Las mujeres lideran las luchas por la democracia en Myanmar

10/05/2021 |

Por Capire

Debbie Stothard habló, en entrevista con Capire, sobre la historia del país y las estrategias creadas por las mujeres para hacer frente a la impunidad

Photo/Foto: Stringer/Anadolu Agency

Seguimos desde 2020 los violentos resultados del golpe militar en Myanmar. La historia del país, situado en Asia y también conocido como Birmania, está marcada por una dictadura que, tras su derrocamiento por la democracia en 2011, vuelve a estar en el poder. La malaya Debbie Stothard habló, en entrevista con Capire, sobre la situación en ese país. Debbie, que es la coordinadora deALTSEAN, Seguimos desde 2020 los violentos resultados del golpe militar en Myanmar. La historia del país, situado en Asia y también conocido como Birmania, está marcada por una dictadura que, tras su derrocamiento por la democracia en 2011, vuelve a estar en el poder. La malaya Debbie Stothard habló con Capire sobre la situación en ese país. Debbie, que es la coordinadora de ALTSEAN, una red de apoyo a la democracia birmana que incluye a activistas, políticos y académicos y organizaciones no gubernamentales del sudeste asiático que desde 1988 apoya los derechos humanos y la democracia en el país. La ALTSEAN se fundó en 1996 como una red alternativa a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), un acuerdo político y económico establecido el 8 de agosto de 1967 en 11 países.

Una de las principales agendas de ALTSEAN es la visibilidad de las mujeres activistas en los movimientos sociales de Myanmar, especialmente las birmanas, consideradas el grupo étnico mayoritario. «La historia de la resistencia en el país se basó en gran medida en el liderazgo de las mujeres, pero en ese momento estaban invisibilizadas. Estamos muy orgullosas de que este programa se desarolle desde 1996 sin interrupción y haya contribuido al liderazgo de las mujeres y a la solidaridad interétnica», explica Debbie. Lea a continuación la entrevista que concedió a Capire.

Myanmar es víctima de un régimen militar dictatorial que duró hasta 2011 y recuperó el poder este año mediante un golpe de Estado. ¿Podrías hablar un poco sobre la historia del país y cómo se refleja en la actual crisis política?

Myanmar fue una democracia desde 1948 hasta 1962. Se independizó de Gran Bretaña en 1948 y luego, en 1962, hubo un golpe militar que sometió al país a una férrea dictadura durante varias décadas. En la década de 1990, los países de la ASEAN consideraban básicamente el régimen militar de Birmania o Myanmar como una cuestión interna, a pesar de que ese régimen celebró elecciones en 1990. Perdieron las elecciones y se negaron a abandonar el poder, y sólo 30 años después hubo una transición. Para la mayoría del movimiento en Birmania, la ASEAN estaba a favor de la junta militar.

El país lleva seis décadas en guerra civil. El año pasado, por ejemplo, los militares agredieron a comunidades de civiles. Hubo 1024 muertes en un año, en 10 de los 14 estados del país, y eso sucedió durante la pandemia de COVID-19. Los ataques se produjeron incluso en los puestos de control sanitario de las minorías étnicas. Además, los militares llevan décadas utilizando la violación y la violencia sexual contra mujeres y niñas, e incluso contra hombres, como forma de aterrorizar y humillar a las comunidades locales.

Las feministas fueron la fuerza principal en la lucha contra la impunidad de los militares. Recorrieron el país y diferentes comunidades documentando y denunciando la impunidad, hablando con las mujeres sobre las resoluciones para la paz y la seguridad, exigiendo la protección de los civiles y la rendición de cuentas por los crímenes. En Myanmar/Birmania, las mujeres empezaron a tomar la iniciativa contra el golpe.

Incluso cuando el país avanzaba hacia gobiernos más democráticos, la figura de Min Aung Hlaing seguía teniendo prestigio, lo que le dio apoyo político para el golpe.  ¿Por qué los militares son tan relevantes políticamente incluso después de la creación de un gobierno electo democráticamente en 2015?

En 2011, cuando la junta militar se transformó en un gobierno civil, el control de los militares sobre la política y la economía no perdió fuerza. Entre 2011 y 2020, a lo largo de los nueve años de esta llamada transición, el número de atentados contra la población civil aumentó un 143% y el presupuesto nacional destinado a los militares se incrementó en un 180%. Antes de esa transición, muchos inversores, incluidos los países occidentales, apoyaban una posición complaciente, afirmando que los militares debían formar parte de la resolución. Los militares supervisaron la redacción de una nueva Constitución aprobada en 2008 que otorga al comandante en jefe de las Fuerzas Armadas la facultad de nombrar al ministro del Interior, al ministro de Defensa y al ministro de Fronteras, funciones clave en el ámbito de la seguridad.

