Sic illa ad arcam reversa est (Así ella regresó al arca). Este es el lema de la Ciudad de Salvador, en Bahía, noreste de Brasil. Ello se refiere al episodio relatado en la Biblia sobre el regreso de la paloma que le indicó a Noé que había tierra para desembarcar del arca, después del diluvio.
Vengo a contar un cuento, más que solamente una historia. Cuento porque sucedió, porque el episodio fue registrado. Pero esto también es una Historia, la nuestra. La de los opresores y la de los oprimidos. La del pensamiento eurocéntrico y la de las epistemologías “amefricanas”. Una mirada desde la perspectiva de las vidas trans, tanto tiempo borradas, violadas, asesinadas.
Traigo verdades, no necesariamente las tuyas, sino las de algunas personas como esta que te escribe. Las verdades se construyen, tardan en ser reconocidas como tales. Primero son ridiculizadas, luego rechazadas y finalmente aceptadas. Lo que hagas con este relato y mis breves reflexiones, depende solo de ti.
Xica en la Ciudad da Bahia
Allá por 1592, había en Salvador, la primera capital del país, en ese entonces colonia de Portugal, una africana del Congo esclavizada y vendida a un zapatero. Esa era Xica Manicongo. Una Francisca [nombre al que se refiere el apodo Xica] más entre tantas que luchan día y noche por sobrevivir, en medio del odio y los prejuicios que nos rodean, ayer y hoy.
Manicongo era originalmente un título para los gobernantes del Reino del Congo (Mwene Kongo, literalmente Señor del Congo), que fue transformado por la corruptela que conocemos de los portugueses en un término para designar a las personas de la región. (¿O sería Xica una reina?).
Cubierta con una tela que se ataba con el nudo hacia adelante, al estilo de los quimbanda1 de su tierra natal, y, pese a su condición deshumanizada impuesta por los hombres blancos, ella caminaba con una pose imponente por todos los rincones de la ciudad. Iba y venía por los asuntos de su señor, o simplemente salía a pasear, incluso para encontrarse con sus hombres. Se dice que Xica era conocida por ser muy coqueta. Incluso en el infierno de la esclavitud había grietas, siempre excavadas por la gente negra.
Xica en el tiempo
Este soplo de libertad que encontró Xica, entre los callejones sucios y las casas mugrientas que olían a opresión, molestó a un tal Matías Moreira, un cristiano viejo2 que había salido de Lisboa. Más de una vez le compelió, en plena calle, que dejara de usar ese estilo y empezara a usar “vestido de hombre”. ¿Cuántos estereotipos de género en la moda hemos conservado, o peor aún, evolucionado desde entonces?
¡Ella lo rechazó! Xica no obedeció. Siguió siendo por fuera quien era por dentro, sin disfrazarse de lo que no era.
Sin embargo, tuvo lugar la primera visita de la Inquisición a la región, denominada “visitación”. Matías Moreira estaba tan molesto que la denunció ante la Iglesia, y ella fue acusada del delito de sodomía3, que no se restringía a lo que ahora entendemos por homosexualidad o transexualidad, sino incluía cualquier práctica considerada “nefasta”, incluso entre personas casadas.
El código penal vigente en ese momento equiparaba la sodomía con el delito de lesa majestad. La persona declarada culpable debería ser quemada viva públicamente. Sus bienes fueron confiscados por la Iglesia Católica y la infamia cayó sobre sus descendientes hasta la tercera generación.
Imagínate el terrible impacto que una posible condena de este nivel tendría en cualquiera.
Xica fue tachada peyorativamente de “quimbanda, miembro de una banda de hechiceros sodomitas”. Para mantenerse con vida, renunció a vestirse como le convenía y adoptó el estilo de vestimenta tradicional de los hombres en ese momento…
En 1603, vestirse con el traje de alguien del género distinto al socialmente asignado, se convirtió en delito, excepto en fiestas o juegos. Las penas fueron tres años de destierro para los hombres y dos años para las mujeres, además del pago de una multa para el denunciante.
Xica redescubierta por las suyas
Durante siglos, cuando era recordada en nota de alguna investigación sobre las denuncias de la época, a Xica se referían como Francisco, su nombre de pila. Fue identificada como hombre, hasta que se rescató su historia y ella fue reconocida como la primera travesti4 en la mira de los procesos de la Inquisición en Brasil. Este reconocimiento se debe a los nuevos tiempos de movimientos sociales y estudios que interseccionan género y sexualidad. Su nombre social – Xica Manicongo – fue asignado póstumamente por Majorie Marchi (1974 – 2016), militante travesti negra que presidió ASTRA-Rio [Asociación de Travestis y Transexuales de Río de Janeiro].
Para ser conscientes de quiénes somos necesitamos de memoria, conocer nuestra historia y saber de dónde venimos, que nuestra población luchó y murió para que tuviéramos los derechos mínimos que hoy disfrutamos.
El arca de la Historia continuó. Hasta finales del siglo XX, Xica Manicongo seguía siendo, erróneamente, considerada homosexual, lo que borraba su existencia como travesti. Esto se explica por las limitadas informaciones disponibles en ese momento, y por la invisibilidad y el silenciamiento impuestos a la población trans.
