La economía feminista no es solo una teoría, sino que es una apuesta política concreta y viva, que está presente actualmente en muchas de las luchas de Amigos de la Tierra. En esta presentación, más que nada, haré una síntesis de por qué es importante, desde una federación que lucha por la justicia ambiental, hablar de economía feminista.
En primer lugar, es porque buscamos desmantelar el patriarcado, porque no queremos vivir en un mundo injusto y violento. Queremos transformarlo, pero no se puede hacer esa transformación sin cuestionar el patriarcado, tampoco sin cuestionar el capitalismo, el colonialismo y el racismo que hacen a este sistema de opresiones.
También queremos hablar de economía feminista porque ponemos la vida en el centro y buscamos reconocer los trabajos invisibilizados, que sostienen todos los cuidados que hacen la vida posible. No queremos un sistema que explote cuerpos y territorios, sino uno que defienda una vida digna para todos y todas.
Creemos que la economía feminista es una propuesta política para este cambio de sistema que buscamos. No es algo decorativo, que solamente lo nombramos, sino que realmente es un eje transversal que queremos profundizar. Vemos reflejada esta perspectiva en nuestras luchas, que construimos con otras y otros. No estamos aislados, sino que somos un sujeto político plural y colectivo.
Vemos la economía feminista en la construcción de un paradigma de sustentabilidad de la vida basado en la igualdad, que ponga la vida en el centro del cuidado de la vida humana y de la naturaleza, reconociendo que somos interdependientes y ecodependientes. También vemos los principios de la economía feminista en la defensa de los bienes comunes, que son condiciones para el bienestar colectivo y que no pueden ser convertidos en mercancía.
Eso implica también reconocer y reorganizar el trabajo doméstico y de cuidados como responsabilidad compartida, no solo entre varones y mujeres, sino también entre comunidades y Estados, en verdaderas políticas. La economía feminista está también en el impulso a estas políticas para el cuidado y para la reorganización de espacios que promuevan acciones colectivas y comunitarias.
Vemos la economía feminista en la elaboración de políticas públicas y leyes que generen la desmercantilización y la recuperación justa de la vida. Estas son áreas donde estamos como federación, impulsando la lucha por la soberanía alimentaria, defendiendo la agroecología y las prácticas históricamente conducidas por mujeres. Esto también significa decir no a las propuestas de falsas soluciones basadas en la eficiencia, en la eficacia tecnológica y en aún más mercantilización.
También vemos a la economía feminista cuando hablamos de la necesidad de una transición justa que limite el extractivismo y que amplíe la desmercantilización, que genere cambios reales en los modos de producir y de vivir de nuestro sistema actual. También en la concepción de sistemas de justicia que no reproduzcan la opresión y que reconozcan la ciudadanía de personas migrantes y la diversidad de identidades sexuales. Estas son áreas grandes de trabajo atravesadas por las diferentes líneas programáticas donde vemos que la economía feminista está presente como propuesta política.
Entonces, ¿por qué nos fortalece hablar de economía feminista en la justicia ambiental? Primero porque fortalece nuestras alianzas. La economía feminista no es algo aislado, sino que se construye colectivamente, junto a movimientos de mujeres, sindicales, de juventudes, indígenas, entre otros. Cada vez que hablemos de economía feminista, estamos hablando con otras y otros.
La economía feminista fortalece nuestras estrategias porque nos hace reflexionar y ver lo que a menudo queda invisibilizado, lo que no siempre se contabiliza, pero que sí sostiene la vida. Nos hace tener más herramientas para disputar sentidos y construir otras formas de organización de la vida, y también fortalece nuestra coherencia política.
Siempre decimos que no hay cambio de sistema si no hay justicia de género. Pero, con la economía feminista, podemos decir que no hay cambio de sistema, ni justicia de género, si no hay un cambio en la economía, en las relaciones de poder, en nuestros modos de producir y de reproducir la vida. La transformación es urgente y nuestras luchas están profundamente conectadas. Cuando tejemos con otros movimientos, cuando compartimos no solo demandas, sino horizontes políticos, el cambio de sistema se hace más posible.

Mechi Gould forma parte de Tierra Nativa, en Argentina, y del Grupo de Justicia de Género y Desmantelamiento del Patriarcado de Amigos de la Tierra Internacional. Este artículo es una transcripción editada de su ponencia en el webinario “Construyendo propuestas de economía feminista y justicia ambiental”, organizado por Amigos de la Tierra Internacional, Marcha Mundial de las Mujeres, Capire y Radio Mundo Real en 15 de julio de 2025.