Noémia de Sousa: “Deja que pase mi pueblo”

20/09/2022 |

Por Capire

En el 96º aniversario del nacimiento de la poeta mozambiqueña Noémia de Sousa, publicamos un poema suyo sobre la resistencia y la hermandad negra

Noémia de Sousa fue una de las poetas mozambiqueñas más influyentes del siglo XX. Sus poemas están recogidos en el libro Sangre negra [Sangue negro en portugués], publicado por primera vez en 2001, unos meses antes de su muerte. Sin embargo, fue entre 1949 y 1952 cuando la autora escribió la mayor parte de sus poemas, a sus veintipocos años. La investigadora Laura Cavalcanti Padilha relata que “durante 50 años, esta obra circuló en fotocopias que circulaban de mano en mano, a veces en reproducciones muy precarias”.

Es increíble pensar que hemos leído Sangue Negra durante todo ese tiempo, trabajando la obra en ensayos, libros, cursos, etc. (…) Se escribieron monografías y tesis sobre una obra inédita, lo que me parece absolutamente sorprendente. (…) El libro ganó cuerpo, alma y voz un año antes de que falleciera su autora, lo que sucedió en 2002. Creo que este hecho es a la vez simbólico y sintomático y no puede considerarse sólo en la serie histórica de incidentes y casualidades.

Laura Cavalcanti Padilha, 2004

Noémia de Sousa colaboró en O Brado Africano, un periódico mozambiqueño que impulsó producciones literarias y trabajos acerca de la africanidad. Su producción, marcada por una voz poética comprometida y colectiva, fue importante para reforzar las expresiones anticoloniales en África. Para la poeta e investigadora Bianca Gonçalves, “la construcción de la identidad negra, la búsqueda de la africanidad y la exaltación de la libertad son temas recurrentes en su poesía, tal y como reclamaba la generación de poetas de la época preindependencia”. La literatura producida por Noémia y por otras y otros poetas de su generación tuvo un papel fundamental en la formación del sentir anticolonial y en la formación de una poesía más liberada de los parámetros excluyentes de la cultura europea.

Y de repente decidí escribir estas cosas porque veía lo que salía en los diarios de allí y me parecía que la gente siempre escribía sobre Portugal. La gente escribía y era siempre como si estuviera en Portugal y yo, una mezcla de no sé cuántas razas, solo dentro de mi familia estaba en contacto con casi todas las etnias de allí, por lo que acompañaba un poco la vida de todos, y me indignaban las cosas que me pasaban a mí y a los demás todo el tiempo, pensaba que la gente daba la espalda a la realidad.

Noémia de Sousa

Se publicaban sus poemas en periódicos y revistas, medios con mayor circulación y de más fácil acceso que los libros, por lo que también circulaban mucho en el boca a boca: “Noémia de Sousa se resistió al formato libresco debido al analfabetismo de su pueblo, reafirmando así el lugar de la palabra poética en los circuitos de la oralidad”, explica Bianca en una reseña de Sangre Negra

Los negros no podían tener acceso a esas escuelas, a la educación pública! Los negros sólo podían tener acceso cuando eran asimilados. Cuando yo estudiaba, estaba en una escuela muy grande, no había ni un solo negro (…) Los negros tenían que asimilarse, tener un documento expedido por las autoridades que dijera que vivían como los blancos: comían en una mesa, no comían en el suelo, en una estera, dormían en una cama, etc., hablaban portugués, o sea: que estaban asimilados a la cultura portuguesa.

Noémia de Sousa

La poeta, al mismo tiempo que exaltaba la cultura popular y anticolonial nacional y africana, situaba en su obra la negritud desde una perspectiva internacional, manifestando el apoyo mutuo y la hermandad entre los pueblos negros del mundo, además de rendir homenaje o hacer referencia a las figuras negras de las artes y la política de las Américas. El poema que presentamos a continuación, para rendir homenaje a Noémia en la fecha de su nacimiento, tiene este propósito. En «Deja que pase mi pueblo», Noémia de Sousa aproxima, a través de la música, la noche de Mozambique a la noche de Harlem, barrio negro de Estados Unidos, aproxima la marimba y el blues, y hermana la resistencia de los pueblos negros subalternizados de diferentes maneras por el mismo proceso colonial.

Deja que pase mi pueblo
para João Silva

Noche tibia en Mozambique
Y sonidos remotos de marimbas llegan hasta aquí
– ciertos y constantes –
provenientes de no sé dónde.
En mi casa de madera y cinc
abro el radio y me dejo llevar…
pero las voces de América remueven mi alma y mis nervios.
Y Robenson y Marian me cantan
spirituals negros de Harlem.
“Let my people go!”
-¡oh, deja que pase mi pueblo,
deja que pase mi pueblo!-
dicen.
Y abro los ojos y ya no puedo dormir.
Adentro mío, suenan Anderson y Paul
y no son dulces voces de agitación.
“Let my people go”!

Nerviosamente,
me siento en la mesa y escribo…
Adentro mío,
deja que pase mi pueblo,
“oh, let my people go…”
Y ya no soy más que un instrumento
de mi sangre en un torbellino
con la ayuda de Marian
con su voz profunda: ¡mi hermana!

Escribo…
En mi mesa apoyan sus brazos bultos familiares.
Mi madre con sus manos curtidas y el rostro cansado
y revueltas, dolores, humillaciones,
tatúan de negro el papel blanco virgen.
Y Paulo, a quien no conozco,
pero es de la misma sangre y la misma savia amada de Mozambique,
de miserias, ventanas enrejadas, adioses de magaíças (*),
y algodón, mi inolvidable compañero blanco.
Y Zé -mi hermano- y Saúl,
y vos, Amigo de dulce mirada azul,
que agarrás mi mano y me obligás a escribir
con la hiel de la revuelta.
Todos se apoyan en mis hombros,
mientras escribo, a lo largo de la noche,
con Marian y Robeson vigilando a través del ojo iluminado del radio:
“Let my people go,
Oh, let my people go!”

Y mientras lleguen de Harlem
voces lamentando
y mis bultos familiares sigan visitándome
en las largas noches de insomnio,
no me dejaré llevar por la música fútil
de los valses de Strauss.
Escribiré, escribiré,
con Robeson y Marian gritando conmigo:
Let my people go,
¡OH, DEJA QUE PASE MI PUEBLO!


(*) magaíça: antiguo nombre dado a los emigrantes mozambiqueños que iban a trabajar en las minas de Sudáfrica

Redacción por Helena Zelic
Traducido del portugués por Luiza Mançano
Versión del poema en español por Revista Transas.

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