud sexual y reproductiva, y sobrecarga de trabajo doméstico. Sin embargo, su participación activa en la recuperación post-desastre ofrece una oportunidad para reducir desigualdades de género y fortalecer la cohesión social.
Planificación estratégica en defensa de la vida
Se ha diseñado y publicado un manual comunitario sobre gestión inclusiva para la reducción de riesgos de desastres. Desde las dimensiones de género, niñez y discapacidad, con énfasis en las familias e instituciones escolares, esta herramienta educativa incorpora estrategias de prevención y respuesta ante los distintos tipos de desastres naturales. A la vez, estimula y promueve la formación de conciencia sobre la protección del medio ambiente.
Se desarrolla la Tarea Vida, a pesar de los efectos del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos por más de 60 años. La Tarea Vida, integrada por cinco acciones estratégicas y once tareas a corto, mediano y largo plazo, combina decisiones al más alto nivel con una gestión descentralizada a escala sectorial y territorial, tomando como eje la protección de la vida humana, con calidad y perspectiva de género.
En marzo de 2021 se adoptó, por decreto presidencial, el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres como agenda del Estado cubano. El programa busca lograr mayor integralidad y efectividad en la prevención y eliminación de manifestaciones de discriminación. Se articula con los programas, planes y proyectos del país relativos al cambio climático. Promueve el empoderamiento económico de las mujeres, su acceso a la tierra y a otros recursos naturales, así como una mayor participación en la agricultura urbana, suburbana y familiar.
Solidaridad del pueblo cubano
Un alto número de mujeres en Cuba son jefas de centros de gestión para la reducción de riesgos y responsables de puntos de alerta temprana en sus territorios. En Cuba, una certeza le hace frente a ese inevitable panorama: la solidaridad que emana, espontánea y multiplicada de su gente. Nombres como Flora, Ike, Denis, Matthew, Sandy, Irma, Oscar y Rafael reafirman que las cubanas y los cubanos tienen una larga historia de enfrentamiento a devastadores ciclones y tormentas tropicales.
Y en cada una de ellas hay también cientos de historias que cuentan con la hermandad entre vecinas para protegerse en las horas de mayor tensión. Cuentan también con la ayuda entre amigas, amigos y familiares para acoger las pertenencias de quienes no tienen un techo seguro. En tiempos difíciles, que traen consigo un huracán o una tormenta tropical, la solidaridad se convierte en un anticiclón de amor y esperanza.
Son muchas las anécdotas que reflejan la solidaridad entre cubanas y cubanos: la de aquella maestra que, hace unos años, convirtió su vivienda en escuela para que los niños y las niñas no perdieran clases por falta de aula tras el paso del huracán Irma; o la de los sobrecogedores videos que, luego del paso del huracán Oscar, muestran a tres guantanameros desafiando el cauce desatado de un río en pleno poblado para salvar de la crecida a un anciano. A ellos se suma, como otras muchas veces, la llegada a los territorios más dañados del imprescindible apoyo de brigadas que devuelven la luz, el agua, el servicio telefónico, el acceso a los viales y las esperanzas a barrios y comunidades.
Profundizar el trabajo
Tenemos que continuar incorporando la perspectiva de género a todos los niveles de gestión de riesgos. Tenemos que aplicar con mayor rigor el protocolo para evitar la violencia en los albergues de las personas evacuadas y trabajar más para lograr condiciones sanitarias que garanticen el bienestar de las mujeres. Hay que seguir promoviendo la formación técnica y el liderazgo de mujeres en brigadas de respuesta, y fomentar redes de apoyo entre mujeres para compartir saberes y experiencias.
Los huracanes y otros desastres naturales continuarán llegando a Cuba. No lo podemos impedir, pero las mujeres cubanas los enfrentarán, aunarán voluntades, tejerán redes de apoyo y enarbolarán las banderas del humanismo y la solidaridad. Porque las cubanas somos más fuertes que un ciclón, que un huracán, que un terremoto, que un tornado. Somos cubanas.
Elpidia Moreno integra la Marcha Mundial de Mujeres en Cuba.
