Kate Hudson: «La OTAN se está volviendo global y esto no es nada bueno»

16/03/2022 |

Por Capire

La activista de la Campaña para el Desarme Nuclear habla sobre la OTAN, la guerra en Ucrania y la lucha contra las armas nucleares

Campaign for Nuclear Disarmament

El mundo entero se mantiene atento a las noticias de la guerra en Ucrania, sobre todo desde el 24 de febrero, cuando Rusia inició bombardeos simultáneos en distintas partes del país. Durante ese mismo periodo, otros países siguen siendo objeto de agresiones y ocupaciones: Palestina, Siria, Yemen y Somalia. Frente a la agenda imperialista que informa los medios de comunicación hegemónicos, es imprescindible producir y difundir información sobre la complejidad de cada situación desde los análisis y reivindicaciones de las organizaciones y movimientos que luchan permanentemente por la paz.

Kate Hudson es secretaria general de la Campaña para el Desarme Nuclear [Campaign for Nuclear Disarmament – CND, por sus siglas em inglés], una organización con sede en el Reino Unido que tiene décadas de experiencia a nivel local e internacional. Kate se involucró por primera vez en la organización en la década de 1980, «cuando EEUU y la OTAN querían instalar una nueva generación de misiles nucleares en Europa Occidental». En la década de 1990, Estados Unidos estableció bases en el Reino Unido para su llamado sistema de defensa antimisiles. “Nosotros comprendíamos lo que estaba pasando con la expansión de la OTAN.  En 1999 se produjo una primera gran oleada de expansión de la OTAN. Hubo la guerra de la OTAN en Yugoslavia, y entonces vimos que en lugar de un hermoso nuevo mundo de paz que se suponía que íbamos a tener al final de la Guerra Fría, estábamos recibiendo este nuevo mundo cada vez más tenso y militarizado”.

En la entrevista concedida a Capire el 7 de marzo, Kate presentó un análisis completo de los hechos y los riesgos de las guerras actuales y de la OTAN, la geopolítica y las tecnologías de guerra. También afirmó que el diálogo y las soluciones diplomáticas son indispensables para la paz. Esta entrevista forma parte de los contenidos que Capire producirá hasta junio de 2022, como preparación de la Cumbre de la Paz.

La Campaña para el Desarme Nuclear es una organización que existe desde hace muchas décadas, y el propósito de su creación sigue siendo relevante hoy en día. ¿Podrías contarnos cómo se ha construidola CND a lo largo de los años, teniendo en cuenta su trabajo en el Reino Unido y a nivel internacional?

La CND se fundó en 1958, inicialmente contra las armas nucleares británicas, pero también había mucha preocupación en ese momento por las pruebas aéreas de armas nucleares. En esa época, finales de los años 50, principios de los 60, había literalmente cientos de armas nucleares y explosivos masivos que se estaban probando en la atmósfera por parte de diferentes países -esencialmente por Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética, que estaban desarrollando esta tecnología. Las consecuencias para la salud fueron muy graves. Piensa en los impactos de Hiroshima y Nagasaki. Algunas de esas pruebas fueron mil veces mayores que la bomba de Hiroshima. Las consecuencias para la salud no se limitaron a la tierra y el agua. En realidad, se encontraron pruebas de conglomerados de cáncer y la culminación de zonas cancerígenas como resultado de la radiación. 

Las precursoras o pioneras de la CND fueron en realidad grupos de mujeres que se formaron espontáneamente contra las pruebas de armas nucleares. Estaban muy preocupadas por el impacto de la radiación en sus hijos. En ese momento se hablaba mucho de que el estroncio-90 contaminaba la leche que se daba a los bebés y a los niños.

Los últimos años de la década de 1950 fuimos testigos de todo tipo de cambios políticos y sociales. Fue sólo dos años después de que Gran Bretaña experimentara su última derrota colonial con la crisis de Suez. Se produjeron muchos cambios en la sociedad, con el desarrollo de los movimientos sociales por primera vez. La CND también surgió de ese escenario radical. Desde entonces siempre ha sido un movimiento de masas, nunca ha sido como un thinktank o una ONG. Somos un movimiento democrático de masas.

Cada año la dirección es elegida por los miembros. Nuestra política la deciden nuestros miembros, nos apoyamos totalmente en nuestros miembros para la financiación y los recursos para llevar a cabo nuestro trabajo. Somos completamente independientes, por lo que podemos adoptar las posturas políticas que quieran nuestros miembros, sin restricciones. Hay libertad de movimiento. También somos diversos e inclusivos. No tenemos requisitos políticos para que las personas se apunten. Sólo tienen que estar en contra de las armas nucleares. Creo que por eso nunca nos desviamos del camino. A lo largo de las décadas, hemos tenido un fuerte reconocimiento en Gran Bretaña. Nuestro logotipo se ha convertido en el conocido símbolo de la paz, que se originó con la CND.

