El fundamentalismo religioso es el enfoque de grupos religiosos que buscan dar una interpretación literal a textos y libros originales –como la Biblia, el Corán y la Torá–, creyendo que las enseñanzas obtenidas de esta lectura deben ser utilizadas en todos los aspectos políticos, económicos y sociales de la vida. Para la mayoría de las personas que practican estas religiones se les dice que deben obedecer a la doctrina estrictamente. En África, el crecimiento acelerado de nuevas agrupaciones religiosas lideradas por los llamados hombres de Dios ha exacerbado las creencias fundamentalistas y ha llevado al desarrollo de una lógica sectaria. De donde yo vengo, más del 80% de la población es cristiana. En todo caso, tenemos una pequeña minoría de la población que pertenece a otras religiones, como las religiones africanas tradicionales, o personas que no tienen religión alguna. Cuando miramos el contexto político de esa población, vemos que las mujeres son mayoría en nuestras iglesias -instituciones que son más patriarcales que cualquier otra cosa-.
Asistir a una iglesia no significa ser fundamentalista; las dos cosas son diferentes. Asistir a la iglesia es un acto de encontrarse con otras personas que profesan la misma fe que usted, por ejemplo, para hacer una oración a los domingos, realizar otras actividades y regresar a sus respectivos lugares con la esperanza de volver a ver a la congregación la semana siguiente. Fundamentalismo significa adherirse completamente a lo que predica el libro sagrado. Es necesario promover más esfuerzos de educación y campañas para hablar del fundamentalismo religioso como una práctica negativa.
Hemos visto el surgimiento del colonialismo en diferentes denominaciones. Fuimos colonizadas y colonizados por los británicos y también por los estadounidenses en la época en que Zimbabue era Rodesia. Estos fueron los primeros misioneros que vinieron aquí y dijeron que debíamos obedecer la Biblia. Tiramos a la basura todas nuestras prácticas tradicionales y comenzamos a seguir las creencias de ellos. Solo después de nuestra independencia, vimos el ascenso de las religiones tradicionales. No está mal tener iglesias tradicionales de aquí, pero actualmente están siendo utilizadas como estructura política dentro del partido dominante o utilizadas por políticos para recaudar apoyos. Así, dejan de ser iglesias, un movimiento religioso, y se convierten en un complemento de un partido político. Durante las elecciones, todos los políticos acudieron a las iglesias tradicionales para recaudar total apoyo o para hacer campaña para cargos. No hay regulaciones para esas iglesias, e incluso a algunos liderazgos de estos espacios se les pagan para movilizarse, organizarse y decir que todos los que asisten a la iglesia deben votar por un determinado partido. Además, las sociedades fundamentalistas religiosas pueden recibir una importante financiación de organizaciones extranjeras. Organizaciones religiosas locales sin fines de lucro ganan dinero realizando proyectos de fortalecimiento económico dirigidos principalmente a mujeres y jóvenes, ofreciendo acceso a préstamos bancarios a través de programas de subsistencia para grupos pequeños. En estos espacios, las mujeres y las niñas son manipuladas. Esta es también una estrategia colonialista.
En general, África –y sin dejar de lado a Zimbabue– está colmada por el problema de niñas sometidas al matrimonio. Hombres que lideran estas iglesias apoyan el matrimonio infantil, afirmando que fueron enviados por el espíritu santo. Entonces lo que se ve son niñas casadas con hombres mayores. Además, está el tema de los matrimonios polígamos y del incesto en nombre de una llamada espiritualidad apoyada por una cultura de secta. Para acercarnos más a mi contexto, desde Zimbabue, un pastor cristiano le dijo a su congregación, compuesta en su mayoría por mujeres, que no permitir el matrimonio polígamo no sería sagrado. Él fue arrestado cuando salieron a la luz muchas otras historias sobre casos de abuso, violación e incluso asesinato de mujeres y niñas por parte de líderes religiosos. En febrero de 2024, en Kenia, hubo un caso de un líder religioso que les dijo a sus seguidores que ayunaran para poder ver a Jesús. Más de 400 cadáveres fueron exhumados e identificados -la mayoría, de niñas y mujeres-. El gobierno keniano todavía está investigando el caso. El fundamentalismo religioso es un flagelo. Y si no se erradica, tendremos una grave crisis política, económica y social.
Ya sea tu hermana, tu madre, tu prima, cuando las atrapan, parece que se ponen hipnotizadas. Las mujeres se alejan de las personas que no comparten sus creencias. Hoy tenemos mujeres jóvenes que se han unido a otra ola de jóvenes profetas. Nuestra lucha feminista en cada discurso es cómo hacer que las mujeres que viven en estas condiciones puedan liberarse. El feminismo es visto como un enfoque radical promovido por mujeres que han fracasado en la vida, como si estuvieran buscando tener alguna relevancia en la sociedad. Necesitamos deconstruir esa narrativa y reinterpretar el sentido del feminismo.
Nuestro enfoque debe estar en las mujeres que ocupan el liderazgo de esas iglesias, para ofrecerles más informaciones y crear espacios seguros para ellas. Es necesario mucho trabajo de incidencia para identificar las personas clave o mujeres con influencia en esas iglesias. Invítalas para encuentros comunitarios. También debemos tener paciencia con ellas, por la forma en que han sido adoctrinadas. El acercamiento debe ser amigable, sin atacarlas, de modo que podamos buscar comprender cómo operan y recopilar informaciones internas.
La mayoría de esas mujeres asisten a una iglesia para encontrar algo de consuelo ante situaciones muy difíciles y problemas económicos y sociales. A veces, en mayor medida, las mujeres que no tienen nada escuchan promesas de riquezas e incluso de tratamiento médico o acceso a diferentes recursos. Cuando una mujer está tan fragilizada y empobrecida, ella acudirá a cualquiera que le sacuda una zanahoria delante, sin siquiera mirar las condiciones en las que se le entrega ese dinero. Por eso necesitamos acercar a las mujeres jóvenes y compartir la ideología feminista, especialmente la economía feminista. Para las jóvenes, se puede lograr la economía feminista si creamos espacios donde puedan aprovechar oportunidades potenciales, incluida la libertad social, económica y política. Debemos protegernos de la explotación y trabajar por la justicia social, y también comprometernos con la preservación del medio ambiente. Debemos fomentar la autosuficiencia para generar confianza y resiliencia.
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Este artículo es de autoría de una militante de la Marcha Mundial de Zimbabue cuya identidad se preservará por razones de seguridad.