Las transnacionales son generalmente empresas registradas en el Norte Global con subsidiarias en el Sur Global. Estas corporaciones a menudo se aprovechan de la existencia de materias primas y mano de obra baratas en el Sur Global y de las débiles leyes laborales que caracterizan a las naciones en desarrollo.
El poder que ejercen las transnacionales contribuye a muchas violaciones de derechos humanos.
África ha sufrido y sigue sufriendo impactos negativos de la acción de las transnacionales sobre la mano de obra, la alimentación, el medio ambiente, entre muchos otros aspectos. África es considerada la nueva frontera en materia de negocios, lo que se evidencia en la existencia de numerosas transnacionales con operaciones en el continente.¿Cuántas transnacionales han establecido sucursales, por ejemplo, en la República Democrática del Congo para extraer minerales, y estos mismos minerales no redundan en ningún beneficio para el pueblo congoleño? ¿Cuántos refugiados y refugiadas congoleñas están dispersas por el mundo, sin poder regresar a casa debido a los conflictos?
Los recursos naturales deberían traer prosperidad y bienestar a las personas, pero lo que vemos en África es que traen sufrimiento por la acción de las transnacionales, el surgimiento de grupos rebeldes, una gestión inepta de los recursos y la exclusión de los ciudadanos y ciudadanas de los procesos de toma de decisiones sobre sus beneficios. El descubrimiento de nuevos recursos naturales complica aún más la vida de las personas en diferentes partes de África, como en Cabo Delgado, Mozambique.
Como informó Human Rights Watch, Cabo Delgado está sufriendo una crisis humanitaria debido a la extracción de petróleo y gas, que ha provocado desplazamientos masivos y violencia sexual y de género contra mujeres y niñas. Con la agricultura industrial y el monocultivo contribuyendo al cambio climático, recursos naturales como el agua se están volviendo inaccesibles. Las empresas transnacionales obstaculizan el acceso a recursos como los ríos que antes utilizaban libremente las comunidades.
Cuando llegan con sus operaciones, pronto logran la privatización, seguida de la militarización, generalmente en forma de seguridad privada. Las áreas que anteriormente nunca habían tenido ningún tipo de seguridad institucional se convierten en focos de gran actividad cuando se descubren los recursos naturales y se abusa de las comunidades. Las carreteras locales están privatizadas y la gente tiene que tomar desvíos. Las empresas están vertiendo sustancias tóxicas en el agua, afectando las únicas fuentes de agua de las comunidades. Y más que eso, cuando las transnacionales hacen minería, las comunidades locales se enferman por los desechos redirigidos a sus fuentes de agua. El acceso a agua limpia y segura se convierte en nada más que un espejismo.
Aumento de la violencia
Las empresas transnacionales son responsables de violaciones a los derechos humanos, dificultando el trabajo de las personas dedicadas a la defensa del medio ambiente. En casos extremos, defender los bienes comunes puede llevar a la muerte. El mundo está repleto de ejemplos de defensores de derechos humanos que pagaron con sus vidas por defender los derechos de la Madre Naturaleza. En Honduras, Berta Cáceres fue asesinada por su activismo contra una represa en territorio indígena de su pueblo. Otros ejemplos de activistas que perdieron la vida incluyen activistas de México, Filipinas y Brasil. Más cercano a casa está el caso de la activista contra la minería sudafricana Mama Fikile Ntshangase, quien fue baleada y asesinada en su casa. Otro ejemplo es Joanna Stuchburry, asesinada por su trabajo de protección ambiental en Kenia. El activista ambiental NasakoBesingi ha sido blanco de amenazas por oponerse a las operaciones transnacionales en su país, Camerún. En otros países, como Uganda, según informa la organización GRAIN, las comunidades locales están siendo desalojadas a punta de pistola.
La violencia sexual es rampante en las transnacionales, particularmente en el sector agrícola, donde las mujeres han informado que se las obligan a intercambiar sexo por trabajos informales o promociones. Las mujeres que trabajan en el cultivo de flores también se quejan de explotación económica, violencia sexual, exceso de trabajo y bajos salarios, como se informa en la publicación de la Comisión de Derechos Humanos de Kenia [Kenya Human RightsCommission] “Wilting Bloom”. Las empresas transnacionales han aumentado la desigualdad en África. Son responsables de la explotación y el trato inhumano de los trabajadores y trabajadoras, a pesar de que muchas de estas empresas son firmantes de los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de la ONU.
Poder corporativo, semillas y producción de alimentos.
La producción de alimentos en África tampoco está libre de depredaciones transnacionales. Vemos una serie de dobles estándares aplicados cuando los mismos pesticidas que fueron prohibidos en Europa llegan a África y son vendidos y consumidos por las personas a través de los alimentos, como lo muestra el informe del Centro Africano para la Biodiversidad [African Centre forBiodiversity]. En las plantaciones, la fumigación aérea de plaguicidas provoca enfermedades respiratorias e infecciones cutáneas. Con el control corporativo cada vez mayor sobre los sistemas alimentarios y el medio ambiente, otros recursos se están mercantilizando, como es el caso de los mercados de carbono.
Las semillas son la base de los alimentos. Sin semillas, no hay comida. Como dijo sabiamente Thomas Sankara, quien controla tu comida te controla a ti. Al darse cuenta de que cuando controlas los alimentos, controlas las naciones, las gigantes corporaciones han extendido sus tentáculos sobre las semillas. La captura corporativa de semillas obliga por ley a los agricultores y agricultoras a comprar semillas que venden las transnacionales en tiendas especializadas. Una lectura rápida de varias legislaciones en África sobre semillas y cultivos confirma la existencia de cláusulas punitivas que inhiben la práctica de guardar, compartir e intercambiar semillas entre agricultores/as.
