“En la historia poscolonial contemporánea de África, Angola es conocida como el lugar de uno de los conflictos más insidiosos que asolaron el continente”, dice Sizaltina Cutaia. El país, que se independizó de Portugal en 1975, vivió 27 años de guerra civil entre el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) y el Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA). La victoria del MPLA en 1991 puso fin a la guerra en el país y, desde entonces, ese mismo partido se ha mantenido en el poder.
Hablamos con Sizaltina Cutaia y Maria Luiza, también conocida como Tchengita, activistas de Ondjango Feminista. Ondjango Feminista es una organización creada en 2016, guiada por la Carta de principios feministas para feministas africanas. Un feminismo posicionado en las cuestiones particulares del contexto africano. En la entrevista nos contaron sobre la organización de las mujeres en la lucha por sus derechos en el contexto político de Angola, qué desafíos enfrentan las mujeres para organizarse en una agenda feminista y compartieron sus impresiones y perspectivas sobre las próximas elecciones que se realizarán el 24 de agosto.
Desde la independencia de Angola en 1975, el país ha sido gobernado por el mismo partido y durante mucho tiempo estuvo gobernado incluso por la misma persona, el expresidente José Eduardo dos Santos, en el poder de 1979 a 2017. ¿Cómo esta falta de alternancia y cómo la articulación de este partido para permanecer siempre en el poder afecta la vida práctica de las personas angoleñas, especialmente de las mujeres?
Siza: Tendremos elecciones el 24 de agosto de ese año, y la semana pasada el presidente de la República fue, como candidato a la presidencia, a visitar la provincia de Bengo. Docentes de escuelas públicas recibieron orientación para que no perdieran la visita. Quien faltase podría sufrir descuentos y otras consecuencias. Es 2022, han pasado 22 años desde que se terminó la guerra y 30 años desde nuestra primera elección multipartidista. Aun así, el MPLA continúa con el poder hegemónico, estructurando casi todas las relaciones de la sociedad. Las personas todavía tienen miedo de decir que tienen simpatía por otro partido político, porque ese es un partido que ganó su poder a través de la violencia. La violencia fue demasiado fuerte para impedir que la gente realmente pudiera organizarse y movilizarse. Incluso con servicios secretos de vigilancia repartidos por todas las estructuras, limitando el pleno ejercicio de la ciudadanía por parte de los angoleños.
Si hay elecciones y las personas pueden decidir, ¿cómo se mantiene el mismo partido en el poder? ¿Cómo se hace el proceso electoral?
Tchenguita: La gente tiene miedo a las represalias. Venimos de 27 años de guerra civil además de otras violencias del 75 en adelante, como los casos del 27 de mayo1 y el Viernes Sangriento2. Todos estos hechos violentos crearon un miedo colectivo. Tenemos una frase que dice “¡Salud, chico! No habla de política” y todos crecimos alrededor de eso. Este miedo, a menudo, hace que la gente vote por ese partido. Pero también hay otro aspecto que el partido utiliza todo tipo de arbitrariedades e ilegalidades para mantenerse. Así que el fraude electoral es común en este país.
Yo hago una correlación entre el partido gobernante y el colonialismo. Ellos adaptaron ciertas herramientas colonialistas para gobernar. Por ejemplo, el caso de que las personas no pueden ocupar cargos públicos si no son del MPLA me recuerda la división entre los ciudadanos de segunda y primera clase de la época colonial. Si tu no dejaras de lado tus hábitos culturales étnicos africanos y no te asimilaras, no tú no te destacarías en la vida. Los colonizadores impusieron impuestos que la gente no podría pagar, ya que no tenían acceso a puestos de trabajo. Esto les obligaba a asimilarse a la cultura impuesta. Eso es algo que el MPLA trasladó a su política.
Aún en este contexto político conflictivo y de tantas opresiones, las mujeres se articulan en organizaciones feministas y luchan por sus demandas. Nos gustaría conocer un poco de la historia y contexto actual de la lucha de las mujeres. ¿Hubo avances en los últimos años?