Tenemos un lugarcito en el corazón de la política, por así decirlo. Pero es un lugar radical. Un lugar donde nos esforzamos por cambiar las políticas gubernamentales. A nivel internacional, damos una gran prioridad a la construcción de alianzas. Trabajamos con muchos grupos por la paz en otros países, en toda Europa, pero también en todo el mundo. El movimiento antinuclear es fuerte en todas partes. Vamos regularmente a Japón, Estados Unidos y América Latina para promover nuestro trabajo conjuntamente, más allá de las fronteras.

Hoy vivimos en un mundo lleno de guerras. ¿Cuál es el papel de la OTAN en este escenario?

Ella tiene un gran papel en eso. Desde el final de la Guerra Fría, vimos cómo se disolvía el Pacto de Varsovia, que era el equivalente de la OTAN en el lado soviético durante la Guerra Fría. La OTAN decidió no disolverse en ese momento para trabajar en un mundo diferente y en la seguridad común. La OTAN se mantuvo y, de hecho, se expandió en distintas oleadas desde finales de la década de 1990 hasta hoy. Los movimientos pacifistas se oponen universalmente a esta expansión porque es una expansión militar. Significa incorporar más y más países a esa alianza militar. Durante la Guerra Fría fue una alianza defensiva y nunca llegó a entrar en guerra realmente.

Cuando desapareció la razón para la que existía, la OTAN cambió su misión para dejar de ser sólo una alianza defensiva. En cambio, se encargaría de participar en actividades fuera de su ámbito. Eso fue en 1999 y, por supuesto, dos años después entró en la guerra de Afganistán. La OTAN es la Organización del Tratado del Atlántico Norte, así que ¿por qué se involucró en una guerra en Afganistán? Esencialmente porque, a medida que la OTAN comenzó a expandirse, se convirtió en una organización militar global que promueve principalmente los intereses de Estados Unidos y sus aliados. Se convirtió en una presencia militar global, lo que preocupa a la CND por tratarse de una alianza militar con armas nucleares.

No sólo tiene armas nucleares, sino que tiene una política de uso primario de armas nucleares. Un pequeño número de países que tienen armas nucleares dicen que nunca las usarían primero, que sólo las usarían en represalia. Esto también es malo. Pero tener una política de utilizar primero las armas nucleares es increíblemente provocador y destructivo. La organización también tiene una política según la cual cada país miembro debe destinar al menos el 2% de su Producto Interno Bruto en gastos de armamento, lo que aumenta la militarización de los Estados miembros. En efecto, esto socava su soberanía. Porque si el país decide que quiere gastar más en servicios sanitarios, o en crear formas de energía sustentable y enfrentar la crisis climática, no puede hacerlo. Tienen que gastar ese porcentaje en armas.

Además, en la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN celebrada el año pasado vimos una nueva orientación y hostilidad hacia el ascenso económico de China. Esta es la siguiente fase hacia la que se encamina la OTAN. Tienen socios en América Latina, tienen operaciones en África y ahora se están dirigiendo hacia el Pacífico para intentar detener a China, a la que ven como una especie de potencia hostil. La OTAN se está globalizando y eso no es bueno.

El Reino Unido tiene como aliado a EE.UU., la potencia imperialista que provoca directa e indirectamente más guerras en el mundo. El año pasado, junto con Australia, firmaron un pacto cuyo objetivo es la transferencia de tecnología y submarinos nucleares, el AUKUS. En su discurso oficial, señalan las diferencias entre la energía nuclear y las armas nucleares. ¿Cómo se relacionan la energía nuclear y las armas nucleares? ¿Y cuáles son los peligros de este pacto para la región del Pacífico y el mundo?

Se trata de un hecho muy peligroso. En Gran Bretaña, esto parece formar parte de la política a la que llaman Gran Bretaña Global. Salimos de Europa con el Brexit, así que hay que orientarse hacia el resto del mundo. Esta es la narrativa de nuestro gobierno. Desgraciadamente, parece que esta orientación es militar, dando la idea de que Gran Bretaña es una nación de guerra militar. Esto no es lo que creemos que debería ser Gran Bretaña.

