Han pasado diez años desde que, el 24 de abril de 2013, un enorme edificio de producción textil se desplomó en Bangladesh, provocando la muerte de 1.138 personas, en su mayoría mujeres, y miles de heridos. El derrumbe del edificio Rana Plaza fue una tragedia que conmocionó a las organizaciones de trabajadores y a los movimientos de mujeres de todo el mundo, ya que constituía un retrato de las consecuencias de la precarización del trabajo que realizan las mujeres, sin derechos y sin seguridad. Fue el retrato de lo que ocurre cuando se prioriza el lucro sobre la vida.
La denuncia internacional es una importante herramienta para exigir justicia y reparación para las personas afectadas por el desastre en Bangladesh. Desde 2014, la Marcha Mundial de las Mujeres tiene en su calendario el 24 de abril como fecha de acción internacional para expresar la solidaridad feminista y denunciar el poder de las empresas transnacionales. En cada país, las activistas recuerdan lo que pasó en Bangladesh y conectan Rana Plaza con las situaciones que se viven en sus países, denunciando a las empresas transnacionales de la industria textil, pero también de la alimentación, la minería, la guerra y la militarización, y la financiarización de la naturaleza, entre otras.
El 24 de abril es un día de acción que cada año vuelve a profundizar las reflexiones feministas sobre los impactos del poder corporativo en la vida, el trabajo y los territorios de las mujeres. Así lo afirma la Marcha Mundial de las Mujeres en su declaración internacional redactada este año con ocasión de la fecha: “Diez años después de su colapso, podemos entender el crimen de Rana Plaza a través de todas las formas cambiantes del proyecto capitalista belicista. Trabajadores, mujeres, pueblos, tierras y animales están siendo víctimas de las herramientas abusivas de este sistema”.
Este año, nos encontramos recordando el crimen de Rana Plaza a la luz de una ola amplia y extendida de militarización e industria bélica que se desató en todo el mundo. Esta ola está intrínsecamente conectada con la explotación de los trabajadores, ya que es otra forma de las herramientas de saqueo y explotación del capitalismo, que refuerza el autoritarismo y la violencia contra los trabajadores, las mujeres y los pueblos, que estamos presenciando a través de la opresión y la tortura de las mujeres en Irán y la aniquilación total de la educación y la participación de las mujeres en la vida pública en Afganistán.
Declaración internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres, 2023
Las guerras, el trabajo precario, la crisis climática, todos son efectos de las acciones de las empresas transnacionales. Así lo explica el vídeo producido por Radio Mundo Real (RMR) y Amigos de la Tierra Internacional (ATI) para esta fecha.
“Transnacionales hidroeléctricas, mineras y petroleras, del agronegocio y la alimentación, corporaciones farmacéuticas, tecnológicas, militares y textiles. Todas ellas tienen impactos negativos y específicos sobre las mujeres campesinas, indígenas y urbanas”, se dice en el video.
Las resistencias frente a la expulsión de los pueblos de sus tierras, frente a la violencia en el campo, frente a la contaminación de la tierra, el aire, los alimentos y el agua son luchas territoriales que tienen lugar en todo el mundo, especialmente en el Sur global, y que tienen un enemigo común: las empresas transnacionales. Como explican RMR y ATI, esas empresas proponen falsas soluciones a conflictos generados por ellas mismas, al tiempo que desvalorizan y criminalizan los saberes de los pueblos. Por todo ello, desmantelar el poder corporativo es una agenda fundamental para el feminismo y para todos los movimientos que luchan por la justicia ambiental, la soberanía alimentaria, la igualdad y la paz.