Siza: Hubo algunos avances, principalmente en el ámbito regulatorio. Un régimen totalitario necesita hacer algunas concesiones para mantenerse en el poder, hacen reformas para enmascarar. Logramos aprobar algunas leyes en línea con los estándares internacionales. Por ejemplo, tenemos una ley de violencia doméstica, pero tiene muchas limitaciones para abordar activamente el problema de la violencia contra las mujeres. Tenemos una política nacional para la igualdad de género para garantizar la representación de mujeres en el parlamento. En las elecciones de este año, el MPLA presentó una lista con 51% de mujeres como candidatas. Este es un gobierno formado por muchas mujeres y en cargos muy importantes, pero desde el punto de vista práctico, de mejorar las condiciones sociales de las mujeres, todavía tenemos mucho trabajo por hacer.
Falta una inversión adecuada en el sector de la salud. Casi todos los meses tenemos la inauguración de una estructura de salud pública con inversión millonaria, pero luego no funciona. El hospital inaugurado hace seis meses en Luanda tuvo que ser evacuado por riesgo de incendio. Estas inversiones no son de buena calidad y no están hechas para mejorar realmente la calidad de vida de las personas. Las mujeres siguen viéndose perjudicadas por la falta de agua potable. Si no hay agua potable, ¿quién dejará de trabajar para llevar agua a la familia? Las mujeres. Entre otras cuestiones, tenemos problemas muy graves en Angola de violencia obstétrica, falta de medicamentos y violencia sexual contra niñas y mujeres.
Los avances que existen son pocos, pero la lucha continúa. Yo soy un poco mayor, pero estas chicas, estas jóvenes con esa energía nos dan la esperanza de que en algún momento las cosas puedan cambiar. Muchas jóvenes abiertamente feministas disputan la política con una postura mucho más crítica ante la situación. El hecho de que estén ingresando a este espacio que aún está muy dominado por las agendas de los partidos, los liderados por hombres, son brechas que se están abriendo. Esperamos que puedan servir como espacio para producir algunas transformaciones.
En este caso, ¿cómo se lleva a cabo la lucha de Ondjango y de las organizaciones feministas por estos derechos no garantizados por el actual gobierno? ¿Qué desafíos han enfrentado?
Tchenguita: Las organizaciones de mujeres aquí son esencialmente organizaciones de la sociedad civil que se enfocan en aspectos urgentes como la salud sexual y reproductiva de las mujeres, centrándose en enfermedades de transmisión sexual como el VIH y el SIDA, y la violencia doméstica. Pero no apuntan a aspectos clave y no captan las motivaciones de estos mismos problemas. Ondjango nació en un momento en que se estaba discutiendo digitalmente sobre feminismo, entre 2015 y 2016. Mientras esta discusión avanzaba en otros países, estábamos iniciando la discusión feminista. Hasta el día de hoy, el término feminista es un término satanizado y mal visto.
Tampoco se acepta el feminismo porque dicen que es importado. “Es un concepto occidentalizado, no tiene nada que ver con la cultura africana”. Este es un argumento con el que tienen que lidiar todas las feministas africanas. Ondjango tuvo que conquistar su espacio en medio de la depreciación de la imagen de las mujeres que formaban parte de la organización. Pero logramos demostrar que este es un espacio de militancia política y también pudimos conquistar a las mujeres, que era nuestro objetivo.
Siza: Siempre proponemos traer y discutir asuntos basados en alguna evidencia. Producimos nuestros informes con información basada en una realidad puesta a las mujeres. Cuando empezamos a discutir, por ejemplo, el tema del aborto, buscamos información. Hicimos unas encuestas por internet para que la gente dijera cosas y fuimos a hablar con los responsables de las maternidades públicas para que nos dieran estadísticas. Una de las frases para defender la criminalización del aborto fue que, si se despenalizara, las chicas utilizarían el aborto como método anticonceptivo. Teníamos datos que indicaban que la mayoría de las mujeres que acudieron a los hospitales públicos para recibir tratamiento en respuesta a un aborto no seguro eran mujeres entre 26 y 38 años, que estaban casadas y ya tenían hijos. Promovemos debates, producimos artículos de opinión, producimos informaciones y preparamos una carta documentada a la asamblea nacional. En esa carta explicamos por qué el aborto es un problema de salud pública, que tenía que ser visto como un tema de justicia social. Llegamos a la reunión de la Asamblea, a la que ni siquiera fuimos invitadas, como las únicas con un documento escrito y fuimos las primeras a hablar, así que marcamos el tono de la conversación.
