Cuando la Tierra lloró: mujeres e injusticia ambiental

27/08/2025 |

Regina Mutiru

En este artículo se comparten experiencias de organizaciones populares de mujeres en sus comunidades en Kenia

Quiero abordar los temas de la vida de las mujeres y la injusticia ambiental desde una perspectiva del cambio climático. Y me gustaría contar una historia de la comunidad de donde vengo, llamada Akamba, en el condado de Kitui. Nuestra comunidad está en la frontera con el condado de Tana River. Desde que nací, las dos comunidades han estado en conflicto, principalmente entre pastores y agricultores, ya que la población de Tana River se dedica a la cría de animales, sobre todo camellos, y la gente del condado de Kitui es agricultora. En el pasado, esta disputa no llegaba a ser mortal, pero con el paso del tiempo la situación se ha agravado debido a los efectos del cambio climático.

Hemos visto gente expulsada de sus tierras, especialmente en la comunidad de Akamba, y obligada a dormir en el bosque, sin poder dormir en sus casas por miedo a sufrir ataques por parte de la comunidad de Tana River. Cuando llevan a sus camellos a pastar al bosque en el condado de Kitui, los animales también se alimentan en las zonas de cultivo, por lo que los camellos acaban comiéndose los alimentos cultivados en Akamba. Si algún miembro de la comunidad de Akamba intenta impedir que los camellos se coman los cultivos, sufre agresiones por parte de la gente de esa otra comunidad. Hubo víctimas mortales en ambos lados. En este proceso, las personas se ven obligadas a desplazarse, sobre todo las mujeres. Los hombres se quedan atrás, cuidando de las casas, pero las mujeres y los niños son llevados al bosque. El argumento es que no pueden huir rápidamente cuando los agresores atacan.

Mientras están en el bosque, las mujeres consiguen leña y goma para vender, pero son víctimas de violaciones por parte de la otra comunidad. Y, mientras están en el bosque, las niñas y los niños no pueden estudiar. El embarazo en la adolescencia también ha aumentado. Por lo tanto, el impacto es mayor sobre el género femenino que sobre el masculino, desde la perspectiva de género. Esta es una de las formas en que el cambio climático afecta a las mujeres en Kenia.

La otra historia es la de un basurero en Nairobi llamado Dandora, el más grande de África Oriental. En 2021, el Tribunal de Tierras y Medio Ambiente de Kenia ordenó su cierre debido a los daños que causa a las ciudadanas y ciudadanos. Pero esto no ha sucedido. Las mujeres tienen alteraciones menstruales. Se han reportado problemas relacionados con el cáncer, el embarazo y pérdidas gestacionales. Todo esto tiene que ver con el impacto ambiental causado por la contaminación y la explotación por parte de las industrias con inversiones en nuestro país.

¿Cómo las mujeres están tratando de superar y adaptarse a este entorno que no les conviene? Crecí con mi abuela materna, que tenía una buena relación con el bosque y las montañas. Hablaba con el bosque junto con un grupo de mujeres, y el bosque las escuchaba. Esas mujeres subían a la cima de las montañas y pedían lluvia. Y llovía. ¿Por qué? Porque tenían una buena relación con el bosque, con la lluvia, con las montañas. Nunca explotaban el bosque. Lo preservaban.

Hay otras innovaciones en las que participan las mujeres kenianas en materia de preservación del ambiente y justicia ambiental. Algunas de ustedes quizá conozcan a la profesora Wangarĩ Maathai. Ella recibió el Premio Nobel de la Paz por el trabajo que realizó en Kenia y en todo el mundo. Dijo: “Sé que hay dolor cuando se cierran las serrerías y la gente pierde su empleo. Pero tenemos que tomar una decisión. Necesitamos agua y necesitamos estos bosques”. Su comentario se refiere a las dificultades económicas que estaba viviendo la población keniana. También fue un aliento en el sentido de que, por mucho que necesitemos beneficiarnos de los bosques y el ambiente, también tenemos la responsabilidad de cuidar la selva. Maathai también dio inicio al Movimiento Cinturón Verde [Green BeltMovement], reuniendo a mujeres de diferentes condados de Kenia. Estas mujeres comenzaron a plantar árboles y promover la conservación ambiental. La iniciativa de recuperación que empezaron sigue activa hasta hoy.

Las mujeres kenianas están promoviendo la justicia climática y ambiental. Ahora vemos a mujeres plantando árboles nativos, cuyos frutos consumimos desde niños. Árboles nativos que nos daban sombra donde nos sentábamos. Recuerdo que, cuando era niña, cuidábamos los animales en el bosque y no era habitual volver a casa para almorzar, porque comíamos las frutas del bosque. Había frutas. Caminábamos, recogíamos frutas en el bosque y esas eran nuestro almuerzo. Los árboles nativos también proveen medicinas. Cuando tenía tos, mi abuela pelaba una parte de un árbol nativo y preparaba una poción para curarme.

La recuperación de los bosques tiene como objetivo volver a lo que éramos antes. Las mujeres también hacen el manejo del agua por medio de diferentes formas de recolección. También tenemos la agricultura sostenible, que se está llevando a cabo, especialmente en Kenia, por las integrantes de la Marcha Mundial de las Mujeres en el condado de Nyandarua y en el condado de Muranga. En el condado de Muranga, hemos visto que las mujeres están cultivando taro, que crece bien en regiones secas. Hemos visto que las mujeres cultivan para su propio consumo y, más tarde, añaden valor y venden la producción en el mercado.

Por último, hemos visto el intercambio de conocimientos que realizan. Las mujeres mayores están compartiendo con las más jóvenes formas de relacionarse con el bosque, con la tierra, con el agua y con la naturaleza que nos rodea. Esos diálogos y círculos están formando una comunidad de mujeres que preservan el ambiente.

Mis comentarios finales vienen de algunos aportes de mujeres involucradas en la lucha por la justicia ambiental. Susan Griffin dice que “somos los huevos de los pájaros. Huevos de pájaros, flores, mariposas, conejos, vacas, ovejas; somos orugas; somos hojas de hiedra y ramas del alhelí. Somos mujeres. Surgimos de la ola. Somos gacela y corza, elefante y ballena, lirios y rosas y durazno, somos aire, somos flama, somos la ostra y la perla, somos niñas. Somos mujer y naturaleza”. Esta frase es para mí una fuente de aliento y espero que también lo sea para ustedes, para que comprendan que tenemos una relación con la naturaleza y que debemos recuperarla y conservarla para que ella también pueda servirnos. La última cita que traigo es del jefe Si’ahl y me conmueve mucho: “La Tierra no nos pertenece. Nosotros pertenecemos a la Tierra”.


Regina Mutiruforma parte de la Marcha Mundial de las Mujeres en Kenia. Este artículo es una versión editada de su intervención en el webinario «Construyendo propuestas para la economía feminista y la justicia ambiental», celebrado por Amigos de la Tierra Internacional, Marcha Mundial de las Mujeres, Capire y Radio Mundo Real el 15 de julio de 2025.

Edición por Helena Zelic
Traducido del portugués por Luiza Mançano
Idioma original: inglés

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