El proceso electoral que finalizó la semana pasada en Estados Unidos estuvo dominado por un discurso racista y xenófobo antiinmigración. Independientemente de las teorías conspirativas creadas e incentivadas por Trump durante su campaña, y que son la base de su proyecto de extrema derecha, lo cierto es que las personas migrantes en el país representan una parte significativa de la clase trabajadora que sostiene la vida y la economía con trabajo pesado y a menudo precario. Capire habló con Rowshon Nipa para comprender la lucha de las personas migrantes en EE. UU. y la relación entre esta lucha y las artes y la cultura. Ella es activista comunitaria en Desis Levantan y Mueven [Desis Rising Up and Moving – DRUM], una organización liderada por sus miembros que trabaja por la justicia para las personas migrantes, justicia de género, climática, racial, educativa y de vivienda.
“Desis son los pueblos del sur de Asia y indocaribeños. Trabajamos con estos inmigrantes, con jóvenes y personas de la clase trabajadora aquí en Nueva York. Hacemos abogacía y construimos liderazgo en nuestra comunidad”, explica ella. La militante por los derechos de las personas migrantes nació en Sirajganj, Bangladesh, y expresa la identidad de su comunidad a través de las películas. Desde la infancia, Rowshon se inspiró en su padre para amar y trabajar con las películas y el teatro: “Tengo mucho interés en el teatro y trabajé con él como artista teatral. Durante la universidad fui bastante activa en el teatro y también en la política de izquierda”.
En 2000, Rowshon obtuvo una beca de la BBC para formación de productores y comenzó a trabajar con documentales, películas y televisión. Por sus películas, Rowshon recibió el Premio UNICEF en la 32ª edición de los Premios Emmy Internacionales (2004), lo que le facilitó su llegada a Estados Unidos cuando tuvo que migrar por cuestiones económicas y políticas en 2017. Su última película, Sola [All Alone — 2024], fue nominada al premio de Mejor Proyecto de Empoderamiento Femenino en el Festival Internacional de Cine de Roshani y recibió el premio de Mejor Guión de Cortometraje en el Festival de Cine Indie de Berlín. Además de los premios, ella construyó una trayectoria de resistencia y arte comprometida, conectada a la lucha política y involucrada con el enfrentamiento a la violencia contra las mujeres.
¿Cómo empezaste a trabajar con DRUM?
Después del Emmy, nunca más paré, pero tuve que luchar muy duro por ser una mujer. Las personas siempre quisieron dominarme. Fui atacada por grupos supremacistas en Bangladesh. Estaba preocupada por mi seguridad y ellos también amenazaron a mi hija. Entonces decidí venir a Estados Unidos. En octubre de 2017 vine aquí y envié documentos para la inmigración. Ellos me ofrecieron la categoría EB1 por ser ganadora del Emmy.
Cuando llegué aquí también había mucha incertidumbre. Empecé a trabajar duro en supermercados, tiendas de regalos. En ese ínterin, ingresé a una televisión comunitaria donde conocí a una persona del equipo de DRUM y ella estaba hablando sobre temas de justicia social. Me quedé impresionada. Fui a su oficina y vi que tenían una foto del Che Guevara en la computadora. ¡Guau! Es decir, en Estados Unidos esto es algo nuevo. Entonces me conecté y comencé a hacer trabajo voluntario con ellos.
Empecé a hacer interpretación y muchas traducciones. Ellos me preguntaron si yo quería trabajar en la organización construyendo la base del Bronx. En 2019 comencé en el equipo de trabajo de DRUM, como activista comunitaria. Desde aquél entonces, en el Bronx se construyó una base de más de 700 personas, entre ellos alrededor de 30 líderes.
¿Cuáles son los desafíos que enfrentan ahora las personas migrantes del sur de Asia, especialmente las mujeres, en los grandes centros urbanos como Nueva York?
