Europa ha blindado sus fronteras y mantiene acuerdos con países de paso para evitar que las y los migrantes, principalmente de origen africano, lleguen a la región. En las fronteras europeas se violan los derechos humanos y todos los acuerdos internacionales cuando se trata de migrantes no blancos. Un ejemplo es la matanza de más de 37 personas ocurrida en Melilla el pasado 24 de junio, donde hasta el momento el gobierno de España no ha asumido ninguna responsabilidad sobre ello.
Concretamente, las víctimas de violencias basadas en género, sean mujer, niña o persona LGBTIQA+, no sólo no son reconocidas. Además, sus motivos de protección y asilo son ignorados en Europa, pese a que en las disposiciones del Convenio de Estambul se reconoce la violencia contra las mujeres como una forma de persecución que da derecho a la protección internacional.
En los presupuestos de la Union Europea (UE) y de los países que la conforman, hay un incremento en seguridad y defensa de un 123% para los años 2021-2027 comparado con el ciclo monetario anterior, es decir, de 19.700 millones a 43.900 millones de euros. Mientras eso, la crisis energética se profundiza, bien como la precariedad de la vida de quienes el sistema hace más vulnerables, como son las mujeres que sostienen las economías locales, las trabajadoras migradas en situación irregular, que llamamos “sin papeles”, las mujeres mayores.
Como feministas que habitamos esta región, nos corresponde también denunciar el poder corporativo de las empresas transnacionales de capital europeo que operan con toda impunidad en los territorios del sur, como las transnacionales del extractivismo, del agronegocio, de vestido.
Denunciamos los violentos despojos que están ocurriendo en el Sur global en nombre de las falsas soluciones del mercado a los problemas climáticos criados por el sistema capitalista y su guerra contra la vida de las personas y del planeta.
Denunciamos el pacto verde de la Unión Europea como una herramienta de violencia, despojo y de creación activa de zonas de sacrificio1 socio-ambiental. Todo eso en nombre de una visión distorsionada de la sostenibilidad ambiental, que se traduce en transiciones energéticas cooptadas por empresas transnacionales dependientes del extractivismo en el Sur y también en las periferias europeas, como Portugal, Serbia, entre otros.
Las alianzas de la Marcha Mundial de las Mujeres siempre serán con aquellos movimientos que están luchando contra todos los instrumentos del sistema heteropatriarcal, capitalista, racista y colonial que violentan la vida. Afirmamos nuestro reconocimiento y solidaridad feminista con aquellas compañeras que, por denunciar y resistir, están siendo criminalizadas, amenazadas y violentadas por los Estados y por el poder de las transnacionales.
La Marcha Mundial de las Mujeres en Europa apuesta por un feminismo popular que promueva estrategias de resistencia desde la economía feminista, la defensa de los bienes comunes y los servicios públicos universales. Apuesta, también, en la denuncia activa del incremento del gasto militar, la externalización de las fronteras, la expansión de la Agencia para el Control de las Fronteras de la Unión Europea (Frontex), y el Pacto Verde. Todas estas son herramientas del sistema heteropatriarcal capitalista racista colonial para acabar con las vidas más precarizadas y vulnerabilizadas y enriquecer a las grandes fortunas.
Luciana Alfaro y Marianna Fernandes integran el Comité Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres representando Europa.
- Las zonas de sacrificio son áreas elegidas para concentrar la contaminación ambiental, en general ubicadas en territorios de pueblos tradicionales o comunidades más vulnerabilizadas que quedan expuestas a los daños causados por las empresas. [↩]