El AUKUS, en particular, es un acuerdo que supone que Estados Unidos y el Reino Unido proporcionarán a Australia submarinos de propulsión nuclear. Esto convertiría a Australia en el único país del mundo que no es un estado con armas nucleares pero que tendría submarinos de propulsión nuclear. ¿Por qué desean eso? Ya tienen submarinos de propulsión convencional. Pero la gran ventaja de la energía nuclear es que con ella se puede realizar una misión de exploración o submarina durante mucho más tiempo y permanecer relativamente indetectable. Básicamente, pueden ir más lejos durante más tiempo. Si Australia quisiera defender y patrullar sus aguas cercanas, utilizaría submarinos convencionales. Si quisieran salir en misión a otros lugares, con otras intenciones, utilizarían submarinos de propulsión nuclear. Y claro, Estados Unidos quieren que desempeñen un papel más activo en cualquier conflicto futuro con China. Confiere a Australia un papel militar mucho más importante en la región.

En cuanto a la relación entre la energía nuclear y las armas nucleares, en primer lugar, se basan en la misma tecnología. Las dos tienen que ver con el enriquecimiento del uranio. El uranio es el material utilizado para producir este tipo de energía o explosión, en el caso de las armas. La diferencia radica en cuánto se puede enriquecerlo. Si uno busca energía nuclear, ésta se enriquece hasta el 20%. Si son armas nucleares, serán enriquecidas en más de un 90%. Cuando nuestro Primer Ministro Boris Johnson anunciaba el AUKUS ante el Parlamento, dijo que no iba a vulnerar el Tratado de No Proliferación Nuclear -TNP [Nuclear Non-Proliferation Treaty – NPT por sus siglas en inglés]. Que no iba a viola ninguna ley internacional porque no se trataba de armas nucleares, sino de energía nuclear y que era perfectamente legal compartir la tecnología de la energía nuclear. Se equivoca.

Según el TNP, el intercambio de tecnología nuclear civil está permitido, pero debe tener fines pacíficos. Si se envían submarinos de guerra a un conflicto potencial en la región del Pacífico, ¿cómo va a tener esto un propósito pacífico? Esto es ilegal según la legislación internacional. AUKUS está aumentando la militarización de la región al compartir tecnologías y dispositivos militares. Pero hay mucha oposición a esto en Australia. Estamos en contacto con los sindicatos, con altos cargos políticos que se oponen al acuerdo y también con Nueva Zelanda, una nación libre de armas nucleares. Todos están enfadados por el acuerdo de AUKUS.

En todos estos años las formas y modos de hacer la guerra se han ampliado con el uso de nuevas tecnologías, como los drones, por ejemplo. ¿Qué retos plantea esto para los movimientos que luchan por el desarme y contra las guerras?

Es un gran reto, pero por otro lado es muy sencillo, porque son todas máquinas de matar. No importa de qué estén hechas o cómo se utilicen, todas están hechas para matar ilegalmente. Pero, de todos modos, ¿cuándo es legal matar? Tenemos que encontrar la forma de argumentar contra estas armas y hacer que la gente lo entienda. Además, debemos tener en cuenta todas las formas de guerra híbrida, ya sean las noticias falsas o la guerra de la información, la inteligencia artificial y la vigilancia. Tenemos que entender el potencial de guerra y de conflicto que tienen. Muchas nuevas tecnologías pueden utilizarse de dos maneras. Pueden tener usos civiles o militares.

Un ejemplo obvio es el espacio. Los satélites pueden utilizarse para las comunicaciones y los teléfonos, para que podamos estar más cerca. Por otra parte, también pueden utilizarse para la guerra, para las guerras de información en la Tierra, pero también para los combates en el espacio. Hemos visto el desarrollo del Comando Espacial de EE. UU. y también de otros países. No es sólo la militarización en tierra, bajo el agua, en el aire, ahora también en el espacio.

Protestamos contra los drones. Una de las peores cosas de esto es la naturaleza remota de los asesinatos. Si uno está sentado en el suelo de una oficina, en alguna ciudad, viendo algo en una pantalla, puede pulsar un botón y alguien a miles de kilómetros de distancia muere.  Esa clase de distancia entre el asesino y el blanco es mala en todos los sentidos. Se ha convertido en una forma de asesinato extrajudicial: no hay que llevar a los terroristas a juicio, por ejemplo. Cualquier cosa que haga que sea rápido, fácil y remoto matar a alguien sin preguntas, sin tener que pensar en las implicaciones morales o humanas, es un desastre.

La Marcha Mundial de las Mujeres, entre sus luchas, se posiciona contra las empresas transnacionales. Un tipo de corporación contra la que luchamos son las empresas tecnológicas, por su control e impacto en diferentes áreas de la política, la economía y la vida. La inteligencia artificial y la vigilancia cuentan con herramientas creadas y puestas a disposición por algunas de estas corporaciones. ¿Cambia algo este poder empresarial en la dinámica o la economía de la guerra?

