La mártir Saïda Menebhi, militante comunista marroquí, nació en 1952 y comenzó a involucrarse en la lucha por medio de la Unión Nacional de Estudiantes de Marruecos. Más tarde se unió a la organización marxista-leninista “Avante” [Ila al-Amam إلى الأمام en árabe], que operaba en la clandestinidad debido al carácter dictatorial del régimen marroquí. También se dedicó a la lucha permanente en el sindicato de profesores y profesoras. Como poeta, dejó una serie de poemas que reflejan sus anhelos por una tierra libre donde prevalezcan la dignidad y los derechos del pueblo, y que este pueda decidir su propio destino y tener control de sus propias riquezas.
En su lucha política revolucionaria, la mártir Saïda Menebhi –junto con otros muchas personas militantes– fue secuestrada y recluida en un centro de detención secreto de Casablanca. Junto con otras tres militantes de la misma organización, fue secuestrada el 16 de enero de 1976 y conducida a ese centro de detención, conocido como “Derb Moulay Cherif”, donde permanecieron tres meses. Durante ese periodo, sufrieron las más horribles formas de tortura física y psicológica. Posteriormente, fueron trasladadas a la prisión de Casablanca y enjuiciadas junto con otros compañeros.
A Saïda Menebhi la condenaron a cinco años de cárcel por “participación en actividades hostiles al Estado” y a dos años por insultar al juez encargado del juicio. Durante el juicio, no dudó en defender sus posiciones políticas contrarias al régimen en el poder. Saïda sobrevivió ilesa a algunas huelgas de hambre, hasta que ella y otros compañeros iniciaron una huelga de hambre ilimitada el 8 de noviembre de 1977 para reclamar su reconocimiento como presos políticos, la mejora de las condiciones de detención a las que estaban sometidos y el fin de su aislamiento.
El 34º día de huelga, precisamente el 11 de diciembre de 1977, tras un empeoramiento de su salud, Saïda fue trasladada al hospital y allí falleció en la plenitud de la vida, con solo 25 años. Un factor que contribuyó a su muerte fue la negligencia médica deliberada a la que fue sometida.
Saïda Menebhi solía decir a su madre durante sus visitas a la prisión: “A pesar de todas las barreras, estoy aquí, mamá, por una vida digna para mi pueblo. Siempre tengo buen ánimo. El futuro pertenece a las víctimas de la opresión de clase y la tiranía política. No temo la opresión. Creo en mi causa, en la causa de todas las masas”. El martirio de Saïda generó una conmoción política en el país y llevó el régimen a responder a las demandas de los presos políticos en huelga de hambre, mejorar las condiciones de detención y detener el asedio contra ellos.
Ensueño
Sabes, niña
te escribí un poema
pero no me regañes
porque la escritura es ese lenguaje
que todavía no entiendes
no es nada, niña
cuando crezcas
entenderás ese sueño
que soñé en la mitad del día
cuando te toque, contarás la historia de esta mujer
prisionera árabe
en su propio país
Árabe hasta las canas
y sus ojos verdes
el sueño, niña,
comienza
cuando veo una paloma
pájaros que se anidan
en los tejados de las cárceles
sueño con enviar un mensaje a las revolucionarias
de Palestina
para asegurarles el apoyo para la victoria
sueño con tener alas
como los gorriones
para atravesar los cielos
hasta Eritrea
a Dhofar
los hombros cargados de armas
la cabeza, de poemas
Quiero ser pasajera
a bordo de las nubes
con mi traje de guerra
luchando contra Pinochet
en el interior de Chile
para que corra mi sangre
en el suelo chileno
que alabó Neruda
Oh mi sueño
África roja
niños sin hambre
sueño
que la luna
caerá del cielo
para abatir al enemigo
y que la luna me dejará
en Palestina o en el Sahara
en cualquier parte
lucharé por la victoria
de todos los pueblos en combate.