En 2017 llegó al poder un nuevo presidente, pero aún del mismo partido, lo que no significó muchos cambios. Sin embargo, desde 2017, el mundo ha pasado por varios cambios significativos, incluso una pandemia y una mayor explotación del sur global por parte del norte. ¿Cómo es la situación de las mujeres angoleñas ahora y cuál es la participación del movimiento feminista en este momento en el país?
Siza: Somos un país cuya economía está muy marcada por la informalidad que tiene como base las mujeres. Son las mujeres las que están en las plazas y haciendo las tareas domésticas. La pandemia ha afectado a las mujeres de manera muy directa. Ha habido discusiones sobre cómo la violencia contra las mujeres ha aumentado por la pandemia. Los escasos centros de acogida para mujeres víctimas de violencia permanecieron cerrados en los períodos de aislamiento. Durante ese período, además tuvimos una sequía en Angola que afectó gravemente a las poblaciones del sureste y sur del país. Ante esto, entendemos que nuestro Ministerio de Asistencia Social necesita ser reforzado por personas con conocimiento de las desigualdades estructurales para que puedan pensar en políticas que respondan a las necesidades específicas de las mujeres.
Actualmente hay un proyecto desarrollado por la Asociación de Trabajadores Sociales de Angola para evaluar las políticas sociales que existen en el país y nosotras tenemos una compañera de Ondjango con ese grupo. Estamos tratando de incluir una perspectiva de género en esta evaluación para que podamos hacer sugerencias y recomendaciones para mejorar las políticas públicas.
Y con estas elecciones de agosto, ¿cuáles son las perspectivas de futuro?
Tchenguita: Nuestra tensión está en la violencia y en los fraudes que conocemos porque fueron usados en el pasado y se pueden volver a usar. Pero si vamos por la vía legal, por la transparencia, la esperanza de que haya un cambio es enorme. Esta vez hubo un gran cambio, principalmente en el hecho de que todos se unieron para derrocar un solo poder. El problema es que este poder no es pasivo, y tenemos miedo.
Siza: Creo que hay esperanza. Estas serán las elecciones más disputadas en la historia de este país. Porque hoy, en 2022, por primera vez, la posibilidad de que el MPLA pierda las elecciones es real. Las promesas del actual presidente no se cumplieron, la oposición tiene un candidato fuerte y carismático y hay saturación del sistema. La oposición hizo algo que la sociedad civil les venía pidiendo desde hace años, formar alianzas. Los partidos políticos lograron unirse y formar un frente único, el Frente Patriótico Unido. Tenemos la presencia de jóvenes en esta lista, la presencia de gente que no es militante de partidos políticos, gente que no sigue la lógica de partido concebida en Angola. Una lógica de que no se puede criticar al líder ni divergir del sistema. Esto es algo para celebrar. Me niego a perder la esperanza, porque eso sería renunciar a este país que también nos pertenece. Y realmente creo que son las mujeres las que van a cambiar este país. Las mujeres que se articulan a nivel comunitario, las mujeres de Ondjango, las mujeres de las iglesias, estas se articulan y van a cambiar el país.
Entrevista realizada por Bianca Pessoa
Traducido del portugués por Aline Lopes Murillo
1 El 27 de mayo de 1977, una ruptura entre los partidarios de dos candidatos diferentes del MPLA condujo a una persecución interna que resultó en la tortura, envío a campos de concentración y fusilamiento sin juicio de decenas de miles de angoleños.
2 El Viernes Sangriento, en Angola, simboliza las masacres perpetradas contra los angoleños del grupo etnolingüístico Kikongo el 23 de enero de 1993.