Estelí Capote Maldonado participa del Movimiento 29 y el Frente Socialista, organizaciones dedicadas a promover la independencia de Puerto Rico. Según ella, la lucha feminista en el país es fundamental porque, «a pesar de todos los avances que se ha logrado en Puerto Rico en las últimas décadas, todavía experimentamos formas de desigualdades muy tácitas y, a la misma, muy fuertes y enraizadas en la cultura, siendo una de ellas la desigualdad en la remuneración económica del trabajo, otra de ellas la violencia de género, muy presente también en otras partes de latinoamérica y el Caribe».
Junto a una articulación entre organizaciones feministas, este año Estelí participó de la convocatoria de la «Marea Verde», protesta en contra de un proyecto de ley para establecer limitaciones adicionales a las mujeres al momento de abortar. El proyecto fue aprobado por la Cámara de Representantes y, en este momento, sigue en trámite hasta que sea firmado o vetado por el gobernador Pedro Pierluisi. El derecho al aborto existe en Puerto Rico desde 1973, permitiendo el aborto hasta el segundo trimestre. Pero, explica ella, «ese proyecto casi religioso establece definiciones más ambiguas sobre lo que es la vida y lo que es un feto, y atenta contra la ley del derecho, que fue radical y ha sido vanguardia en su momento».
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¿Desde el 1973 el aborto es legal a penas con la condición del tiempo o hay causales específicas?
La ley no establece límites. Lo que establece el límite sobre el aborto es el reglamento.
Tiene que ver con asuntos primordialmente de salud. En el tercer trimestre, se provee a las mujeres la alternativa del programa de adopción, en vez de practicarse un aborto que, en ese trimestre particularmente, pudiera resultar nefasto para la salud de la mujer. Es importante decir que en Puerto Rico el 97 % de los abortos ocurren en el primer trimestre. Solamente un 3 % de los abortos ocurren fuera de ese primer trimestre, y generalmente están supeditados a una condición médica que pudiera poner en riesgo la vida de la madre o del feto.
¿Qué llevó a la legalización del aborto en el 1973? ¿Sabes cómo fue el proceso?
Bueno, ¡yo no había nacido! Pero por la información que tengo, durante los años 1960 y 1970, en Puerto Rico el Partido Socialista era bien fuerte y amplio. Eran movimientos ampliamente organizados que, entre sus sectores, tenían grupos feministas. Una de esas mujeres representativas de ese movimiento es Yosi Pantoja, entre otras. Mi mamá, incluso, también fue de la Organización Puertorriqueña de la Mujer Trabajadora. Ellas se dieron cuenta de que los problemas principales que afrontaba la mujer eran relactivos al acceso a la salud, siendo uno de ellos la causa de muerte por aborto ilegal. Como parte de los derechos de la mujer, se luchó arduamente, no solamente por el derecho a decidir sobre su cuerpo, sino que también por su derecho a la maternidad. En aquella época, a corto plazo, el reto era buscar la equidad de género por medio de medidas no solamente que le proveyeran equidad en los salarios a través de los sindicatos, sino también a través de sus derechos como mujer, el derecho sobre las decisiones que tomamos sobre nuestro cuerpo.
Volviendo ahora para el presente, ¿cómo se organizan y luchan las mujeres puertorriqueñas hoy? ¿Cuáles son las agendas?
En Puerto Rico existen varias organizaciones. Tenemos una sombrilla que se llama la Coalición 8 de Marzo, un grupo que nos organizamos a lo largo del año encaminado a unirnos a las celebraciones mundiales del 8 de marzo. Dentro de la Coalición, hay sectores que están haciendo un trabajo de servicio público, sustituyendo al Estado. Puedo mencionar el Taller Salud y el Centro Mujeres Ayudando Madres (Centro MAM).
También se está haciendo un trabajo muy fuerte en el tema de la violencia de género, que a partir de la pandemia aumentó exponencialmente, no solamente hacia las mujeres sino también los homosexuales y particularmente las comunidades trans. En Puerto Rico ya han muerto tres personas trans durante la pandemia, en casos no esclarecido pero que sí ha sido de una violencia macabra, en donde se asume que ha sido por tema de género.
