Phakamile Hlubi-Majola es vocera de la Unión Nacional de Metalúrgicas y Metalúrgicos de Sudáfrica (Numsa). La organización fue creada en 1987, durante el régimen del apartheid, y comenzó con la organización de trabajadoras y trabajadores de las industrias automotriz, siderúrgica y metalúrgica. En 2013, durante su congreso nacional, la unión decidió expandir su ámbito de organización más allá de las y los trabajadores metalúrgicos. Hoy, la Numsa actúa como una articulación de diversas uniones de trabajadoras y trabajadores vinculadas a diferentes puntos de la cadena de valor, como el transporte, la infraestructura, la minería, el transporte público de pasajeros, la aviación y el sector energético. La unión fue una de las organizaciones anfitrionas de la 3.ª Conferencia sobre los Dilemas de la Humanidad, que tuvo lugar en octubre de 2023 en Johannesburgo, Sudáfrica.
Cuando se fundó Numsa, había una gran agitación social en Sudáfrica. Phakamile explica que “la organización de trabajadoras y trabajadores sudafricanos ni siquiera era legal, y las demandas que tenían iban más allá de las cuestiones de salarios y condiciones laborales. Las y los trabajadores se dieron cuenta de que, para que sus salarios y condiciones mejoraran, era necesario eliminar el apartheid”. En esta entrevista, ella habla de la trayectoria de Numsa y de la lucha de las y los trabajadores en Sudáfrica, y también de la historia de las mujeres que luchan por libertad en su país, además de la relación entre las luchas sudafricana y palestina.
“Lo que está sucediendo en Palestina ahora mismo es imperdonable. El gobierno israelí, en nuestra opinión, es un Estado de apartheid”.
Phakamile Hlubi-Majola
Respecto a la historia de Johannesburgo y su relación directa con la industria de minería, ¿qué importancia tiene existir una organización de trabajadoras y trabajadores en estos campos históricamente vinculados?
Precisamente por la relación entre estos campos, el Numsa ahora también está organizado en el sector de la minería. Las personas que trabajan en las minas de Sudáfrica siguen estando entre las más explotadas. El sector creció gracias al sudor y el trabajo de las personas negras a quienes se les pagaba menos que cacahuetes y se los obligaba a vivir en condiciones inhumanas para que los patrones pudieran enriquecerse. Esta es nuestra crisis, como Numsa, con el Congreso Nacional Africano (CNA) [partido político en el poder desde la liberación del régimen del apartheid]. Queríamos que nuestro gobierno asumiera las demandas de la clase trabajadora e implementara políticas macroeconómicas que promovieran una transformación fundamental en la vida de la mayoría de la población.
Sudáfrica es el país con la sociedad más desigual del mundo. Nuestra tasa de desempleo, en algunos casos, es comparable a la de países que están en guerra. Esto indica los fracasos del CNA en la transformación de las vidas sudafricanas. Cuando llegó al poder, el gobierno del CNA no utilizó el poder político para transformar la estructura de la economía, de modo que más personas negras pudieran ser absorbidas y pudiéramos tener la propiedad de los medios de producción. Queríamos un gobierno sudafricano que nacionalizara las minas y los minerales porque, de esta manera, sería posible utilizar el dinero generado para transformar verdaderamente la vida de las personas, financiando atención médica de calidad y educación gratuita y de calidad.
Desafortunadamente, el gobierno sudafricano se ha dejado dictar por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y todas estas otras instituciones neoliberales de derecha. También privatizó muchos de los sectores estatales, y muchos de ellos fueron, de hecho, importantes creadores de empleo. Eskom, por ejemplo, la única compañía eléctrica que suministra electricidad al país, emplea a más de 30 mil personas. Al privatizar estas instituciones, lo que ocurre es una pérdida masiva de empleos. Cuando el sector privado se involucra, la agenda no se centra en el desarrollo sino en las ganancias.
El capitalismo es nuestra crisis. El capitalismo, que sabemos que es incapaz de transformar la vida de la mayoría de la población, está empeorando las condiciones de las mismas personas que lucharon por una vida mejor después del apartheid.
Durante la Conferencia Dilemas de la Humanidad, Numsa distribuyó camisetas con la cara de Winnie Mandela. ¿Por qué ella es una referencia para la lucha? ¿Cuáles son las relaciones entre ella y el trabajo que viene realizando la unión?
Cuando murió Winnie Mandela, la describimos como una líder del movimiento de liberación no organizado, la general que lideró la lucha por la libertad. Hubo un tiempo en que muchos líderes del movimiento de liberación fueron encarcelados. Si no estaban encarceladas, estaban en el exilio, siendo torturadas o asesinadas. Esto creó un vacío. La gente temía que el movimiento muriera porque sus líderes estaban encarceladas, pero Winnie no estaba encarceladas. Ella mantuvo la llama encendida.
