En diversas partes del mundo, las empresas del sector alimentario celebran acuerdos con los gobiernos en busca de concesiones de tierras para cultivar sus materias primas. La industria de la palma aceitera está presente en tres continentes. Sus acciones en los territorios amenazan la reproducción de la vida de las comunidades locales, representan un riesgo para los ecosistemas y también imponen nuevos conflictos para la vida de las mujeres campesinas, que se convierten en blanco de la violencia sexual y patrimonial y tienen que trabajar aún más para sostener la vida de sus comunidades.
Como una estrategia para maximizar sus ganancias sin «manchar su imagen», las empresas han encontrado formas de subcontratar la producción a través de acuerdos con familias agricultoras campesinas. Estos acuerdos constituyen una trampa que amenaza la soberanía alimentaria, pasando por alto las formas de vida y la diversidad que se cultivan en los territorios.
Debido a los impactos de esta industria en los territorios donde opera, las comunidades y organizaciones ambientalistas unen fuerzas para resistir y denunciar tales prácticas. Para ello, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM, por sus siglas en inglés) elaboró la cartilla Nueve razones para decir no a la agricultura por contrato con empresas palmicultoras, a partir de las experiencias de agricultoras y agricultores de América Latina, África subsahariana y sudeste asiático.
A continuación, destacamos un fragmento de cartilla que expone las trampas contractuales creadas por las empresas transnacionales y el mercado financiero. Los acuerdos pueden durar hasta 30 años y son un mecanismo de control que aprisiona a las y los agricultores en prácticas orientadas a la ganancia empresarial. Durante este periodo, la gente se ve obligada a producir frutos de palma aceitera y venderlos según el precio fijado por las propias empresas, con el riesgo de endeudarse e incluso de perder sus tierras. Esta es una de las razones para decir no a la agroindustria de palma aceitera. Te recomendamos leer la cartilla completa, disponible en portugués, inglés, francés, español e indonesio.
¿Por qué los contratos con empresas son tan peligrosos para las y losagricultores campesinos?
Existe un importante desequilibrio de poder entre las partes. Las empresas, los gobiernos y los bancos gastan una gran cantidad de dinero, tiempo y experiencia jurídica para que la redacción del contrato los beneficie. También han ideado formas muy eficaces de asegurarse de que las y los agricultores campesinos cumplan con las condiciones establecidas en el contrato. Por ejemplo, si las/los agricultores no cumplen con los términos, el contrato dice que sufrirán consecuencias legales. Esto puede ir desde costosas sanciones a incluso la pérdida de la tierra. No se prevén sanciones o multas de este tipo para la otra parte contratante: las empresas, el gobierno y/o los bancos.
En cambio, las y los agricultores campesinos tienen menos experiencia, dinero y tiempo para dedicarse a entender los detalles del contrato. Para un determinado agricultor o agricultora podría ser la primera vez que firma un contrato de este tipo. Es probable que la empresa ya haya hecho cientos o miles de acuerdos similares en distintas partes del mundo. Esta experiencia se refleja en la estrategia de la empresa para lograr que las y los agricultores firmen el contrato.
El contrato está lleno de palabras y expresiones que no son utilizadas por el común de la gente. Están redactadas en el idioma de las empresas y los bancos. A veces, todo está escrito en idioma extranjero. En consecuencia, las y los agricultores campesinos firman papeles que tal vez ni siquiera puedan leer o comprender cabalmente.
Las empresas suelen apurar a las y los agricultores a firmar los documentos. No tienen ningún interés en ayudarles a comprender los detalles del contrato. Es por eso que a menudo no brindan suficiente tiempo para que las familias busquen el consejo de personas en las que confían. Las empresas lo saben bien: una vez que se firma el documento, las y los agricultores quedan prisioneros del contrato con la empresa y/o el banco por un largo tiempo, generalmente de 15 a 30 años.
Cuando las y los agricultores campesinos negocian entre ellos, el acuerdo de palabra es mucho más importante que lo que se pueda escribir en un papel. El representante de la empresa se aprovechará de esto y dirá: “Esto es lo que dice el contrato, simplemente firme aquí”. Evitará mencionar partes del acuerdo que son peligrosas o de riesgo para las y los agricultores. Y cuanto más peligrosas son las reglas, más confuso o difícil resulta entender lo que está escrito. Ningún agricultor o agricultora firmaría si supiera que esas reglas tan riesgosas también forman parte del contrato.
Cuando las y los agricultores campesinos firman un contrato como parte de un grupo más grande, como una asociación, es posible que ni siquiera se den cuenta de que están firmando un documento que les obliga a producir frutos de palma aceitera exclusivamente para una empresa.
¿Cómo consiguen las empresas de aceite de palma que las y los agricultores campesinos firmen el contrato?
El proceso que lleva a terminar prisionero de la agricultura por contrato a menudo comienza cuando alguien de la empresa de aceite de palma visita a la familia en su casa. Es posible que alguna autoridad local o un funcionario, como un concejal o un parlamentario, por ejemplo, acompañe al representante de la empresa. Después de haber inspeccionado la tierra junto con la o el agricultor campesino, el representante de la empresa hablará sobre su programa de cultivadores subcontratados o pequeños propietarios, y le ofrecerá unirse.
La empresa afirmará que si se une a su programa, la o el agricultor campesino podrá hacerse rico; que todo lo que tiene que hacer es firmar un acuerdo (el contrato) para plantar palma aceitera en su tierra. Y ofrece comprar todos los frutos producidos. La empresa, a menudo, también promete que las y los agricultores podrán seguir cultivando alimentos en su tierra.
Como veremos a continuación, esto no es una oferta sino en realidad una trampa. Las y los agricultores campesinos no podrán vender los frutos a otros posibles compradores y deberán aceptar el precio fijado por la empresa.
Las empresas y el gobierno, sin embargo, presentan a la agricultura por contrato como un acuerdo en el que todos ganan. Un acuerdo que, dicen, no traerá más que beneficios tanto para las y los agricultores como para la empresa. Pero estas promesas tienen un solo propósito: lograr que las y los agricultores firmen el contrato rápidamente para que la plantación de palma se inicie lo antes posible. Es por eso que se asegurarán que las familias agricultoras no tengan tiempo para pensar la decisión o encontrar información sobre experiencias en otros lugares. Una vez firmado el contrato, estarán obligadas a obedecer las normas de la empresa y habrán perdido su autonomía.
Promesa: «La agricultura por contrato incluye a las mujeres«
Lo que ocultan las empresas: En los lugares donde la agricultura por contrato se expande, las mujeres enfrentan una mayor dependencia de los hombres y aumenta su carga de trabajo. En los hogares rurales, las mujeres tienden a hacerse cargo de las tareas
más pesadas. Si las mujeres ingresan a un programa de agricultura por contrato en estas condiciones, quedarán agobiadas por el duro trabajo de cuidar la plantación de palma aceitera además de las tareas domésticas habituales.
Por lo tanto, cuando las empresas destacan el hecho de que también firman contratos con mujeres, esto no significa que tengan un programa especial para apoyarlas y empoderarlas. En cambio, puede ser una táctica para acceder a las tierras en zonas donde las mujeres manejan solas sus hogares.