El impacto de los conflictos sobre los derechos de las mujeres en Siria

10/02/2025 |

Nobahar Mustafa

El artículo analiza las recientes luchas de las mujeres frente a los autoritarios procesos políticos en el país

Siria es un ejemplo emblemático de la situación de las mujeres en los regímenes autoritarios. El país se enfrenta a un sistema chovinista, en el que un único partido controla todos los aspectos del Estado y las instituciones de la sociedad, y es incapaz de garantizar la justicia para las mujeres. Aunque en la Constitución siria de 1974 y años posteriores se esbozaron oportunidades para las mujeres, eso no significó una igualdad plena en términos de participación política, social, cultural y económica.

Las mujeres kurdas en el Estado-nación árabe de Siria

Las mujeres kurdas de Siria se enfrentan a la opresión nacional a causa de su identidad, lo que ha llevado a la negación de sus derechos políticos y culturales, incluida la posibilidad de estudiar, practicar, trabajar, escribir y publicar en su lengua materna. El énfasis de la Constitución siria en el carácter árabe de la república, como parte de una nación árabe más amplia, llevó a la exclusión sistemática de las mujeres kurdas y de otros grupos étnicos, como las comunidades siríaca, turcomana, circasiana, armenia y asiria, del sistema de identidad árabe dominante.

Esta opresión se hizo patente en el censo de 1962, que llevó a la supresión de los derechos a la ciudadanía y la nacionalidad siria a más de 250.000 kurdos y kurdas. Tras la imposición de la ley de excepción ese mismo año, se suspendieron sus actividades políticas. Esa realidad se vio agravada por los continuos esfuerzos por aplicar políticas de arabización y borrar la cultura kurda, prohibiendo la lengua kurda y oficializando el árabe como lengua de las instituciones gubernamentales y educativas.

La supresión sistemática de la identidad cultural kurda ha llegado al extremo con la prohibición de todas las expresiones de la cultura kurda, incluso la celebración de festivales y fiestas nacionales kurdas. Las mujeres kurdas han sufrido todas las formas de opresión, ya sea nacional, social, económica o legal, con lo que se convierten doblemente en víctimas: sufren las consecuencias de la sociedad patriarcal, con sus costumbres y tradiciones retrógradas, y simultáneamente la opresión a nivel nacional y de clase.

Pese a todos esos desafíos, la rebelión de las mujeres kurdas contra la realidad es innegable. Han preservado su patrimonio cultural, cultivando los valores nacionales al recuperar el folclore y la literatura kurda. Lo hacen en su vida cotidiana, entonando canciones al oído de los niños. Han alcanzado un alto nivel de conciencia y organización y siguen luchando por conquistar sus derechos. Esta lucha ha contribuido a mejorar su estatus social, económico, educativo, cultural y legal, lo que ha posibilitado su desarrollo intelectual y organizativo. Prepararon el terreno para la asunción y participaron activamente en la revolución del 19 de julio de 2012 (Revolución del Noreste de Siria) contra el opresivo régimen baazista.

Las mujeres kurdas siguen siendo un símbolo de resistencia y contestación, siempre en busca de alcanzar sus derechos y afirmar su existencia en una sociedad problemática. Su lucha forma parte de una batalla más amplia por la libertad y la igualdad, e inspira a mujeres de otros grupos marginalizados (siriacas, armenias, asirias, circasianas), también excluidas por el sistema autoritario de partido único.

La revolución de las mujeres en el noreste de Siria

La revolución de las mujeres en el noreste de Siria adoptó el lema “Mujer, vida, libertad”, basándose en algunos pilares fundamentales, entre ellos la participación igualitaria, en la que las mujeres representan el 50% en todos los cargos ejecutivos, legislativos y otros. Se han creado instituciones, desde el nivel más bajo hasta el más alto, según el principio de copresidencia, garantizando que en la gestión participen siempre dos personas: una mujer y un hombre, condición esencial e ineludible.

Además, se crearon organizaciones específicas de mujeres y departamentos dedicados a las mujeres en todos los órganos e instituciones públicas para reforzar la autonomía de las mujeres y permitir su participación en la fuerza laboral. Se implementaron artículos y normas en el contrato social (como una constitución comunitaria) centrados en los derechos de las mujeres, que contribuyeron para garantizar la justicia y los derechos en las prácticas políticas, económicas, sociales y de estatus personal.

La participación de las mujeres no se limitó a las esferas civil y social, sino que también se dio en el campo de la legítima autodefensa y la defensa nacional. Formaron unidades de protección femenina, que establecieron un modelo de mujer luchadora que busca garantizar sus derechos. Además, crearon una fuerza de seguridad interna femenina (Asayish de Mujeres) y unidades de protección comunitaria para proteger barrios y pueblos durante la movilización general.

