África es una región que despierta especial interés por su complejidad y evolución. Es un continente rico en diversidad cultural y recursos naturales, pero que hoy se enfrenta a numerosos desafíos. Hay algunos elementos nos permiten hacer un análisis de la situación. El primer análisis se refiere al crecimiento económico, con progresos constantes en los últimos años, pero no siempre inclusivos. Esto produce muchas desigualdades significativas en los diferentes países africanos que ya se enfrentan a otros desafíos en términos de desarrollo sostenible. A ello se suman la inseguridad y los conflictos armados que afectan a nuestro continente.
En varios países, estamos viendo lo que está ocurriendo en términos de inseguridad y conflictos relacionados con el extremismo violento. Es el caso de Mali, con la violencia intercomunitaria y el tráfico ilícito. Este tipo de trastornos tienen consecuencias humanitarias dramáticas que obstaculizan el desarrollo económico de la región. También somos testigos del impacto del cambio climático. Especialmente en África Occidental, estamos especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático en diferentes niveles, como la erosión costera y las inundaciones. Nos enfrentamos a la crecida del río Senegal, algo que afecta enormemente a las poblaciones, especialmente a las mujeres y los niños y niñas.
Aparte de los fenómenos naturales, tenemos otros problemas relacionados con la seguridad alimentaria y los desplazamientos de población, que se traducen en déficits demográficos. La región africana tiene una de las poblaciones más jóvenes del mundo, lo que representa tanto una oportunidad como un reto. Resulta esencial invertir en la educación y formación de las y los jóvenes, niños y niñas para que puedan incorporarse al mercado laboral.
Todos los conflictos que vivimos actualmente en África están particularmente relacionados con el problema de la democracia y la buena gobernanza. En África Occidental, hay conflictos en muchos países que se han originado debido a transiciones democráticas que fracasaron. Para consolidar la democracia y mejorar la gobernanza, retos importantes para garantizar el desarrollo, se pueden identificar algunas cuestiones sobre las que hay que trabajar.
El tema de la violencia contra las mujeres en el contexto africano está relacionado con la violencia sexual, el matrimonio infantil y el matrimonio forzado. También está el tema del acceso a la educación. Uno de los problemas es la dificultad de incentivar a las jóvenes para que se dediquen a materias científicas, aunque algunos Estados han desarrollado políticas centradas en mantener el acceso de las niñas a la escuela, a la educación, y también garantizar su permanencia escolar. Son políticas que los Estados aplicaron para intentar corregir la disparidad entre hombres y mujeres.
El otro tema es el acceso a los cuidados de salud. Sabemos que en África la cuestión sanitaria siempre ha sido un problema urgente. Hasta ahora, el acceso a dicha atención ha sido muy limitado, especialmente para las mujeres y los niños y niñas. También podemos identificar factores agravantes, como las normas socioculturales que conocemos y experimentamos a diario en nuestras sociedades, o la pobreza que sigue presente en el continente africano. A pesar de ello, hemos visto algunos progresos en algunos países, con la aprobación de leyes para mejorar las condiciones de vida o los derechos de las mujeres.
La votación de la ley de paridad en Senegal es un ejemplo de ello. También la aprobación de la ley que prohíbe la mutilación genital femenina, y todo tipo de violencia contra las mujeres. Hoy es necesario reforzar esas leyes que hemos aprobado.
Se dice que Senegal es un campeón en firmar y ratificar leyes, pero el problema está en su aplicación.
Todavía tenemos que luchar por la aplicación efectiva de esas leyes, así como por una mayor inversión en la educación de las niñas y el fomento de la igualdad de género en la educación. También tenemos que promover y sensibilizar a la opinión pública sobre los retos de la igualdad de género para mejorar la conciencia.
Feministas contra el imperialismo
El feminismo y el antiimperialismo son dos movimientos sociales que suelen cruzarse y reforzarse mutuamente, especialmente en África.
Las mujeres africanas siempre estuvieron en la vanguardia de las luchas internacionales e incluso nacionales, como en el caso de Senegal, y siguen desempeñando un papel crucial en la resistencia contemporánea a las formas neocoloniales de explotación.
Para hablar de estos aspectos históricos, abordaremos la lucha anticolonial, porque sabemos que muchas mujeres africanas participaron activamente en los movimientos de liberación nacional. Lucharon junto a los hombres, organizaron la resistencia local y denunciaron la violencia sufrida por las poblaciones colonizadas. Tomaré el ejemplo de estas mujeres valientes que estuvieron en la vanguardia de todos estos movimientos que tenemos hoy en África y en cada uno de nuestros países. Pronto se dieron cuenta de que sufrían una doble opresión, vinculada no solo al género, sino también a la colonización.
Esas mujeres lucharon, sostuvieron encendida la llama de la lucha feminista en África. Las mujeres africanas siguen luchando contra las consecuencias del neocolonialismo y el neoliberalismo, que refuerzan las desigualdades de género y los sistemas patriarcales con violencia de género. Son males que persisten y que frecuentemente se vinculan a sistemas de dominación heredados de la colonización. La lucha por el acceso a la tierra para las mujeres es una cuestión relacionada no solo con la violencia contra las mujeres, sino también con la soberanía alimentaria.
Tenemos que empezar a pensar en lo decolonial hoy. Se trata de un enfoque verdaderamente intelectual, que pretende deconstruir todo lo heredado de la colonización y repensar las relaciones de poder entre el Norte y el Sur, entre Occidente y el resto del mundo. Los feminismos africanos han desarrollado algunos análisis feministas que les permiten hoy deconstruir todo lo que concierne a la representación occidental. Hay muchas redes de mujeres que se están creando para ayudar a potenciar las luchas africanas. Asimismo, se ha creado una fuerte movilización internacional a nivel de los movimientos feministas que enriquece los debates sobre la justicia social y la interseccionalidad.
Senegal tiene una historia muy rica en términos de organización de mujeres, pero sobre todo en términos de lucha feminista, con redes que se centraban en actividades económicas, culturales y religiosas. Tras la independencia, los movimientos feministas senegaleses, con la ayuda de intelectuales africanos que asistieron a las escuelas coloniales, se dedicaron voluntariamente al acceso a la educación, la salud y el empleo.
Paralelamente al movimiento feminista, tenemos también el movimiento feminista islámico, que hoy permite a las mujeres no solo revisar su religión, sus textos religiosos, sino también interpretar por sí mismas los textos religiosos que los hombres produjeron, con otra lectura de esos textos. Todo esto nos ha permitido librar una lucha real contra todo lo que tiene que ver con el matrimonio infantil, la desigualdad económica, los impactos del cambio climático para las mujeres, así como luchar contra el neoliberalismo y los ajustes estructurales que realmente afectan la vida y el progreso de las mujeres.
Ndeye Fatou Sarr es integrante de la Marcha Mundial de las Mujeres de Senegal.