Las personas trans comenzaron a leer sobre esa mujer negra de principios del siglo XVI. Se identificaron con ella en su forma de ser, en su temperamento y en su osadía de afrontar al cisgenerismo. Este emprendimiento intelectual estuvo impulsado por la apropiación del pensamiento transfeminista y se expresó, en la práctica, en las diversas resignificaciones de esta figura histórica.
Francisco. Francisca. Xica.
¿Cómo se llamaba antes de ser llamada de “Francisco” por los colonizadores esclavistas? Se perdió en los cuadernos de contabilidad que asfixiaban su libertad.
En todo lugar y época, hubo travestis. No sólo allá en Ladeira da Misericórdia, sino también en Fez, en la nación Tupinambá, en San Pablo de Luanda, en el desierto de Mojave, en Goa… Si bien aún no se llamaban ni se denominaban travestis, trajeron otros nombres a este afecto que nos une hasta hoy: el de reconocernos donde el cis-tema (o cistema5 ) nos niega. Guerrilla del ser.
Fue necesario que una travesti del siglo XX nombrara a Xica en el siglo XXI. Travesía.
Xica regresa
SerTransNejas6. En 2017, en Río de Janeiro, las encontré y nos manifestamos contra otro feminicidio trans en Brasil, el de la cearense Dandara dos Santos. Un colectivo de artistas -performers, cantantes, bailarinas, escritoras, cordelistas [quien escribe literatura de cordel] – trans: así es el Coletivo Xica Manicongo, un movimiento de arte, cultura, militancia y activismo. Su prolífica producción es innovadora. Empodera a las personas trans promoviendo su protagonismo como quienes hablan de sí y del mundo por sí mismas. Sus palabras enunciadas y escritas generan nuevas narrativas, que entrelazan sertón y ciudad, género y tradición. También en 2017, el Colectivo de las Liliths, grupo teatral con sede en Salvador, estrenó el espectáculo “Xica”, en referencia a la figura histórica y su representatividad.
Entonces ella regresó al Arca
Xica regresa al primer plano y a su ciudad como paloma, para anunciar buenas noticias.
El siglo XXI es testigo del resurgimiento de Xica. En las voces y escritos de las personas trans, ella es el ancla de este barco que, se pretende, nos agarra al ansiado puerto de algo llamado “ciudadanía”. Este es un término inseguro y bastante inconsistente, inalcanzable durante milenios para grupos históricamente discriminados… La ciudadanía es algo a lo que aspiramos porque aún no somos consideradas “gente”. Nosotras, que luchamos para que se reconozca nuestra mujeridad, el estatus de nuestra condición de mujeres, cuando son mujeres trans. O de hombres, cuando son hombres trans.
Xica Manicongo es el mensaje que nos llega del pasado y enseña: sigan adelante porque el terreno fértil será para las voces trans – transformadas en palabras.
Construyendo memorias colectivas, nos apropiamos y resignificamos a la figura histórica Xica Manicongo en este siglo XXI. Este es un punto de inflexión en la conciencia de la población trans respecto a su historia, no solo como un mero registro formal de una existencia específica.
Esta reconstrucción histórica participa en la construcción de otras miradas sobre la multiplicidad de experiencias y vivencias de la identidad de género trans, desde el protagonismo del propio grupo social, que aprehende su pasado, cuestiona el presente y construye su propio futuro.
Esta es una versión del artículo publicado en la Revista Docência e Cibercultura, v.3, n.1, Ene/Abr 2019.
Jaqueline Gomes de Jesus es profesora de Psicología en el Instituto Federal de Río de Janeiro (IFRJ) y en el Departamento de Derechos Humanos, Salud y Diversidad Cultural de la Escuela Nacional de Salud Pública de la Fundación Oswaldo Cruz (DIHS/ENSP/FIOCRUZ ). Profesor titular del Programa de Posgrado en Enseñanza de Historia de la Universidad Federal Rural de Río de Janeiro (PROFHISTÓRIA/UFRRJ) y del Programa de Posgrado en Bioética, Ética Aplicada y Salud Colectiva (PPGBIOS/FIOCRUZ).
- El término es bantú, y significa “invertido”, habiendo adquirido también el significado de “curandero”. Para los practicantes de Umbanda del siglo XX, se refiere a una rama de su religión. [↩]
- “Cristiano viejo” o “cristiano puro” eran términos utilizados para demostrar prestigio, designando al cristiano que no fue judío ni tenía antepasados judíos. [↩]
- El registro de la existencia de Xica Manicongo se debe a la extensa investigación de Luiz Mott sobre la persecución de los llamados “sodomitas” en Brasil. [↩]
- Travestis: personas que experimentan los roles de género femenino, históricamente estigmatizadas y marginadas en Brasil. [↩]
- Término utilizado, principalmente por transfeministas, para referirse al sistema cisnormativo y transfóbico que impide el reconocimiento de los derechos fundamentales de las personas trans. [↩]
- «SerTransNejas»: Juego de palabras con el término «sertanejas», en referencia a la población históricamente marginada del sertón, el interior árido de Brasil. [↩]