Ya en la educación, los proyectos económicos y la comunicación, la lucha de las mujeres en el noreste de Siria produjo cambios notables en estas instituciones, generando cambios en las concepciones sociales y culturales. Esto ha sido posible principalmente gracias al desarrollo de la Academia Jineoloji, una ciencia cuyo centro es el conocimiento de la mujer, para promover la formación de ideas progresistas entre las mujeres y construir las bases fundamentales de un renacimiento cultural y social. En esta Academia, también se crearon programas para integrar los estudios sobre la mujer en los sistemas educativos, desde el colegio hasta la universidad, con el objetivo de fomentar una generación ilustrada que está surgiendo.

Las mujeres sirias frente a las recientes transformaciones políticas

Siria está experimentando transformaciones radicales en su escenario político, después de sufrir un régimen nacionalista autoritario con un puño de hierro en materia de seguridad y políticas coloniales por parte de las potencias capitalistas. Tal situación quedó patente durante las revoluciones de la Primavera Árabe, en las que una de las reivindicaciones populares era el derrocamiento de los gobiernos de entonces. Sin embargo, las potencias dominantes utilizaron esos movimientos para controlar esos países, instrumentalizando la ira de las calles y las legítimas demandas populares para promover el islamismo y el Islam político. A ello sucedieron intervenciones que asesinaron la revolución por medio de golpes militares y guerras internas entre facciones, transformando la primavera en un otoño sangriento.

Tras las revueltas populares en Siria, las potencias exteriores actuaron a través de sus agentes internos, sobre todo los movimientos islamistas salafistas, para alcanzar sus propios intereses. Siria se convirtió así en un terreno fértil para los movimientos terroristas islamistas y las facciones rivales, lo que condujo a la división del país en tres regiones según la influencia de las potencias al mando.

Tras los conflictos sirios, con el aumento del desempleo y la pobreza y el déficit de educación, las mujeres pasaron a ser utilizadas como instrumentos de propaganda en las disputas actuales, sin poder actuar por el establecimiento de la paz civil. A pesar de ser un país conformado por una diversidad de pueblos, minorías y religiones, Siria carece de una base de cohesión nacional, y esa diversidad se ha convertido en una maldición más que en una bendición.

En este contexto, el régimen dictatorial y la oposición reaccionaria no ofrecen más que un retroceso al difundir sus ideas, que conducen a la reivindicación de un gobierno islámico suní. Con la llegada de facciones religiosas (bajo la bandera del Islam) a Damasco y el derrocamiento del gobierno de Bashar Al-Ásad el 8 de diciembre de 2023, la situación en Siria cambió de difícil a aún más difícil. El Islam político y sus grupos terroristas extremistas, conocidos por decapitar mujeres en plazas públicas y apedrearlas bajo el pretexto de “disfrutar del bien y prohibir el mal”, no están mejorando la situación.  Ante todo ello, las mujeres de esas regiones se oponen a la legislación vigente, que rechaza todo lo relacionado con la democracia, la libertad de las mujeres, la igualdad de género y la criminalización del matrimonio infantil.

Siria lleva más de 14 años de disputas y conflictos, que han alimentado el sectarismo y las tensiones religiosas. Con cientos de miles de muertos y millones de personas expulsadas de sus hogares, se ha hecho extremadamente difícil establecer la seguridad y la paz civil en poco tiempo. El estado de tensión, las ganas de venganza y la falta de seguridad hacen que la gente tema por su vida, lo que exacerba los ciclos de venganza, debilita la seguridad y lleva a un armamento incontrolado.

En este momento, una sola entidad islámica gobierna el país, con decisiones problemáticas: cambió los planes de estudio, suprimió contenidos científicos con el pretexto de que “se oponen a la religión”, eliminó asignaturas como filosofía y arte de la escultura, y borró de los materiales educativos a figuras históricas como Zenobia y Nazik Al-Abid. Además, las declaraciones del primer ministro del gobierno interino sobre las mujeres reflejan un retroceso en materia de derechos al rechazar la participación de las mujeres en el mercado laboral con la excusa de que son biológicamente diferentes de los hombres. Una de las situaciones tragicómicas es la declaración de Ahmed Al-Sharaa (Abu Muhammad Al-Jolani), líder del gobierno interino sirio: “No seremos como Afganistán y no aceptaremos el derecho de las mujeres a la educación”. Esa afirmación sorprendió a las mujeres sirias, que no podían creer que se trataba de algo serio. La implicación es: ¿es concebible que, después de los importantes logros que las mujeres sirias han alcanzado a lo largo de décadas, ahora vuelvan a discutir su derecho básico a aprender?