Los militares también determinaron que el presidente del país no podía tener un cónyuge extranjero y debía estar familiarizado con los asuntos militares. Además, se han otorgado a sí mismos inmunidad judicial y se les ha garantizado constitucionalmente el 25% de los asientos en cualquier parlamento nacional, provincial o regional. Tampoco han renunciado al poder que tienen sobre muchas empresas clave que pagan sus dividendos directamente a las unidades militares.

¿Podrías hablar más concretamente sobre el último año y lo que está sucediendo en el país ahora?

El Partido de Solidaridad y Desarrollo de la Unión (USDP), aliado de los militares, recibió mucho apoyo y poder para participar en las elecciones. En 2010, este partido ganó las elecciones porque se prohibió que la Liga Nacional para la Democracia (NLD), no militar, se presentara. En las elecciones de 2015, se permitió a la LND, liderada por Aung San Suu Kyi, presentarse a las elecciones y ganó por una amplia mayoría. La LND asumió el gobierno, pero no tenía un control total sobre el gobierno o algunas partes de la administración civil debido al poder militar.

En noviembre de 2020, se celebraron nuevas elecciones y, a pesar de todos los esfuerzos y recursos de la política alineada con los militares, perdieron una vez más. De hecho, han perdido más asientos en favor de otros partidos étnicos. Los militares y el USDP alegaron fraude electoral, un poco como lo hizo Donald Trump en Estados Unidos, salvo que en este caso la acusación provenía de gente con poder de fuego.

El 1 de febrero, cuando los diputados recién electos debían reunirse en la capital, Naypyitaw, fueron encerrados en sus dormitorios y se les impidió acudir al Parlamento. Y entonces se anunció el golpe de Estado. Unos días antes, el comandante en jefe Min Aung Hlaing, líder del ejército, mantuvo acaloradas discusiones con Aung San Suu Kyi, líder del partido NLD, exigiendo que le permitiera ser presidente. Ante su negativa, declaró el golpe.

Según la Constitución, redactada bajo la mirada de los militares, sólo el presidente puede declarar el estado de emergencia, pero el general Min Aung Hlaing detuvo al presidente y luego el vicepresidente militar declaró el estado de emergencia. Están actuando ilegalmente incluso bajo sus propias leyes. En cualquier caso, por lo que sabemos, este golpe no está terminado porque los militares no tienen ningún control legal, económico o territorial sobre el país.

Desde el principio, las jóvenes líderes obreras, principalmente trabajadoras de la industria textil, salieron a la calle para protestar contra el golpe. El movimiento de desobediencia civil partió de las trabajadoras y trabajadores de la salud que pretendían seguir el ejemplo de la satyagraha, el modelo de desobediencia civil promovido por Mahatma Gandhi. La primera persona asesinada por los militares en una protesta antigolpista en Naypyitaw fue una mujer joven. Al principio del movimiento, se estimaba que el 60% de las personas en las protestas eran mujeres. 

Las mujeres están rompiendo muchos tabúes en ese movimiento. En la visión tradicional birmana, los hombres son superiores a las mujeres en la jerarquía espiritual, y el sarong tiene una connotación de impureza espiritual. Por lo tanto, según las normas sociales, cuando las mujeres van a lavar su ropa, deben lavar la ropa de los hombres por separado. Además, deben colgar su ropa en un lugar bajo para que los hombres no la toquen. Es una gran superstición. Así que empezaron a colgar sus sarongs en los tendederos de las calles, y luego, cuando llegaron los camiones de la policía y los militares, no quisieron pasar por debajo de la ropa de las mujeres porque creen que trae mala suerte. Normalmente se paran e intentan reventar los tendederos para derribar la ropa y poder pasar por encima en vez de por debajo. Esto es muy útil para frenar a los vehículos militares cuando entran en los barrios.

Es muy significativo que el golpe militar tuviera lugar tras la detención de un icono político del país, Aung San Suu Kyi, y que la primera persona asesinada durante las protestas fuera una mujer. ¿Cuáles son los impactos de la violencia y la criminalización de los movimientos en la vida de las mujeres en Myanmar?