Inmigrantes tienen problemas específicos con sus empleos, su supervivencia y su vivienda, pero quiero decir que para las mujeres el principal problema es la violencia doméstica. La mayoría de las mujeres de mediana edad no tienen control sobre sus vidas. Ellas ganan dinero porque su familia lo necesita, pero no tienen control sobre sus ahorros. Tienen que trabajar y cumplir con sus deberes domésticos. Solo entonces se les permite salir. Pero dondequiera que vayan, están siendo monitoreadas por aplicaciones. Ellas no tienen una vida ni una identidad personal.
En 2021 tuvimos una gran manifestación sobre el fondo de ayuda para personal indocumentado, cuando recibimos el estímulo. Las personas indocumentadas no tenían apoyo del gobierno y sufrieron mucho. Había cientos de personas en la manifestación en Manhattan. Era la primera vez que Moshe, una de nuestras integrantes, asistía a una manifestación. Cuando ella bajó del metro y vio tanta gente coreando consignas, dijo “guau, esta es la primera vez que me siento un ser humano. Tengo algo para alzar la voz”. De eso estoy hablando.
Desde el principio sufrí mucha opresión en mi vida. Por ser negra, ser mujer, ser pobre y vocera. Salí de mi país porque soy una persona que habla. No puedo ceder. Siempre insisto que las personas sean ellas mismas.
Las mujeres de mediana edad de Bangladés nunca piensan que son seres humanos completos. En la infancia, los padres las controlan. Cuando crecen, se casan y sus maridos las controlan. En algunos lugares, uno no puede salir sin una persona de apoyo. Incluso si tu hermano tiene 10 años, debes llevarlo contigo para poder salir. Necesitamos mucho para salir de esto y ser personas completas.
Estabas hablando de cómo con el tiempo y la organización las mujeres aprenden que son seres completos con voces poderosas. Este es el tema de tu película más reciente, ¿no? ¿Puedes contarnos más?
La idea de esta película se me ocurrió en 2015. Estaba en Bangladesh y estaban ocurriendo muchos casos de violación. Escribí un artículo en un periódico de Bangladesh diciendo que las mujeres deberían protestar. Para mí era así. Incluso en el autobús, si ellos intentaban tocar mi cuerpo, yo hacía algo. Y si la gente me preguntara por qué golpeé a esos tipos, yo les respondía: «¿Por qué me preguntas a mí?». Así pensé en la historia de la película. La niña se vengó. En la mente de la gente, las víctimas de violación siempre son débiles y avergonzadas. Entonces pensé que quería hacer algo donde las mujeres fueran poderosas.
Después de la idea, vine a este país y tuve que luchar. Yo estaba muy lejos de mis películas. Cuando llegó el Covid-19, pensé que tenía que hacer algo y volver a mi pasión. ¿Pero cómo podría hacer eso? Yo no tenía dinero. Entonces les pedí a algunos de mis amigos que se ofrecieran como voluntarios. Mi hija es el personaje principal, Amrita. De alguna manera lo logramos este año, cuando hicimos la producción final.
¿Por qué crees que es importante contar las historias de mujeres inmigrantes?
Como una militante, vi que la formación política es la parte más difícil para una comunidad, especialmente para las personas de la base. Pero cuando ellas asisten algo, lo adoptan. Siempre he creído que el cambio social debe ir acompañado de entretenimiento. Este no es el tipo de conocimiento que simplemente recibes, pero no puedes digerir. Estos simplemente los olvidas.
A nuestra comunidad siempre le han encantado las cosas de Bollywood, las canciones de Bollywood, los vestidos, las películas, pero esta historia nunca se ha contado. Nadie conoce las historias de las personas inmigrantes y de la clase trabajadora. He estado intentando hacer estas películas durante los últimos cinco años. Toqué todas las puertas, pero me preguntaron “¿por qué la protagonista es negra? Debería ser blanca”. Pero esta es la representación de los hechos. En nuestra base, organizamos una proyección de cine cada mes sobre las personas LGBTQ+ y otras cosas. Es así como hacemos formación política. Siento que las películas son las cosas más poderosas o el teatro o el trabajo artístico-cultural. Esto puede ser poderoso para el trabajo revolucionario, para unir a todas las personas.