Hay un proyecto muy interesante que apela al problema económico confrontado por las mujeres después del huracán María, en 2017, y ahora por la pandemia. La economía se ha agudizado en su proceso de decrecimiento. Las mujeres se han visto impactadas porque han perdido sus empleos, o han tenido que sacrificar su empleo asalariado para poder asumir la responsabilidad de cuidar a sus menores, de quedarse en la casa con ellos, ser maestra, limpiadora… Como consecuencia, han perdido su capacidad de generar ingresos. Se ha creado un concepto que se llama «la cena feminista»: ocurre en sectores marginados, en ciertos días de la semana, para que mujeres con condiciones precarias puedan venir y acceder suministro mínimo para su familia, como arroz, frijoles, leche, agua sanitaria, ítems de primera necesidad.
Otro tema que se está trabajando es precisamente cómo el proyecto de ley para restringir el aborto ha creado niveles de inseguridad en los centros de planificación familiar o los centros donde se practican aborto. Estamos realizando actividades de protesta frente a esos centros para evitar que las organizaciones religiosas o conservadoras le bloqueen el paso a las mujeres que van a recibir servicio allí. Los centros de planificación familiar ofrecen servicios de ginecología y psicológicos como cualquier otra entidad, son centros integrales de salud. Con este tipo de acción conservadora, las organizaciones religiosas se han adjudicado su deber de proteger lo que llaman vida de un no nacido por encima de la vida de la mujer.
¿Piensas que, por ser colonia, hay cosas que pasan distinto a las mujeres?
Una de las condiciones que tenemos como colonia de Estados Unidos, es precisamente importar los roles. Hay grupos anexionistas dogmáticos que imitan modelos de los Estados Unidos. Un ejemplo es el caso del aborto, que está en disputa en Estados Unidos. No es casualidad que se aproveche esta circunstancia en la que se está reevaluando el Roe vs. Wade para hacer lo mismo, por los pelos, en Puerto Rico. Esos proyectos son subterfugios para promover o decir que son anexionistas, que son parte de Estados Unidos, aunque Estados Unidos reiteradamente nos niegue. Lo que se promueve es una asimilación cultural y política.
Somos una colonia, pero las mujeres han sido históricamente empoderadas y muy activas dentro de la lucha política progresista y de izquierda. Independientemente del estatus colonial, las mujeres se han dado la tarea de seguir promoviendo mejores condiciones y mejores derechos para la mujer. Así que hay grupos que quieren promover un asimilismo en contra de los derechos ganados, pero por otro lado a eso se sobreponen grupos feministas que están constantemente en lucha, que no han dejado de luchar.
Sabemos que hay muchos desafíos en formar parte de procesos mixtos, pero que las mujeres tienen un rol muy importante. ¿Cómo es la participación de las mujeres en la lucha por la independencia y autodeterminación? ¿Crees que hubo cambios en los últimos años?
Yo he observado con mucho detenimiento, y lo digo como un ejercicio muy autocrítico, una figura femenina en Puerto Rico que se llama María de Lourdes Santiago. Ella viene de un Partido Independentista que representó, en un momento dado, intereses burgueses, a pesar de que su presidente, Ruben Berríos, se reclamaba socialista. En la estructura política partidista, María de Lourdes representaba una minoría, un grupo de mujeres muy pequeño y con muy poca exposición. A través de una lucha consistente y a través de un propio ejercicio autocrítico, María de Lourdes fue asumiendo una política más independiente pero siempre leal a su partido, que es lo que yo creo que le añade arraigo y añade valor al Partido Independentista Puertorriqueño. A su vez, ha sido muy vocal en las posiciones en que ha tenido que irse para demostrar oposición o demostrar que el partido debería asumir otros roles.
Me gustaría mencionar también a Tati Fernós, una abogada que murió recientemente y que llegó a ser incluso Procuradora de la Mujer, y fue fundamental en lograr que muchas leyes que se habían aprobado desde el 1973 finalmente tuvieran protocolo para que se pudieran implementar y fiscalizar su implementación. Tati Fernós era una mujer licenciada y fue miembro del Partido Socialista. En algún momento, ella entiende que prefiere concentrarse en las organizaciones feministas, porque el trabajo que tendría que hacer desde las organizaciones políticas socialistas sería tan fuerte que ella siente que estaba perdiendo una oportunidad. Así que ella se desvincula un poco de esas organizaciones independentistas para hacer un trabajo feminista sobre el derecho de la mujer y de los grupos LGTB en concreto.