Ella organizó actos, marchas… Organizó a la gente en las townships [áreas residenciales urbanas creadas durante el apartheid y reservadas para personas no blancas, especialmente negras] y en Soweto. Ella lideró la lucha. Era una gran militante, intrépida. No sé cuántas veces la policía la arrestó, la agredió y la detuvo. El hecho de que hubiera tanto ruido sobre el régimen en la década de 1980 se debió a ella y a lo mucho que se movilizó.
Pero ella no fue la única mujer en la lucha. En 1956, había mujeres organizándose para marchar contra el gobierno del apartheid, para poner fin a lo que se llamaba dompas [pasaportes internos]. Era un sistema de libreta de identidad similar al que la Alemania nazi desarrolló para los judíos en los guetos. Era un documento reservado exclusivamente para las personas negras, que básicamente limitaba a cualquier persona en el país en función de dónde podía estar. Este documento decía, por ejemplo, que sólo se podía moverse por Johannesburgo. Dictaba dónde trabajaba, dictaba dónde vivía y dónde moría. Él controlaba toda su vida. Lo veíamos como parte de la deshumanización del sistema del apartheid. Ese año, más de 20.000 mujeres organizaron una gran marcha hasta los Union Buildings [actual sede de la oficina del presidente], que entonces era el Parlamento, para exigir el fin del dompas. Cuando llegaron allí, se aseguraron de decirle al gobierno: “No les tenemos miedo, les enfrentaremos».
Y hoy ¿cómo se construyen las luchas de las mujeres trabajadoras en el país?
Tradicionalmente, los sindicatos de trabajadoras y trabajadores de la metalurgia y la minería están dominados por hombres. Sin duda tenemos muchas mujeres militantes, pero, en términos numéricos, los hombres siguen siendo mayoría, y eso es algo que debemos cambiar. Las demandas de las mujeres son, a menudo, como las de las mujeres en todas partes: queremos tener seguridad laboral, queremos estar libres del acoso, queremos igualdad de oportunidades, igual salario por igual trabajo. Hoy en día, en Sudáfrica, las mujeres – especialmente las mujeres negras – se encuentran entre las peor pagadas.
Para mí, un momento destacado de la lucha de las mujeres en la historia de Numsa sería el año 2019, cuando hubo una huelga en una empresa minera llamada LANXESS, una multinacional alemana. Lo que desencadenó la huelga fue que una empleada estaba siendo acosada sexualmente por uno de los gerentes de seguridad de la mina, y sus compañeros (sus colegas varones) decidieron organizar una sit-in [una forma de protesta por la ocupación] en solidaridad con ella, para exigir el despido del director de la mina. Durante nueve días durmieron bajo tierra con ella. La huelga atrajo mucha atención internacional. Esto dio lugar a una intensa campaña mediática, hasta el punto de que la dirección en Alemania se sintió avergonzada por toda la cobertura negativa.
Para mí, esta huelga es sin duda indicativa de uno de los elementos muy positivos de la Numsa en cuanto a ser una organización progresista, cuyos miembros pueden sacrificar nueve días de ingresos para defender una posición sobre el sufrimiento de una mujer que sufría acoso sexual. No digo que seamos perfectos, pero somos una organización que tiene principios muy fuertes en términos de protección de las mujeres, de las comunidades LGBTQI y de los inmigrantes, porque nuestra ideología, como sindicato, tiene sus raíces en el socialismo.
¿Usted puede decirnos cómo se relaciona la lucha por la liberación en Sudáfrica con las luchas palestinas?
La cuestión palestina toca nuestros corazones profundamente. La Numsa tiene una larga historia de defensa de Palestina y vamos a seguir defendiéndola. Lo que está sucediendo en Palestina ahora mismo es imperdonable. El gobierno israelí, en nuestra opinión, es un estado de apartheid. Están promoviendo una limpieza étnica masiva y tratando de aniquilar a los palestinos. Defenderemos a las y los palestinos, creemos que tienen derecho a defenderse y debemos hacer todo lo necesario para liberarlos. Israel debe ser confrontado, sancionado y proscripto. Ya hemos realizado muchas campañas pidiendo sanciones y la expulsión del embajador israelí de aquí [el 6 de noviembre, el gobierno sudafricano retiró a todos sus diplomáticos en Tel Aviv para realizar consultas].
Israel debe ser tratado como un Estado paria del mismo modo que se trató a Sudáfrica.
No hay legalidad ni moralidad en lo que está haciendo el gobierno israelí. Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo palestino de Cisjordania y Gaza. La Conferencia sobre los Dilemas de la Humanidad se centró en gran medida en Palestina, y este enfoque fue intencional desde el principio. La conquista de la libertad en nuestro país no fue sólo gracias a nuestros esfuerzos, sino también a la solidaridad internacional. Hubo combatientes de Cuba que vinieron desde su país para luchar en la guerra de Angola contra el gobierno del apartheid. Esas personas murieron y fueron enterradas aquí, en el continente. Sudáfrica tiene una enorme deuda con el mundo por su libertad, y creemos que tenemos una responsabilidad real con el pueblo de Palestina para garantizar que también ellos experimenten la libertad – y eso debe ocurrir ahora.
Idioma original: inglês