Cuando hablamos del sujeto político, tenemos que hablar de relaciones de poder. Cuando decimos que el sujeto político está en construcción, estamos hablando de un proceso en el cual nos convertimos en sujetos políticos dentro del movimiento, para que podamos transformar este sistema basado en relaciones de poder injustas que queremos cambiar.
Para construir el sujeto político hay que pasar de lo individual a lo colectivo, llegar a acuerdos en conjunto. No se trata únicamente de expresar nuestra oposición al sistema capitalista, no basta decir “maldito patriarcado” o “muerte a las empresas” y no tomar acción. Tenemos que hacer algo al respecto, en colectivo. En este proceso, nos vamos convirtiendo en protagonistas de nuestra propia historia.
En ese sentido, recuperar nuestra historia y memoria, como movimiento feminista y desde las luchas de las mujeres y disidencias es un elemento fundamental para mantener vivos nuestros movimientos y no comenzar desde cero cada vez.
Necesitamos estrategias de organización para que podamos reconocer las situaciones de opresión que vivimos y que forman parte de un sistema. Como feministas e integrantes de movimientos populares, tenemos como herramienta a la educación popular. Ella nos ayuda a tomar conciencia y, más que eso, a pasar de una conciencia individual a una conciencia colectiva. En este proceso, decidimos formar parte de procesos de cambio basándonos en nuestras propias vivencias y experiencias, escuchando y aprendiendo también de las luchas de compañeras y compañeres, que incluso pueden ser muy diferentes.
Isabel Rauber, compañera cubana, menciona la capacidad de reinterpretar y resignificar la realidad como elemento fundamental para la construcción del sujeto político. No creemos todo lo que nos dicen los grandes medios de información, ni aceptamos la idea según la cual las personas son pobres porque quieren. Desnormalizamos todo un sistema que nos ha hecho creer en sus normas. También desarrollamos una conciencia crítica, lo que significa que reconocemos la opresión y sabemos quiénes son sus responsables, sus beneficiarios y su funcionamiento.
Reflexión feminista y proyecto político
Construirnos como sujeto político también significa tener un proyecto político, una alternativa de mundo. Necesitamos no solo el análisis y la denuncia de lo que no nos gusta, sino también una visión de la realidad que deseamos y que nos ayude a vivir mejor, y esto se refleja en nuestras alternativas. Algunas de ellas ya están en marcha, otras estamos imaginando y planeando implementar cuando tengamos la fuerza suficiente. A medida que nuestro proyecto alternativo involucra a más personas, se vuelve más sólido.
En la construcción de este sujeto político feminista, generamos nuestro propio pensamiento. Nuestros documentos y publicaciones representan el conocimiento generado por nosotras y nosotres, a través de diálogos y análisis que requieren mucho trabajo y un acumulado de luchas y experiencias, que se enriquecen también con la conexión e intercambio del trabajo de otras y otres compañeres.
La fuerza en la movilización para que el proyecto sea compartido y se ponga en práctica es esencial. Podemos tener un excelente análisis del contexto, proyecto y horizonte de lucha, pero si no vamos dando pasos y generando fuerza, nuestro reto se queda en el anhelo.
¿Por qué hablar de un sujeto político plural?
Porque reconocemos que la diversidad es una riqueza. Las luchas son diversas, las diferencias existen y las opresiones se manifiestan de diferentes maneras. Sin embargo, estas diferencias no nos dividen, sino que pueden fortalecernos como movimiento. Aprendemos de las experiencias de otras personas, de sus resistencias y luchas, lo que contribuye a un proyecto más amplio y fuerte.
Cuando hablamos de un sujeto político feminista, reconocemos que compartimos la oposición al sistema patriarcal, aunque nuestras trayectorias individuales son muy diferentes y nos hemos encontrado con el feminismo en distintos momentos. No tenemos el mismo punto de partida y las opresiones nos atraviesan de distintas maneras. A lo mejor no todas nos reivindicamos feministas desde el principio de nuestra militancia política, y pasar a hacerlo fue un proceso colectivo y que llevó tiempo.
Podemos sentirnos identificadas con diversas tendencias o experiencias del feminismo, pero, formando parte de la construcción de este sujeto político, podemos encontrarnos en un feminismo popular que nos permita converger, sumar fuerzas, articularnos en alianza. Podemos compartir las luchas al mismo tiempo que reconocemos que venimos de distintas trayectorias y geografías, tenemos diferentes edades, culturas políticas y experiencias de vida distintas. Las diferencias no nos dividen, sino que nos pueden hacer más fuertes como movimiento.
Feminismo popular
Decimos que el sujeto político es popular porque creemos que el cambio debe ocurrir junto con los pueblos. No podemos liberarnos solas, y no buscamos un cambio solo para algunas personas. Queremos un cambio radical de sistema y un feminismo antisistémico que articule las alternativas a las opresiones que se entrecruzan. Además, impulsamos transformaciones concretas y materiales a través de nuestra práctica diaria, en nuestros territorios, que son los territorios de los pueblos.
Tratamos de comprender cómo las personas ven el mundo, cómo luchan, cómo se organizan, cuáles son los obstáculos, qué estrategias funcionan y qué alternativas proponen. ¿Cómo podemos articularnos y mantenernos enfocadas en nuestro proyecto de emancipación, evitando que sea cooptado por un sistema que busca dividirnos, desarticularnos y apropiarse de nuestras demandas? ¿Cómo nos centramos en nuestro proyecto de emancipación compartido, articulado y sólido?
¿Cómo vemos el mundo? ¿Cómo estamos luchando? ¿Cuáles son los obstáculos? ¿Qué nos ha funcionado? ¿Qué alternativa estamos proponiendo? ¿Cómo podemos articularnos? Por supuesto, podemos articularnos frente a los ‘no’, pero ¿cómo hacemos para articularnos por lo que sí queremos? El proyecto de emancipación que queremos es lo que nos va a permitir la articulación, con nuestra diversidad. Necesitamos fuerza feminista para transformar el mundo, frente a ese sistema de múltiples cabezas que quiere cooptar nuestros discursos y proyectos, desarticularnos y promover un feminismo que resulta solamente en maquillaje.
Hay que luchar juntas y en conjunto, aunque esto nos lleve tiempo y esfuerzo, porque, como dicen los zapatistas en mi tierra, «vamos lejos». Aprender a articularnos, sostener nuestras alianzas y mantener nuestras luchas unidas nos hace más fuertes, con mejores condiciones para enfrentar las crisis y para fortalecer nuestras alternativas para la sostenibilidad de la vida.
Carmen Díaz es militante de la Marcha Mundial de las Mujeres en México, profesora e investigadora. Este texto es una edición de su introducción al tema de la construcción del sujeto político en la Escuela Internacional de Organización Feminista (IFOS, por sus siglas en inglés) que tuvo lugar en Honduras en agosto de 2023.