La muerte de Mya Thwet Thwet Khine fue la primera que se conoce provocada tras el golpe. Se trata de un tipo de violencia que parece dirigirse también a los niños, creando la sensación de que nadie está a salvo. La gente está bajo la amenaza continua de ser arrestada, de recibir disparos, de ser golpeada, y aun así sale a protestar. Encuentran formas de resistir. Este ambiente de miedo y violencia es, en gran medida, una extensión de lo que se siente en muchas zonas de conflicto, pero ahora está sucediendo en todo el país.

En un caso muy dramático, el 16 de marzo se produjo un conflicto laboral en la zona industrial de Hlaing Thar Yar, cerca de Yangon. La empresa pagaba a los trabajadores menos que el salario normal, por lo que iniciaron una discusión y la directiva llamó a la policía. La policía y los militares llegaron a la escena y uno de ellos le dio una bofetada a la mujer que lideraba la huelga. Cuando ella devolvió la bofetada, la mató a tiros delante de sus compañeros y disparó a otros cinco huelguistas, que murieron al instante. La policía detuvo entonces a 70 trabajadores.

La resistencia se mantiene a pesar de la extrema crueldad, a pesar de la difusión de imágenes por parte de los militares que muestran a mujeres jóvenes antes y después de ser detenidas, que muestran a jóvenes activistas siendo golpeadas y sus expresiones de pavor y sus heridas en cadena nacional para advertir de cómo van a castigar a las personas.  

Las mujeres y los trabajadores se han movilizado intensamente para hacer frente al golpe, con huelgas y protestas. ¿Podrías hablar un poco de las estrategias de articulación de los movimientos sociales y la dinámica de la solidaridad internacional?

En Asia se está produciendo un fenómeno de jóvenes activistas que luchan a favor de los derechos humanos y la democracia. Las redes más tradicionales, como los movimientos obreros, también han mostrado su solidaridad. La mano de obra de las fábricas de confección de Myanmar es mayoritariamente femenina, y muchas huelgas generales en todo el país son lideradas por mujeres que trabajan en esas fábricas.

Una de las cosas más interesantes que ocurrió fue que algunas mujeres militantes del movimiento obrero de aquí se enteraron de que los empleados de Amazon en Estados Unidos estaban en huelga. Nos sorprendió ver en las fotos publicadas en las redes sociales que, en sus protestas contra el golpe, sostenían pancartas de solidaridad con los trabajadores de Amazon. Este sentimiento de solidaridad internacional es una vía de doble sentido.

En primer lugar, es importante que las mujeres que lideran este movimiento y participan en sus comunidades comprendan que no están solas y que no fueron olvidadas. En segundo lugar, tenemos que escuchar sus voces. Quieren que se derogue la Constitución de 2008, que las empresas y los países apliquen sanciones y boicots a los suministros militares, también quieren que el pueblo entienda que la Junta es ilegal y que, por lo tanto, las empresas no deben pagar impuestos ni ingresos a la Junta. En este momento se nos presentan dos opciones: el gobierno de Unidad Nacional, que representa al 76% de los diputados elegidos y a los grupos étnicos, o la junta ilegal, que violó su propia constitución para tomar el poder y que está asesinando a la gente en las calles todos los días.

Los resultados de las elecciones nacionales y la fuerza con que la gente sale a la calle demuestran la voluntad nacional de un régimen político democrático. ¿Cuáles son las fuerzas políticas feministas del país y cómo están actuando en esta ola de protestas populares?

Una de las principales fuerzas feministas es la Liga de Mujeres de Birmania, un grupo formado por 13 organizaciones de mujeres de diferentes etnias y territorios. Han preparado una gran cantidad de documentos y realizado un gran trabajo jurídico para luchar contra la impunidad en el país. Gran parte de este trabajo que están haciendo es sumamente importante, pero aún no podemos compartirlo con ustedes de forma segura porque ya hemos visto el asesinato de una de las mujeres de la liga y la detención de otra para ser interrogada, a la que se le impidió buscar asistencia legal.

Ellas trabajan arduamente para garantizar la seguridad de las mujeres y los defensores de los derechos humanos y sus familias. Sus voces son muy potentes. La cuestión es si a los demás les interesa escuchar esas voces. Es muy importante y urgente que garanticemos entre todos que sus voces sean escuchadas, para la protección de los civiles, para exigir responsabilidades y para un sistema democrático federal que sea inclusivo y respete los derechos del pueblo.

Traducido del portugués por Luiza Mançano. Idioma original: inglês

Entrevista y redacción por Bianca Pessoa

Edición por Helena Zelic y Tica Moreno

 

 

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