Esto me lleva a los orígenes de la CND en los años 1950. El presidente Eisenhower habló del complejo industrial militar. Ahora esto se está expandiendo en estos diferentes aspectos de la vida y el control social. Las instituciones con poder pueden trabajar juntas. Antiguamente, cuando el gobierno quería nuevos armamentos, algunas empresas los producían y ofrecían otros productos y servicios, hacían acuerdos a cambio de apoyo electoral. Era una relación poco saludable entre los empresarios que fabrican armas y el gobierno. La forma como se desarrolla esto es lo que en los viejos tiempos se llamaría control mental.

Con las redes sociales, las empresas pueden rastrear lo que se hace clic, sugerir lo que se quiere comprar, a qué tipo de sitios web hay que dirigirse, a quién hay que votar en las elecciones. Es una forma de moldear las conciencias sobre lo que ocurre en el mundo. Todo esto se ha desarrollado a partir de las relaciones comerciales directas que abarcan la forma de pensar y el modo como se moldean las ideas. En la última década hemos visto un enorme avance en este sentido. Es increíblemente peligroso.

La guerra en Ucrania es un ejemplo. También lo es la forma en que los medios de comunicación forman parte de ese proceso. En Gran Bretaña hay un sentimiento pro-guerra, la glorificación del sacrificio militar, el heroísmo entendido en términos de disposición a matar y morir. Todos tienen derecho a defenderse, pero crear en la conciencia popular la idea de que la guerra es algo bueno y honorable es otra historia.

Todas las muertes son una tragedia, y nos oponemos totalmente a la invasión de Ucrania. Queremos que esta guerra termine a través de negociaciones.

No queremos más y más armas y tropas allá. Queremos una negociación pacífica, un acuerdo de seguridad común para la región, para que todos puedan vivir en paz. De lo contrario, podría provocar una guerra nuclear. Hay que entender cómo todos estos diferentes elementos se unen en un escenario complejo. En esta guerra, es la gente común la que sufre, las mujeres y los niños, los pobres. Como un movimiento por la paz, estamos haciendo todo lo posible para combatir la propaganda de guerra.

¿Cómo ves el conflicto en Ucrania y cuáles son las posibles soluciones? ¿Cuáles son las estrategias del movimiento antiguerra y cómo podemos reforzar las alianzas con los movimientos feministas en esta agenda?

Esta es la cuestión más urgente a la que nos enfrentamos. Es terrible ver los resultados de esta invasión y el impacto del conflicto. Muchas personas se han visto obligadas a huir de sus hogares en un enorme éxodo de refugiados. Tengo que decir que estoy absolutamente avergonzada por el gobierno británico no abrir nuestras puertas a los refugiados ucranianos en este momento. El domingo [6 de marzo], el gobierno permitió la llegada de 50 ucranianos, cuando otros países están recibiendo a decenas de miles de personas que vienen de allí y la población se está movilizando para darles refugio y asistencia médica. El gobierno del Reino Unido es una vergüenza, especialmente porque ha trabajado mucho para aumentar las tensiones y casi promover la guerra.

Lo que sí es destacable es la difusión del sentimiento antibélico. Todos nos sentimos inspirados por las protestas por la paz en Rusia, y miles de personas siguen protestando en todo el mundo. Es un llamado a la negociación. La guerra no es la respuesta a la guerra. La paz es la solución.

Debemos oponernos enérgicamente a los llamados para crear una zona de exclusión aérea en Ucrania. La OTAN se encargaría de imponer una zona de exclusión aérea. Eso significa que si un avión ruso entra en su espacio aéreo, sería derribado por la OTAN, y la OTAN estaría en guerra con Rusia. Y eso significa que 20.000 armas nucleares, algunas de ellas con un tamaño tres mil veces superior al de la bomba de Hiroshima, entrarán en el conflicto. Esto significa que dos potencias nucleares estarán en guerra.

En Gran Bretaña, cuando tenemos elecciones, los líderes nacionales siempre dicen que están preparados para pulsar el botón nuclear. Es un desastre existencial a punto de ocurrir, así que tenemos que evitar el peor de los escenarios, la intensificación del conflicto. Ya sea por la zona de exclusión aérea o por algún otro episodio. Tiene que haber negociación. Independientemente de lo que la gente piense sobre lo que ha sucedido hasta ahora, independientemente de lo que piensen sobre los líderes implicados, se trata del futuro de la humanidad, del futuro de las personas en Ucrania. Una guerra nuclear no tiene vuelta atrás.
 

Entrevista realizada por Tica Moreno
Edición por Bianca Pessoa e Tica Moreno
Traducido del portugués por Luiza Mançano
Idioma original: inglés

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