Cidi Otieno de la Liga de Campesinos de Kenia[KenyanPeasants League] dijo una vez que “reducir los espacios de ciudadanía va más allá de la libertad de información o la interferencia con la libertad de expresión o la libre circulación; este proceso ocurre cuando los agricultores y agricultoras no pueden conservar sus semillas originarias porque las leyes prohíben el uso de sus semillas conservadas; cuando se promulgan leyes que prohíban el uso del estiércol de bovinos, caprinos, ovinos y aves de corral”. Con la producción de semillas controlada por corporaciones gigantes, las semillas se convierten en mercancías y su diversidad -una característica esencial de las semillas originarias- se reemplaza gradualmente por la uniformidad. Las semillas que antes nuestros antepasados intercambiaban y compartían libremente están siendo patentadas, y usarlas sin pagar regalías ahora es un delito.
Detrás de las ganancias excepcionales, la explotación laboral
La mayoría de las transnacionales prefieren adoptar un régimen de trabajos informales en lugar de contratar trabajadores. Suelen aprovechar la fragilidad de la legislación y la disponibilidad de mano de obra barata y la poca posibilidad de negociación por parte de los trabajadores y trabajadoras. En África, con la alta tasa de desempleo, cuando se abre una vacante, miles de personas se postulan.
Cuando las transnacionales vienen a África, los puestos mejor pagados suelen reservarse para los extranjeros, aunque aquí hay personas cualificadas que podrían ocupar esos puestos. Los casos denunciados de protestas, por ejemplo, del pueblo Turkana, en la frontera norte de Kenia, contra la compañía petrolera británica Tullow Oil confirman esta deplorable práctica de marginación de los habitantes de la región.
Nuestro trabajo, nuestras herramientas
Organizaciones como Haki NawiriAfrika llevan a cabo trabajos de educación técnica y política sobre justicia alimentaria para concienciar a las comunidades sobre los procesos de producción de alimentos, promover la agroecología y celebrar debates sobre alimentos. Estos diálogos comunitarios, llamados foros tafakari, tienen como objetivo cambiar las actitudes hacia los alimentos, lo que comemos, de dónde provienen nuestros alimentos y cómo se producen. Estos foros también incorporan la discusión de los cambios en las políticas gubernamentales y la concientización de sus impactos en las comunidades.Por exemplo, como a Lei das Sementes [Seeds Act] afeta pequenos agricultores no Quênia? Qual é o impacto da Lei das Safras [Crops Act] e de outras legislações com potenciais impactos negativos, como a criminalização do uso de esterco animal, sobre os agricultores e as agricultoras e sobre as práticas agrícolas? Por ejemplo, ¿cómo afecta la Ley de Semillas [SeedsAct] a los pequeños agricultores de Kenia? ¿Cuál es el impacto de la Ley de Cultivos [CropsAct] y otras leyes con impactos potencialmente negativos, como la criminalización del uso de estiércol animal, sobre los agricultores y las agricultoras y sobre las prácticas agrícolas? Se han creado espacios en las comunidades para aprender y compartir a través de la agroecología y del trabajo con pequeños agricultores. Se discuten las tradiciones antiguas y la contribución de estas prácticas a las dietas sostenibles.
Los integrantes mayores de las comunidades participan en estos espacios, compartiendo sus experiencias con alimentos y dietas ancestrales y conversando sobre los perjuicios que ocasiona el consumo de alimentos procesados. Veronica Kalondu, de 91 años y de Machakos, Kenia, es un ejemplo de aprendizaje intergeneracional. Ella cuenta historias del pasado sobre cómo, en la práctica del pastoreo, solo podía llevar una vianda que duraría hasta la noche. Ella habla sobre el valor nutricional del alimento indígena y sobre cómo la música funcionaba como un estímulo durante el cultivo. Ella recuerda los frondosos bosques que existían y que ahora han sido talados. Ella dice que, en el pasado, la comunidad local nunca dependía de la ayuda alimentaria porque había comida disponible, y hoy los días son más cálidos, la comida escasea y su comunidad recibe ayuda alimentaria, conocida localmente como molio. Desde el punto de vista de Verónica, hoy la comida no es una forma de arte como solía ser, y los niños ya no se sientan con sus abuelos a escuchar historias del pasado sobre comida y alimentación. Las mamás y los papás están demasiado ocupados tratando de poner comida en la mesa y dejan que los niños se alimenten con snacks, fideos ramen y salchichas en lugar de comidas nutritivas que los fortalezcan.
Por otro lado, la agroecología reconoce la importancia del aprendizaje internacional y de la construcción de movimientos, y desafía las estructuras de poder en torno a la producción de alimentos, como los derechos sobre la tierra, al crear espacios para que los grupos marginados participen en los procesos de toma de decisiones.
La agroecología gira en torno a la creación colectiva de conocimiento. Es una transformación del enfoque de arriba hacia abajo, donde los académicos extraen información de los agricultores y crean documentos que solo sirven para acumular polvo en las estantes de bibliotecas.
Una resistencia centrada en las personas es muy posible, pero solo cuando las comunidades se organizan y tienen una visión clara de lo que quieren. Sí, los tentáculos de las transnacionales están repartidos por todo el mundo, pero vale la pena celebrar las formas de resistencia que han surgido en diferentes partes de África donde estos tentáculos están siendo cortados uno a uno.
Leonida Odongo es militante por la justicia social y se ocupa de cuestiones relacionadas con la alimentación y la justicia climática en Nairobi, Kenia. Ella forma parte de la Marcha Mundial de las Mujeres y del proyecto Espacios Reducidos de Ciudadanía [Shrinking Civic Spaces].