María de Lourdes, por otro lado, en esta generación, ha logrado transformar normativas de género dentro de su partido, siendo probablemente la primera mujer en el Partido Independentista que aspiró a la posición de gobernadora a través de la participación comunitaria. Desde su partido, ella ha logrado transgredir el sistema y reestructurarlo. Y lo ha logrado a través de la participación ciudadana, de incorporarse en las luchas comunitarias, como la lucha contra LUMA [la empresa de energía] y las luchas ambientales, y lograr aliados y aliadas dentro de su organización.
Para concluir, ¿podrías hablar sobre las estrategias actuales de la lucha por la independencia?
El proceso por la lucha de la independencia es un proceso continuo, arduo y constante. Es un proceso de ritmo. Puerto Rico ha tenido sus altas y bajas. En 1930, 40 y 50, el Partido Nacionalista probablemente fue uno de los movimientos de mayor trascendencia en lo que fue el siglo XX. Cabe mencionar que Pedro Albizu Campos, su máximo dirigente, con las mujeres asentó un gran precedente del trabajo de las mujeres dentro del partido, como Blanca Canales. Incluso allegó solidaridad internacional en la figura de mujeres estadounidenses, por ejemplo Thelma Mielke. Ese precedente nosotros lo hemos continuado.
Actualmente, el movimiento independentista tiene tres grandes polos de trabajo. A nivel interno en Puerto Rico, estamos haciendo un gran trabajo para visibilizar qué puede significar el desarrollo económico de un país sostenible e independiente. De ese modo, rompemos ese mito de que no se puede vivir sin Estados Unidos. Gracias a la crisis económica, los y las jóvenes y las mujeres emprendedoras se han visto en la necesidad de articularse en nuevas formas económicas, de crearse ellas mismas un modelo económico de subsistencia. Así, nos ayudan a construir la visión sobre ese país soberano independentista que queremos.
También es parte de nuestro proyecto político por la independencia reconocer el valor de nuestros recursos naturales y protegerlos. Nuestros recursos naturales están siendo ahora mismo cooptados por extranjeros, particularmente estadounidenses, especuladores e inversionistas que vienen a Puerto Rico con leyes que los protegen. Tenemos el trabajo de concientizar a la ciudadanía puertorriqueña sobre el valor de los recursos que tienen en sus manos: el valor de la tierra, el valor del agua. Trabajamos para que eviten vender sus tierras y recursos a los inversionistas y especuladores, para protegernos de compañías que vienen hacer experimentos en las tierras agrícolas, como es el caso de Monsanto, y para evitar la contaminación de la tierra, como ha sido el caso de las cenizas en Peñuelas. La protección de nuestra tierra también tiene que ver con evitar la continua proliferación de antenas de telecomunicaciones, que no solamente contaminan las tierras como hacen daño al cuerpo humano con la radiación constante.
Tenemos otro polo de trabajo relacionado con allegar solidaridad internacional. Trabajamos muy de lleno con el Caribe a través de la Asamblea de los Pueblos del Caribe, trabajamos con ALBA Movimientos y estuvimos participando activamente en la 3.ª Asamblea Continental que ocurrió en Argentina. A mí me encantó participar, particularmente porque llevamos el lema «sin Caribe no hay América», y fue reveladora la acogida que tuvo entre las y los compas latinoamericanos. Creo que hay terreno firme para expandir nuestros lazos de trabajo en Suramérica.
También tenemos grupos de solidaridad en Europa y Estados Unidos, particularmente grupos de la diáspora. El trabajo más fuerte que estamos realizando ahí es ayudar a los ciudadanos y ciudadanas puertorriqueñas que emigran a los Estados Unidos. Les ayudamos a concientizarse sobre cómo la consecuencia de tener que moverse a Estados Unidos es una política activa de Estados Unidos por saquear nuestros recursos humanos, que es el recurso más importante que tiene cualquier país. Esos y esas jóvenes que se van de Puerto Rico son víctimas de un proceso de extracción, como si fueran cosas que se llevan a otros países –en ese caso, Estados Unidos, por la ciudadanía que no la pedimos pero que nos dieron, quitándonos la ciudadanía puertorriqueña.