La jefa del Departamento de Asuntos de la Mujer del gobierno interino sirio (Aisha Al-Debs) hizo unas declaraciones que las mujeres sirias no están acostumbradas a oír. Definió una serie de prioridades para las mujeres que incluyen el cuidado de la familia y la crianza de los hijos, lo que supone un retroceso en materia de trabajo y empleo.

Desde el gobierno interino, se rechazan todas las opiniones divergentes, incluso las de organizaciones feministas y otras que discrepan de su orientación intelectual o no se ajustan al modelo establecido por el gobierno, con el pretexto de que cualquier divergencia representa una cultura extranjera que destruiría las bases culturales de Siria. Con esta postura, ignoran los sacrificios que hicieron las mujeres sirias durante la revolución y desprecian por completo la realidad de las diversas culturas de Siria, que incluyen diferentes religiones, etnias y sectores sociales.

Mientras tanto, las campañas mediáticas – especialmente en las redes sociales– intensificaron la promoción de la imagen de la “modesta mujer musulmana” a través de la distribución del nicab y de folletos religiosos y discursos públicos que instaban al uso del hiyab para cubrir el rostro y defendían el código de vestimenta islámico.

Los conflictos siguen en las regiones periféricas del noreste de Siria, donde facciones armadas apoyadas por el ejército turco están perpetrando sus ataques más feroces en esos territorios. Así buscan minar la presencia de la Administración Autónoma Democrática en la región, que intenta construir una sociedad democrática que incluya a todos los segmentos nacionales y religiosos.

Desde la caída del régimen sirio el 8 de diciembre de 2024, regiones del noreste de Siria sufren los horrores de la guerra. Los ataques de las facciones en la región de Shahba, incluso contra la población kurda desplazada de sus hogares, han llevado a crímenes horribles como asesinatos, decapitaciones y ejecuciones sumarias. Ante todas esas violaciones, las poblaciones se han visto obligadas a huir a regiones inhóspitas en busca de seguridad, pero siguen siendo perseguidas por los ataques. Todos los días se tienen noticias de ataques contra mujeres y civiles indefensos.

Ante todo esto, el Consejo de Mujeres Sirias y otras organizaciones de mujeres del noreste del país anunciaron una iniciativa feminista como plan de acción para resolver y dar forma al futuro de Siria en una república democrática descentralizada, con el objetivo de proteger los derechos de todos los segmentos nacionales y religiosos y mejorar la participación de las mujeres. La iniciativa incluye 13 pasos para garantizar una representación igualitaria y justa de las mujeres en la nueva Siria, en la que una de las condiciones más importantes para garantizar la legitimidad local e internacional para el futuro sistema de la nueva Siria es que las mujeres tengan un papel central en su establecimiento. 

Según estos pasos, la población siria podrá determinar el futuro de su país y suscribir acuerdos de paz; se pondrá fin a los ataques contra los territorios sirios; se retirarán los ejércitos ocupantes; y se garantizará el retorno seguro y digno de las personas refugiadas y expulsadas de sus tierras. El aspecto más importante de esta iniciativa es el énfasis en asegurar una representación justa de todas las mujeres sirias y de las organizaciones de mujeres en la nueva comisión constitucional, así como el compromiso del gobierno actual y de los futuros gobiernos de implementar la Resolución 1325 de las Naciones Unidas, con medidas para garantizar su participación en los procesos de paz, alejarlas de las situaciones de conflicto y asegurar su presencia en los espacios de toma de decisiones.

También se hace hincapié en la necesidad de crear una comisión de investigación y una justicia de transición encargada de los crímenes de guerra y los crímenes contra las mujeres, así como de reconocer el derecho de las mujeres a defenderse de acuerdo con los principios esbozados al respecto, junto con el cumplimiento íntegro de los derechos humanos. La iniciativa (plan de acción para la solución) también incluye la importancia de establecer las comisiones necesarias para ocuparse de las y los niños y tratar los daños psicológicos y físicos que se les infligieron durante la guerra.

Alcanzar la seguridad y la estabilidad en Siria exige esfuerzos conjuntos de todos los sectores que componen la sociedad, centrándose en la construcción de una sociedad democrática que respete los derechos humanos y los derechos de las mujeres y promueva la tolerancia y la aceptación entre todos los grupos sociales. Hay que trabajar para reforzar los derechos de las mujeres durante los conflictos por medio de la sensibilización, la organización y la promoción de la autodefensa.

Nobahar Mustafa forma parte del Secretariado de la Alianza Regional Democrática de Mujeres (Alianza NADA) en Siria.

Edición por Helena Zelic
Traducido del portugués por Luiza Mançano
Idioma original: árabe

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